© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.

6.6.24

Contragxlpe

                                 

Don Felipe, Majestad, no firméis esa nefasta ley de Amnesia...

        es ahora o nunca


No firméis ni sancionéis esa ley injusta, golpista... y que salga el sol por donde pueda.

           ¡Viva España!


Evita y los descamisados begoños



 Salió al balcón de la Casa Rosada y Evita sintió en su piel nacarada el bálsamo del clamor del pueblo que se mataba, que estaba dispuesto al sacrificio por aquella mujer pequeña, delicada cual flor de la primavera austral. Allí Eva, Evita, abrazaba con aquellos brazos ya tocados con el dedo de la Muerte, pero incorruptos por siempre. Los descamisados bramaban en la gran alameda de la Plaza de Mayo a su Evita para siempre. A su lado Juan Domingo miraba embelesado por la esposa de la Pampa desde el rio de la Plata hasta la Patagonia. (De mi hemeroteca mental, personal, imaginada, mitificada, apócrifa)

5.6.24

Livia Drusila, esposa

                Livia Drusila                        Esposa del emperador César Augusto. 

          

  1.                                               Gracias a su matrimonio con Augusto, el primer emperador, Livia adquirió un importante papel protagonista, sentando un precedente inédito hasta aquel momento. Llamada a declarar y explicar a la plebe sus chanchullos.

4.6.24

Damnatio Memoriae

 



Así hacía Egipto y Roma. Eliminaba las placas conmemorativas pensando que así condenaban a los inscritos al ostracismo. Cuán lejos estos comunistas de hacer olvidar. Cuanto más borran, más recuerdos.                         Malditos..
Son unos mentirosos. Ante la petición de trasladar la placa —ya consumada la orden de retirarla— y depositarla en otro lugar para preservar el recuerdo, os mandantes replican que la placa ha sido imposible de desprenderla por estar sujeta al muro por medio de mortero por lo cual ha sido imposible extraerla de una pieza. Mentira, por detrás esa placa no tiene ninguna capa de nada; estaba sujeta por cuatro anclajes. MENTIRA.                                                                                La han destripado para impedir que fuera hábil para depositar entera o en dos o tres fragmentos. Tampoco se ha permitido que nadie se lleve a casa un solo fragmento. MENTIROSOS Y COBARDES.

3.6.24

La casa di Cesare (Entrevista a Sara Delvecchio)

«La casa di Cesare es parte de mi corazón, en este lugar mágico están los recuerdos más lindos que tengo de mi abuelo» ( Sara Delvecchio )

 https://lacasadicesare.wixsite.com/vacanza                     https://www.facebook.com/profile.php?id=61559742345399...


No se puede describir con palabras. La primavera ha estallado en toda su gama de colores y el paisaje que se divisa es sencillamente abrumador. Estoy acompañado de una mujer de la que tengo el privilegio de conocer desde bien pequeña. La vida muchas veces tiene momentos que nos determinan por encima de espacios y tiempos. Estoy con una preciosa mujer a la que considero casi una hija, a la que conocimos muy lejos de este idílico lugar que ella ha convertido en un auténtico refugio. Le pido que ella misma nos explique la pequeña historia de la casa de su abuelo —a quien también conocimos— y que ahora ha convertido en un minúsculo complejo de apartamentos turísticos [en España serían "apartamentos rurales"]. Nos sentamos en una de las terrazas sobre el lago de Iseo y sus orillas limítrofes entre las provincias de Bérgamo y Brescia. Estamos entre algún andamio, botes y olor de pintura, cristales recién instalados y habitaciones aún vacías esperando amueblarlas, a la espera de los últimos detalles y tras la inauguración, los primeros clientes privilegiados.
—Cuéntanos, Sara, algo sobre este primoroso rincón. —Sara sonríe porque tenía ganas de contar algo que siempre ha llevado muy dentro de sí.
—Esta casa pertenecía a mi abuelo Cesare. Este lugar constituía su refugio cuando buscaba tranquilidad y silencio. Aquí lo encontraba, entre cumbres y vegetación.
—Pero Cesare vivía allá abajo, ¿no es cierto? —desde nuestra atalaya busco y señalo con el dedo la misma desembocadura del río Oglio en el lago del mismo nombre. Allí mismo conocí a toda la familia. Sara asiente y sonríe, no necesita mirar algo que conoce de sobra.
—Cuando yo era pequeña, a veces él me traía a San Vigilio. Subíamos en la Vespa mi abuelo Cesare y yo, y también Pepe (mi perrito) ¡eran otros tiempos! Te aseguro que éramos un espectáculo digno de ver.
Me imagino a la "piccola" Sara y a Cesare "il nonno" —un hombre sencillo y cercano, todo bondad, de quien siempre guardaré un buen recuerdo—. A Sara se le humedecen los ojos recordando su infancia subiendo a San Vigilio de copiloto hasta La Casa de Cesare, que hoy, a punto de inaugurarse —procurando no perder el latido del corazón de su abuelo— Sara me muestra.
—Cuenta algo de la vida de tu abuelo.
—Mi abuelo nació aquí, en San Vigilio. Al casarse, se mudó a Costa Volpino, pero esta casa, aquí mismo, era la que realmente le hacía sentirse pleno. La mayoría de los recuerdos que tengo de mi abuelo están ligados a este mágico lugar, son recuerdos apasionantes y llenos de amor.
Sara guarda silencio aunque unos obreros trastean dando los últimos retoques (Sara sonríe al recordar cómo los albañiles, tan poco dados a fijarse en el entorno, se quedaron extasiados cuando llegaron por primera vez para iniciar las obras y vieron el paisaje).
Sara me recuerda, y yo lo trasmito a través de este diálogo convertido en entrevista como bello augurio «Si decides quedarte en "La casa di Cesare", espero que este lugar pueda entrar en tu corazón como lo hizo para mí y para mi abuelo, y que los recuerdos de los días pasados ​​aquí puedan acompañarte por el resto de tu vida». La primitiva casa fue construida por Cesare Delvecchio en los años 60; hoy, mayo de 2024, Sara se ha lanzado como emprendedora renovando y rehabilitando bajo la dirección técnica y facultativa de su marido el arquitecto David Moriggia.
Sara me muestra las zonas que se divisan del valle Camonica, y cómo la SS 42 bordea el lago Iseo desde Bérgamo, a escasos 40 km. que hace de este lugar un excelente punto de partida para alojarse y realizar todo lo que este bello pais, Italia, ofrece: sus ciudades y monumentos; pero también todas las actividades como senderismo y ciclismo aparte de los deportes de nieve en Montecampione o los cercanos Alpes.
No le pregunto a Sara por las características de sus instalaciones y precios pues ello es propio de sus sitios webs y Redes sociales. Este entrevistador ha querido poner el corazón que Sara dice compartir de la herencia de Cesare, el abuelo del alma.
Visitamos el pequeño pueblo y la pequeña iglesia. Algún perro ladra en la lejanía y los gallos cantan ya bien entrada la mañana. Descendemos hasta el valle y nos despedimos. Prometo a Sara que por mi parte, animaré a alojarse en este lugar privilegiado. La casa di Cesare... de su nieta. Enhorabuena y buena suerte con esta preciosa y exquisita instalación situada en los riscos donde vuela alto el águila.
San Vigilio, es una fracción de Rogno (Bérgamo). Ver sus redes sociales, Facebook, Instagram y plataformas de viajes.

1.6.24

GOLPE



30 MAYO 2024
Dia de San Fernando III el Santo
LA TRAICIÓN SE HA CONSUMADO.
LOS CULPABLES SON LOS FELONES —PASTOREADOS POR UNOS NIÑATOS— PERO TAMBIÉN LOS QUE CALLAMOS.
SERVIDOR HA HECHO LO POSIBLE POR ANUNCIAR Y DENUNCIAR LA TRAMPA TENDIDA POR ENCIMA DE LA SANGRE, EL SUDOR Y LAS LÁGRIMAS DE NUESTROS ANTEPASADOS . GRACIAS POR LA "ATENCIÓN" Y HASTA OTRO MOMENTO Y EN OTRO LUGAR...30 MA

30.3.24

Gallo en gallinero

        Era el puto amo del gallinero,  lo sabía y ejercía. Sus andares eran como los de todos los putos amos de cualquier gallinero. Caminaba contoneando todo el cuerpo, manteniendo, sin embargo, prieto el plumaje. Sus alas se señalaban sobre los costillares —permítaseme el símil como si de un rumiante se tratara— pero sí dejaba traslucir su signo emblemático del que hacía alarde y ostentación. Era rojo encarnado, grueso, aserrado en puntas uniformes y bien definidas y erectas. Lo movía —comentaban en susurros, a sus espaldas, las demás aves— a voluntad mostrando así su dominio sobre el corral. Se trataba de su cresta, una cresta ya digo, como no se veía en la hacienda desde varias generaciones atrás, nunca las llevaba fáccidas, colgonas o lacias, no, era una cresta firme, recia rojo intenso y musculosa.                                             Otro emblema que lucía nuestro ejemplar eran los siempre poderosos —de poder, de dominio, de valentía, de osadía— espolones. Espolones que si en su juventud eran signo de virilidad, él, el gallo, había hecho de sus atributos gallináceos, virtud. O eso creía nuestro gallo. Pensaba que se encontraba en sus absolutos dominios y que a él nadie lo cacareaba de forma gratuita. Paseaba de arriba a abajo, a veces sobrevolaba el gallinero en vuelos cortos pero audaces moviendo su corpachón voluminoso, alado. Todas las aves salían despavoridas cobijándose en los palos que atravesaban el recinto avícola. Sus vuelos eran más de aviso y advertencia que vuelos prácticos. Era un creido —pensaba el resto de la avifauna— que de cuando en cuando necesitara decir aquí estoy yo. De comida, ni dudarlo, el mejor 'millo' en el mejor lugar del gallinero —los malcacareantes despotricaban criticando el liderazgo— y sobrando mejor que faltando.
    Y qué decir del apareamiento: cuando quería, con quien deseaba y cuantas veces sentía necesidad. Vaya, "aquí te piso, aquí te apareo". Conocía el sistema muy bien y cuando le picaba la cloaca —las aves de corral carecen de miembro 'galleril'— iniciaba el rito consabido: abría las alas, correteaba hacia los cubiles de comida y atraía a las incautas gallinas que necesitaban poco llamamiento para ejecutar el acto supremo entre dos seres de distinto sexo, que yo sepa en este entorno avícola. Al final cloaca gallera entraba en cloaca gallinera, y punto pelota: cada ave a su territorio.
































    Esta era la vida del gallinero, que se desarrollaba rutinaria y sencillamente. Un runrún, sin embargo corria por el gallinero.
    Una noche, mientras el gallo dormía en su palo mayor, media docena de gallinas, que eran continuamente despreciadas, ninguneadas por el Gallo —le gustaban a su gallidad pollitas y no vulgares gallinas cluecas— se acercaron al palo, esperaron a que el sol hubiera dejado de proporcionar rayos —conocido es a qué hora se acuesta este colectivo plumífero—, subieron procurando no cacarear y cuando estaban sobre el palo mayor, a la de tres, se abalanzaron sobre le gallo al que cogieron desprevenido con la cabeza y su cresta metidas y bien metidas debajo del ala izquierda y entre la media docena de gallinas confabuladas a las que se unieron otras y algún pollo, lo dejaron despulmado, con la cresta desdentada, los espolones picoteados por las vengativas gallinas. El gallo, después de aquel brutal ataque en la oscuridad, se malrepuso y cacareaba lastimeramente, con ronquidos galleados pero menos, que duraron hasta el amanecer. 
    Cuando salió el sol, el gallo no tenía el cuerpo para cantos ni historia pero tuvo la mínima decencia de salir a la granja que se había, en parte, rebelado durante la noche. Cacareando y sin plumas es lo más gráfico que el narrador ha encontrado en el refranero para definir el cuadro.
    Nunca más se supo nada del suceso, ni quiénes se habían comportado como unas excepcionales gallinas pero se resolvió con la caida en picado (sin pausa) del malhadado gallo que acabó encerrándose en el gallinero. Otro pollo —pollastre—, ya en ciernes de gallo, ocupó el lugar preeminente.                      En su primer cacareo público dijo que había aprendido la lección, y que de más rebelión en la granja, nada de nada...

De oro 1975-2025

  Cincuenta, cuarenta, treinta, veinte, diez. ...