30.1.11

Viaje a Egipto. 2008

Viernes, 28 de marzo
Volamos hasta Aswan en un vuelo de Gadair sobrevolando Italia y parte de Libia,para entrar a Egipto por las playas de El-Alamein.
Llegamos a las 5 de la tarde con el sol cayendo. Traslado al barco/crucero Florence fondeado en el puerto de Assuan. El Florence parece el barco que sirvió de escenario a Muerte en el Nilo, con decoración recargada y ligeramente rococó. Cenamos y nos acostamos a las 9 de la noche para...
Sábado, 29 marzo
2:30 de la madrugada!!!
Un té rápido y abordamos un autobús. En una caravana, escoltados por el ejército, salimos de Assuan, para ir bordeando el Nilo. El sueño nos vence, pero vemos un espectáculo maravilloso: amanecer en el desierto de Libia. Soy entonces consciente del verdadero significado de la palabra desierto. La inmensidad, la ausencia de vida humana o vegetal. El color suavemente rojizo y las formaciones arenosas por efecto del viento. El sol se levanta a nuestra izquierda e ilumina la estrecha cinta que forma la carretera. Nuestro conductor circula durante kilómetros y kilómetros por el carril de la izquierda.
Avenida de las esfinges. Templo de Karnak. Luxor

Tienda de papiros. Auténticos. Luxor

Península de Giza. Junto a El Cairo. Esfinge. Keops.

Ramses II. Luxor

Abu Simbel
Al fin, después de tres largas horas de viaje llegamos a Abu Simbel. Dos templos, el grande y el pequeño. En las lomas, miembros de las fuerzas de seguridad velan por nuestra integridad. Cuatro Ramsés II nos reciben sedentes observando la salida del Sol que en días determinados los ilumina en el interior del templo, excepto al dios de las tinieblas, Ptah. En el templo pequeño de la diosa Hathor, la bella Nefertari, junto a su esposo Ramsés II, nos observa cuando accedemos al interior del templo.
Al regreso, nos detenemos en la faraónica presa de Assuan que divide al Nilo en dos partes, como en la antigüedad existía el Alto y el Bajo Nilo. La presa, vigilada por las fuerzas armadas egipcias, suministra energía eléctrica a todo el país.
Camino del pueblo nubio, cerca del Nilo
Abordamos una falúa que nos transporta a través de los meandros del río al través de paisajes ribereños de ensueño. Los cañaverales y los papiros bordean las orillas, donde juegan familias a la sombra de los palmerales. Nos acercamos a la orilla y nos abordan unos chavales en pequeñas canoas, saludándonos.

En la orilla montamos en camellos. El que nos tocó a mi mujer y a mi, nos mantuvo en vilo porque se empeñaba en ir justamente por el borde del “abismo” que nos separaba unos escasos centímetros del río. Por fin llegamos a uno de lugares más encantadores de todo el viaje, un pueblo nubio, donde nos recibió un montón de críos saltando de contento a nuestro alrededor. Para mí fue todo un descubrimiento por lo que trataré de saciar mi curiosidad sobre el pueblo nubio. Asistimos a una escuela donde el maestro nos enseñó el alfabeto y la numeración árabes y nubios. Fue un rato divertido pues asistimos a una vivienda donde nos agasajaron con la hospitalidad de su música, de su comida y bebida, pero sobre todo con la amistad y la alegría de la belleza de este pueblo, y de sus niños que nos homenajearon a cambio de nada.
Vuelta al barco Florence, comida exquisita, plena de sabores y olores y descanso mientras descendemos el Nilo mirando a izquierda y derecha, viendo pasar ante nosotros la vida ribereña como si no hubieran transcurrido miles de años.
Por la noche desembarcamos en Kom Ombo, iluminado, uno de los templos dedicado a Horus. Los instrumentos de medicina grabados nos hablan de los adelantos de este pueblo magnífico.
Domingo, 30
Visitamos los templos de Edfu y Esna.
Edfú, templo dedicado a Horus.
Y en Esna vimos un templo con inscripciones del signo del Zodíaco. Atravesamos el zoco donde pudimos descubrir parte del pueblo egipcio en un día de trabajo.
Finalizamos, recorriendo el pedregal donde los canteros debieron ver hace miles de años cómo se resquebrajaba, debiendo abandonar, un Obelisco inacabado unido para siempre a la piedra madre.
Fue todo un espectáculo descender siete metros de un nivel a otro entre los dos Nilo a través de las descomunales esclusas que atravesamos en medio de la oscuridad.
Esa noche cenamos en el Florence la rica cena egipcia plena de sabores y olores.
Comemos por vez primera hummus, crema de sésamo y puré de garbanzos. Algo exquisito, de verdad, untado en pan de pita o en un pan completamente negro, absolutamente exquisito. Y, claro, que no quede, nos compramos nuestras respectivas chilabas de fiesta, y nos fuimos a cenar y luego a bailar. Fue una noche espléndida y yo me vestí con el vestido árabe, pues no fue un baile de disfraces a lo que soy absolutamente contrario. Por supuesto Carmen también participo vestida de odalisca.
Así pues, chilabas, la prenda más cómoda del mundo que pensé, en aquel momento, usar incluso en casa.
Lunes, 31
Nos levantamos a las seis de la mañana. Al mirar por la ventana del camarote descubro el mismo paisaje de debieron ver hace tres mil años en aquel mismo lugar: una falúa, pilotada por dos pescadores, arrojando una red al río, mientras una grulla, un ibys, revolotea a su alrededor. En la otra orilla, Horakhty (el sol naciente) refleja los templos. Sólo los globos aerostáticos, donde no nos atrevemos a montar, nos traen al presente.
Desayunamos y nos disponemos a visitar las estatuas de Amenofis III, los denominados Colosos de Memnón, y de allí partimos hacia el mítico Valle de los Reyes.
En un trenecito subimos hasta la entrada al valle y descendemos a la tumba de Ramsés I (KV16) y a la tumba KV11, correspondiente a Ramsés III. El guía nos explica un poco sobre el más misterioso valle que hay sobre la Tierra, el Valle de los Reyes, donde aún deben reposar tantos y tantos jefes y otras clases de gente de segundo nivel en la jerarquía faraónica del milenario Egipto.
Al regreso, el grupo se anima y anima aquel valle silencioso con nuestras canciones.
Al acabar la mañana, algunas compañeras de viaje se empeñan, con todo su derecho, en visitar el templo de Hatshepsut, la reina faraona que asumió el trono que debió corresponder a Tutmosis III. Allí Carmen y yo disparamos algunas fotos y recorremos el camino y las rampas que debió recorrer el mítico Sepsenuré el ladrón de tumbas. Todo respira antigüedad porque nos parece que el país se detuvo exactamente cuando expiró el último faraón de la última dinastía. Un policía nos saca una foto y una propina.
En el barco comemos y sacamos el equipaje: el crucero ha terminado, no sin antes visitar el templo de Luxor y extasiarnos ante la magnificencia de su Avenidas de las esfinges, y sus diversas dependencias, desde el pilón hasta el Sanctasantorum pasando bajo sus columnatas. En Karnak visitamos el templo y la Avenida de los carneros. Una gilipollas, compatriota, se llevó la bronca por ponerse para la foto encima de una figura. El crucero ha terminado, no sin antes visitar el lago sagrado y dar tres vueltas al escarabajo en procura de buena fortuna y augurios positivos.
Al final, paramos en un cafetín egipcio y tomamos té a la menta fumando un narguilé, o pipa de agua. Dimos una vuelta por Luxor a bordo de una calesa, recorriendo la ciudad; viendo cómo Ra (el sol poniente) se esconde tras el Nilo; recorriendo los mercados de la ciudad; escuchando la llamada de la oración. Los niños nos piden unos céntimos mientras recorremos la distancia hasta el aeropuerto donde abordamos un vuelo interno de Air Cairo de una hora hasta la capital.
Llegamos a la inmensa metrópoli, simplemente impresionante. Tardamos más de una hora en llegar al hotel en Giza, al suroeste de la ciudad. Cenamos en un restaurante y nos aposentamos en el hotel Grands Pyramids, donde nos recibe la amplia sonrisa del policía de la puerta, y los circunspectos recepcionistas que no hacen el mínimo esfuerzo por hacerse entender sino es inglés. Yo me defiendo con el poquito de inglés de toda la vida.
Martes, 1 de abril
Esperando a Carmen que es una valiente, en el interior de la segunda pirámide... :-(
Plato fuerte: Pirámides.
Pasamos la mañana en la meseta de las pirámides. Una de mis preocupaciones es la claustrofobia que podía sentir de entrar en la segunda pirámide (Kefren). Desisto y entra mi mujer, que es muy valiente. Me consuelo pensando que dentro no hay nada: sólo la cámara mortuoria vacía y una atmósfera cargada y viciada, con millones de toneladas en bloques de piedra sobre las cabezas de los visitantes. En la esfinge nos sacamos las fotos de rigor con las pirámides -y los sempiternos turistas (como nosotros) detrás- al fondo.
Comemos en un chiringuito, camino de Menfis, y visitamos la Esfinge de alabastro.
Piramide-mastaba del faraón Zoser 
(III Dinastía), Saqara
Niego una propina a un policía que pretendía indicarnos un ángulo para las fotos: nos deben ver cara de guiris.
Accedemos al complejo funerario de Saqqara. Impresionante la pirámide escalonada de Imhotep o algo así, y bajamos a la tumba, mastaba de Mereruka, una “vivienda” eterna de 33 habitaciones.
Regreso al hotel a ponerse de tiros largos: nos espera la noche cairota. En el autobús nos dirigimos a recorrer, sin parar, la Ciudad de los muertos,
Ciudad de los Muertos. El Cairo.
donde cohabitan los muertos con los vivos, muy interesante aunque no conseguimos detenernos. Pasamos por el lugar donde Anuar El Sadat cayó acribillado en un desfile.
Acabamos la noche cairota cenando excelentemente en el barco restaurante Maxim mientras disfrutamos de la danza de un giróvago. Acabé mareado, sólo de verle, y al final se empeñó en hacerse una foto conmigo. A continuación, la autenticidad de la danza del vientre al son de una orquestina de chirimías y tambor.
Me hice la ilusión de estar en un cabaret de El Cairo de la segunda gran guerra.
Por la noche caí tan rendido que no me dio tiempo ni a fantasear con la danzarina del vientre...
A bordo del barco restaurante sobre El Nilo. Danza del vientre
Miércoles, 2
El Cairo:
Coches, coches, escombro, calles destartaladas, no semáforos, cláxones, Nilo, autopistas, vendedores, cruces de calles, excalectric, gente, gente, mujeres veladas, ojos ardientes, penetrantes, edificios grises de contaminación, Egipto en su plenitud.
Pero cómo no, El Cairo cristiano y judío… barrio copto de iglesia de San Sergio y cripta donde se refugió la Sagrada Familia.
A continuación una visita de emociones a la Sinagoga de Ben Ezra: maravilla del Rollo de la Torá y de la Estrella de David.
Y Ciudadela de Saladino, donde nos descalzamos para entrar, infieles, a la Mezquita -de Mohamed Alí- de Alabastro. Nos sentamos en las inmensas alfombras mirando la magnificencia y espectacularidad de sus techos. El guía aprovecha para hacer apología del islamismo y de su religión, y dice cosas que nosotros, pobres guiris en tierra extraña, miramos con cara de bobalicones atendiendo con respeto: "Alá es el único dios, y Mahoma su profeta". Desde la explanada nos asomamos a la vista de la ciudad y yo trato de oir, entre el tráfago de los rumores urbanos, los lamentos del faraón por la rapiña de las piedras milenarias de las pirámides, para la construcción de la fortaleza.
Museo de El Cairo, donde visitamos la cámara con la máscara funeraria de oro del faraón de faraones: Thuthankamon. Pero también escribas, cabezas, bustos, escarabajos, carros, oro, sarcófagos, y tantas y tantas cosas… como la piedra de Rosetta.
Comida en un barco restaurante -sin alcohol-, y visitamos el mercado de Khan El Jalili, donde los vendedores salen al paso con sonrisas y zalamerías: compramos los últimos regalos y compruebo que lo mío no es regatear: hasta el vendedor se rie de mi. Camisetas y baratijas, es lo que mercamos como si de fenicios y egipcios se tratase.
Acabamos la jornada escapándonos unos minutos para sumergirnos en algunas calles y aprovechar para pedirle al “sacaperras” algunas libras egipcias que nos van escaseando.
Jueves, 3
Partimos para Alejandría, la ciudad situada en el bajo Nilo, orilla del Mediterráneo. No tiene nada que ver con la capital. Limpia, ordenada, rosa de la mañana, recorremos sus calles hasta llegar y bajar a las catacumbas de Kom El-Shuqafa del siglo II con trescientas tumbas.
Accedemos a La columna de Pompeyo en honor de Diocleciano “el invencible” por medio de cien escalones en medio de un paisaje de ruinas históricas donde se amontonan cruces y medias lunas e inscripciones sin ton ni son. Unos obreros manejan una retroexcavadora bajo un tibio sol mañanero.
En la nueva Biblioteca, una de las desaparecidas maravillas del mundo, recorremos las instalaciones en una perfecta simbiosis de incunables y papiros con ordenadores y luz natural, las inscripciones con las exposiciones de vanguardia.
Ponemos punto final al recorrido comiendo magníficamente en el palacio Montasa, pabellón de té de los “oficiales libres”, construido por el rey Fuad. El lujo y la decadencia para descanso de las antiguas clases dominantes.
Regresamos a El Cairo y nos disponemos a pasar las últimas veinticuatro horas de descanso.
Viernes, 4
Me despierta la llamada a la oración de varias de las mezquitas cercanas al hotel. Las calles están ligeramente más vacías de coches. En lugar de los tres millones que diariamente circulan por sus calles, este viernes, festivo, de oración y relajo, son solamente dos millones novecientos mil. Salimos a la calle y Carmen y yo nos jugamos el físico atravesando una de las avenidas de Giza. Los bocinazos de los conductores y taxistas resuenan a nuestro alrededor, mientras detrás de los edificios, a "escasos" tres kilómetros, se observa la silueta difuminada, brumosa y grisácea de la Gran Pirámide.
En el hotel zanganeamos hasta llegada la hora de ir al aeropuerto. Tiro las últimas fotos de la tarde de viernes con los parques llenos de familias y niños por todos lados.
En el aeropuerto soy cacheado –por tercera vez- y abordamos al avión de Gadair.
Egipto nos despide con un espectáculo soberbio y uno de los más hermosos que yo haya visto jamás: El Cairo, sobrevolándolo, de noche. Atrás dejamos un inolvidable viaje que nos ha llevado desde el profundo sur hasta el marítimo norte de un país que nos deja una profunda y grata huella ¡Shucram, Egipto!
Madrid, una de la madrugada. Abordamos un taxi y la ciudad nos parece de juguete.
No hubo más. Hotel. Atocha. AVE. Sevilla y Huelva. Como dijo aquel, y en este caso es cierto: COMO FUERA DE CASA, EN NINGÚN SITIO.

13 comentarios:

  1. Magnifico tu relato de Egipto.
    Este país me fascino, no solo su cultura y construcciones milenarias , sino la actual. Sobre todo, la gente, su forma de vida, la paz con la que la mayoría afronta una vida, que para nosotros, seria mísera y ellos la viven con plenitud.
    Que mal nos han enseñado a vivir, en esta sociedad capitalista.
    Abusimbel, me resulto un lugar mágico, pero 3 horas de caravana, en coche, no me parecieron de recibo.
    Hubiese preferido, 7 días en camello.
    Un cordial saludo

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  2. Estupenda crónica!!
    Das tantos detalles...Las faluas en el rio, viendo la vida ribereña como si no hubieran transcurrido miles de años....
    Que me ha recordado dos libros que leí el año pasado. La dama del Nilo y el arquitecto del Faraón. Narran muy bien la vida y costumbres de este pueblo.
    A lo mejor algún día hacemos este fabuloso viaje.
    Y sí entraré en la pirámide:)
    Un beso.

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  3. Me alegro de que haya sido capaz de trasmitirte un átomo del espiritu egipcio.
    Es tal cuallo narro.
    En cuanto a entrar en la pirámide, ya digo, es para espíritus fuertes... y yo soy muy sensible.
    Besos, habibi!!!

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  4. amigo mio.

    compruebo que Egipto, te duele, igual que a mi .

    un abrazo

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  5. Pedro
    espero que Egipto encuentre su camino y podamos seguir visitando sus maravillas.
    Un abrazo

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  6. Ya me acuerdo de estas fotos, Jóse; como ya te dije, me pareces un fotógrafo de primera, y te lo digo de corazón (¡me encanta la fotografía!), no es pasteleo :)

    Haces bien en recordarnos que los egipcios son personas capaces de sublevarse ante la injusticia de regímenes obsoletos y recalcitrantes, ante un mundo que quizás necesite caerse a pedazos para volver a recomponerse.

    Te deseo un buen inicio de semana, mejete, con tus frascos ambarinos (y peligrosos...) y las ricas comidas de Pichardo :DD

    Un besote.

    PSD: Por cierto, no te dije que tu hermana Mª Victoria, useasé :),la madre de la novia (ya esposa), se da un aire a mi madre...

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  7. Mar
    Gracias por tus opiniones, Egipto me impactó y ahora me impresiona y emociona, cuando veo miles de personas abarrotando las calles de sus ciudades.
    Espero que Miguel -nuestro guia- se encuentre bien y que pronto todo vuelva a la normalidad (y los corruptos puedan irse para siempre).
    Pues sí, mañana al trabajo con mis frascos y colores, espero que por poco tiempo. Son ya casi 39 años mirando esos mismos colores (casi no necesito indicadores para ver los cambios de color, condición para valorar los productos, dado la experiencia que tengo... no tengo la culpa... jejejej)
    Me alegro del parecido que has encontrado entre mi hermana y tu madre: mira que si tenemos algún lejano parentesco...)
    Un beso y buena travesía a través de cinco jornadas, amiga!!!

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  8. Laura
    Egipto es eterno.
    Lo he repetido precisamente porque me pediste alguna foto más.
    Un beso

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  9. Me encanta como relatas tu viaje.

    Me fascina Egipto, pero ese es un país que casi seguro que no visitaré, por lo menos en bastante tiempo.
    Mi marido siempre dice que es peligroso, sobre todo ahora.

    Por cierto... ¡Qúé lástima de los destrozos sufridos en museos por culpa de las revueltas de estos días!

    Todo lo que destruyen es patrimonio de la humanidad. Es algo irreemplazable.

    Un abrazo, José Antonio.

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  10. Adelaida
    Habría que estar loco para ir allí, en estos momentos. Pero te puedo decir que no es un país peligroso ni mucho menos, y que merece la pena pasar una semana recorriendo el Nilo, visitar sus necrópolis, sus mastabs y tumbas. Sentir la arena del Valle de los Reyes bajo tus zapatos, y que el murmullo de tus pisadas lleguen al mundo donde moran miles de antiguos egipcios en el reino de Osiris.
    Y al caer la tarde tras las arenas del desierto de Libia, sentarte en la cubierta del pequeño crucero y escuchar el ulular del viento sobre las dunas que Anubis confunda a los ladrones y violadores de los reyes y reinas.
    No te fascina Egipto, si así fuera no podrías sustraerte a su influjo.
    Sus tesoros no pertenecen a la Humanidad, sino a sus muertos que aún vagan en busca del Más Allá hasta llegar a presencia de Osiris.
    Un beso, amiga...

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  11. Bueno, José Antonio, no es que no me fascine, es que tengo 44 años y aún no he viajado fuera de España (salvo a Portugal).

    Mi marido siempre encuentra excusas. Primero que las niñas eran pequeñas, luego que no había dinero, ahora que nuestros padres están mayores y nos necesitan. Entre tanto que le da miedo el avión y nunca ve el momento.
    A todo esto, el año pasado que me empeñé en visitar Roma (hasta fui a la agencia por mi cuenta y planifiqué sola el viaje), empezaron las dichosas cenizas del volcán y se negó rotundamente a viajar en tales circunstancias.

    A Egipto, particularmente, no creo que vaya yo jamás, pues yo quiero ir con mi marido de viaje, y él siempre ha dicho que allí no va porque es peligroso. O sea, que con suerte, este próximo verano (y si nada lo impide) iremos a París con unos amigos. Tengo los dedos cruzados, a ver si no se estropea.

    Desde luego, mi mayor ilusión es ver Roma.
    Eso es un sueño que tengo de toda la vida.
    No obstante, este año aprovecharé la coyuntura de ir con los amigos a París, a ver si así, por lo menos, entre todos lo animamos y se sube al avión sin poner impedimentos (con todo, cada vez que sale el tema dice que nos vayamos nosotros en avión, que él ya "va pallá" mientras tanto en el coche.

    Así me veo, amigo, y por eso me fascinan tus fotos y envidio tus viajes y todo lo que cuentas.

    Yo llevo desde los 19 años trabajando entre 4 paredes y viendo poco más que la fachada de enfrente cada día.

    Viajar, he viajado por casi toda España, pero ya se me quedó pequeña.
    En fin, ya me entiendes.

    Saludos.

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  12. Adelaida
    te entiendo perfectamente y aún eres joven para que algún día tu marido pierda el miedo -muy razonable, por cierto- y os decidais a viajar y no pareis.
    Mi miedo a volar era patológico hasta que con motivo de una boda en Mallorca, yo puse mil disculpas para no ir y era el pánico a subir a un avión. Cuando mi mujer regresó me encontró co cara de tonto y me dije: si no lo supero, jamás saldré de aquí. Y dicho y hecho, me agarro a la mano de Carmen cuando nos elevamos, y ya en el último viaje aterrizamos y yo me quedé dormido.
    Bueno, Roma es un destino maravilloso y estoy seguro de que lo aprovecharás como todos los que tenemos la maravillosa manía de escribirlo todo. Ya verás cómo no se te escapa ningún detalle de ninguna de sus calles, iglesias y colinas y luego narras tus vivencias.
    Ah, y no te martirices, yo he estado trabajando día y noche,pero todo tiene su fin. Cuando encauces tus tiempos, saldrás a ver este maravilloso mundo que nos ha tocado habitar.
    Y envidiaré tus viajes y tus crónicas. Es un augurio que tengo...
    Un beso, amiga

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