2.11.09

Por mis muertos


Abuela Valeriana (Neila Sánchez): en su casa nací, en su regazo me crié, con sus meriendas de pan y chocolate me alimenté, sus regañinas me educaron, sus caramelos calmaron mis tosferinas nocturnas, su bondad me conmovió, mi única pena es no haber tenido ocasión de enseñarla -cogida de su mano, descalza, pisando el suelo húmedo y blando- su asignatura pendiente... EL MAR.

Abuelo Amancio (Mártil Castellano): su laboriosidad, su ejemplo, su actitud ejemplar hasta el final me asombraron. Y sus rebanadas de pan con vino, azucaradas, me enseñaron la exquisitez de lo humilde (y de lo prohibido). Con los dos aprendí a vivir largas noches de radio y lumbre (con manotazo incluido para que dejara de tocar las brasas encendidas y de remover el fuego). Y con ellos despedí algunos años justo a las diez de la noche robando dos a la Nochevieja.
Tios Emilio y Gaspar (L.G.): hermanos, llevando Cataluña y Extremadura en sus sangres. Ferroviario de apeadero y de Estacion de Franciaen Barcelona el uno y presidente Alcalde en tiempos nada fáciles el otro. La socarronería y la seriedad, de Emilio y Gaspar, en este orden.
Tías Alicia (Cr) y Cele (Cl): Una en mitad de la pradera, llamando a Joseluis y la otra tras el mostrador afanada en la librería. Grato recuerdo de ambas.
Tía Emilia (L): la aparentemente dura, la estricta, que no tanto. La siempre-presente. La que se fue, siempre sola. Cuántas tardes en el jardín de su casa...
Pepe (S.) e Isabel Hernández Bejarano: un lugar preferente en mi corazón. De ella, su sangre transfundida a mi cuerpo maltrecho y arrebatado de las garras de la enfermedad y muy posiblemente de la muerte, gracias a ISABEL. Gracias.  De su marido, Pepe, el cariño que nos profesamos mutuamente dándole la ilusión de tener el hijo que nunca tuvo.
Amós López Bejarano Con reservas incluyo en esta lista al mítico primo Amós, el desaparecido sin rastro en la vorágine de la maldita guerra civil. La esperanza, tal vez vana, es que algún día aparezca alguno de sus descendientes, tal vez un americano, tal vez un eslavo. Cualquiera sabe...
Tios Ángel (BG) y Asunción (MG): si hay algún ejemplo de la vida dando vueltas y el mundo girar, y creemos en la conjunción de planetas y en su influjo sobre todos nosotros, mis tios son un claro ejemplo de ello. Gran parte de lo que soy, de dónde estoy, y porqué, es culpa (maravillosa culpa) de ellos dos. Reposan juntos en esta tierra, en el cementerio de La Soledad y cada día que paso por la puerta, que son muchos, tengo un recuerdo para ellos. De sus puertas, en vida, nunca olvidaré cuando se abrieron para mi, en la Barriada de la Navidad y en la Carretera de Sevilla y Federico Mayo, de Huelva.
Mercedes Francisca (AH): Mi suegra, sí. Que falleció plácidamente, pero con la pena de no haber asistido a algunos eventos familiares, como la boda de su nieto y el nacimiento de su tercer bisnieto, a los que tenía derecho después de una vida de sacrificio y laboriosidad. Ejemplo que su hija, mi mujer, quiere continuar.
Y mi padre FRANCISCO BEJARANO GIL: nos dejó con la edad que yo tengo ahora y mis sentimientos hacia él son encontrados, que no quiere decir contradictorios o negativos. Lo conocí poco y tengo escasos datos que ayuden a formarme un juicio exacto. Vivió, creo, en una continua lucha, interior, que a la postre imagino fue lo que le mató. Hizo lo que pudo, pero estoy completamente seguro que con plena convicción de conciencia. Siempre, como no puede ni debe ser de otra forma, me acompañará a través de su recuerdo y de su memoria. Y de lo que fue, sin renegar de su pasado, por mucho que lo pretendan algunos políticos bobos.                                                          Solemnemente...
            ...descansa en paz, papá.
      DESCANSAD, TODOS, EN PAZ

6 comentarios:

  1. Pepe (S.) e Isabel Hernández Bejarano: un lugar preferente en mi corazón. De ella, su sangre transfundida a mi cuerpo maltrecho y arrebatado de las garras de la enfermedad y muy posiblemente de la muerte, gracias a ISABEL

    Esta historia no la conozco, a ver si me la cuentas!

    Y muy bueno esta práctica: o). Y con ellos despedí algunos años justo a las diez de la noche robando dos a la Nochevieja.

    Y cuál es la continua lucha del abuelo Paco?

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  2. Hola Jose A.Bejarano

    Hermosas palabras, sin duda, y hermoso homenaje que brindas a tus antepasados. Dice mucho de tí, porque en este mundo, por desgracía, cada vez se tiende más a olvidar y olvidar...

    Un fuerte abrazo

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  3. joseanbejarano.blogspot.com2 de noviembre de 2009, 20:17

    Puedo escribir, leer, haber tenido una familia como la que tengo, y !!!HASTA TENER UN BLOG!!! gracias a que un día de invierno de 1956, Isabel, de visita ocasional en Hervás, y a la vista de mi estado de salud (no me avergüenza decirlo: raquitismo) urgió al médico a que me realizara lo que a buen seguro me salvó la vida: una tranfusión de sangre directa, es decir, de sus venas a las mías sin intermediación de aparatos, análitica previa, ni bombeo peristático electrónico como hay ahora; ni hablar; ella echada en una camilla y yo en otra, y hale! un torrente de vida comenzó a trasvasarse de un cuerpo sano, el suyo a otro, el mío, maltrecho. Luego, ya se sabe; vitaminas, Calciogenol, alimentación adecuada y aquí estoy... Pero sé que aparte los glóbulos rojos y demás componentes de la sangre, también me trasfundió Isabel su impronta, su forma de ser. Y su bondad (que no lo digo yo).
    Siempre me recordó que yo llevaba parte de su sangre. De lo que ella, lo sé, se sentía orgullosa. Como yo.

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  4. Esas dos horas robadas al año, son cruciales para mí. En esas horas yo también recuerdo a los míos, pero no se pasarlo a las letras también como lo haces tu.
    Mi madre, por aquello de la anemia congénita, me daba Calcio 20 y un aceite de bacalao, que estaba malísimo. Pero que me daba una energía suprema. Fueron tantas recetas que hasta nos quitaron la seguridad social.

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  5. Lindo tributo a tus antepasados José Antonio, especialmente lo que cuentas de Isabel. Admiro y me gusta escuchar (y leer) a quienes tienen tanto que contar, la vida nos hace sabios poco a poco, con el tiempo.

    Abrazos

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  6. joseanbejarano.blogspot.com6 de noviembre de 2009, 20:45

    Esas dos horas tienen su historia simple: de bien niño pasaba largas temporadas con mis abuelos. Lumbre en el suelo, bombillas de escasas "bujías", Nacimiento de musgo de verdad y cena sencilla pero nutritiva de Nochevieja consistente en pollo, huevos (recién puestos) fritos con torreznos; tal vez algo de merluza recién llegada de la Ría de Vigo, y para terminar turrón del duro y mazapán de Toledo. Para acabar tomando LAS DIEZ UVAS, al son de las campanadas de Radio Nacional de España o de Radio Andorra.
    Hasta que no logré salir del nido, siempre pensé que el año acababa a las diez de la noche. A y media, a la cama.
    Años felices y seres queridos que permanecen por siempre en la memoria. Que nunca volverán...

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