El 19 de febrero de 1972 (justo cuarenta años atrás) me pusieron por delante lo que todos, más o menos, se encuentran una vez en la vida: el dilema a resolver y que, años después, con el trascurrir del tiempo, caen en la cuenta de que han sido decisivos en su vida para siempre.
-Jose Antonio, has cumplido tus deberes para con la Patria. Ahí tienes tu licenciameinto y díme para dónde deseas el billete de regreso- el sargento se me quedó mirando, expectante -vamos, tu lugar de residencia.
En una fracción de segundo hube de tomar una decisión y resolver un dilema: permanecer en Madrid y acudir a una entrevista de trabajo para ese mismo día, también recomponer vínculos queridos... o trasladarme a otras latitudes con otras perspectivas, junto a la familia con la que ya había convivido en mis fines de semana de la Universidad Laboral de Sevilla.
-Huelva- fue la respuesta que provocó y precipitó todo lo que ahora, justo cuarenta años hace, soy.
El expreso nocturno de Andalucía me dejó en estas tierras donde mi segunda familia me abrió, una vez más, las puertas de una casa que hice como mía, con todo lo que había en su interior: alojamiento, compañía, comprensión, pero sobre todo cariño.
Tía Chon, Pepe, Angelines y Julia, más un bebé llorón (hijo de Pepe y de la por entonces su recién fallecida esposa) me ofrecieron el calor de una hermosa familia que me proporcionó todo. Gracias a mi primo conseguí mi primer trabajo, y otras cosas; y luego, cuando las circunstancias me lo permitieron, abandoné aquella mi segunda casa y formé la mía propia.
Trabajo, matrimonio, hijos, y ya nietos, pero sobre todo cariño, y al fin todo lo que cuarenta años (jubilación incluida) conllevan de muchas luces y de pocas sombras es el bagaje que orgulloso y satisfecho presento.
Hoy, cuarenta años después en esta hermosa y acogedora tierra de Huelva.
Y sin olvidarme de nada ni de nadie -mi memoria es prodigiosa y mi agradecimiento, eterno- quiero rendir un especial homenaje a la familia que me acogió como hijo (hoy, huérfano) y como hermano.
Gracias de corazón a ellos