Ruffo (1994-2010) |
Muy jodido estoy, de verdad:
Ruffo, nuestro gato, haciéndonos compañía durante 16 años, se ha dormido para siempre.
Dieciseis años rifándonoslo para sentirlo encima de nuestras piernas, de notar su ronroneo feliz, se ha quedado dormido para siempre, sin hacer ruido, sin una queja, sin estorbar.
Ruffo, nuestro fiel amigo compañero...
12 comentarios:
Jose Antonio...
Lo siento mucho por Rufo y su familia, vosotros. Aquellos que no aman a los animales no son conscientes de cuan fieles compañeros son. Yo pase por eso con la muerte de mi perro y se que no es un buen trago.
Un abrazo
Lo siento Jose.
No tenemos animales en casa,se por unos amigos lo mal que lo pasaron cuando se les fue el perro.
Un beso
Es mucho el cariño que se les coge a estos animales que nos acompañan tantos años.
Yo, de pequeña, tuve muchos gatos (no a la vez, sino uno detrás de otro).
Mi casa era muy grande, con patios enormes y desvanes donde se guardaban trastos viejos, así que tal vez por el miedo a los ratones, mis padres querían tener siempre un gato cazador.
La diferencia era que yo lo quería como mascota.
En contra de los deseos de mi madre, yo los entraba a la casa y los acomodaba en mi regazo mientras veía la tele. Recuerdo largas siestas sin moverme para que el gato no se despertara.
A pesar de mis desvelos, en la época de celo marchaban a hacer sus conquistas, y yo pasaba los días esperando que volvieran, con la puerta entornada para que pudieran entrar. A veces los veía regresar andando por el tejado, y otras... no regresaban.
Cuando se marchó Napoleón, tuvimos a rockefeller y por último a Lennon.
Lo siguiente fue una gata. Mis padres pensaron que siendo hembra, tal vez no sería tan "juerguista", pero Blancanieves también se marchó y volvió con regalo.
Nacieron los site enanitos y a la semana exacta desaparecieron. Formé tal escándalo por la extraña manera en que los hicieron desaparecer, que mi madre juró que era el último gato que entraba en casa.
Y nunca más he tenido un animal de compañía. Les cojo demasiado cariño y no los olvido. Son como alguien más de la familia y duele perderlos.
Así que siento mucho lo de Ruffo.
Gracias, Felix. Era uno más. Dieciseis años siendo el rey de la casa y nuestro rey.
Laura, tener una mascota en casa es algo imposible de explicar. Los niños con mascotas reciben un plus de educación. Los animalitos domésticos nos enseñan tantas cosas...
Gracias, amiga.
Adelaida, me ha encantado tu narración llena de sensibilidad.
Los gatos son seres increibles, y qué te puedo contar a ti.
Solo decirte que hay perros policías, perros acróbatas, perros guías, etc, etc, etc. Pero gatos? solo hay gatos, un gato es un gato.
Gracias por tus palabras de alivio. Seguramente tu Napoleón, tu Rockefeller y tu Lennon, junto a tu Blancanieves reciban gozosos a mi Ruffo. Seguro que en el Lugar de las Mascotas Queridas forman un grupito y continúan jugueteando.
Un beso, amiga mía.
Jose Antonio de verdad lo siento,16 años es toda una vida, mi primer perro murió con 15 y cuando me puse a pensar a penas tenia recuerdos de que hacía yo antes de ese tiempo sin el. Duelen mucho, dan todo...te dejan el alma encharcada de lágrimas. Yo tengo ahora a mis perras madre e hija de seis y cuatro años, mis mejores amigos tienen dos gatos...ellos viven para nosotros pero nosotros también para ellos, por ello es que entiendo tu dolor y el de tu familia. Reconfortaros pensando en todo lo que os ha dado y lo feliz que ha sido a vuestro lado. Quiero pensar que en algún lugar volveremos a encontrarlos. Un beso
Gracias Medea por tus palabras:
temo haberme excedido en mis sentimientos pero cuando vi su marcha, solo pude manifestarlo pubñicamente.
Toda una vida a su lado, y lo que es másimportante, al lado de mis hijos que han sido educados en el amor a los animales.
Un beso, amiga
Sí, tu gatito, Jóse (yo pensé que era una gatita...)
Lo siento muchísimo, era precioso. Además dieciseis años son muchos años de ronroneos y cariños.
Ánimo, de corazón.
Mar, era un gato, y puedo aseguarte que nos hablaba.
Ronroneos y cariños para dar y tomar. Y nosostros pugnando por cogerlo y ponerlo de especie de cobertor en las veladas invernales.
En las tardes calurosas desaparecía para tenderse cuan largo era enfrente del fresquito del aire acondicionado. Supo, y lo permitimos, vivir muy bien.
Un beso, amigo.
Im so sorry :(
Leonek
aunque tarde, gracias, thank you!
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