Nos conocemos de apenas hola y adiós en persona. Nos conocemos algo más de recibir, exponer y concursar en este grupo del que forma parte desde sus inicios, y de premiarla. Alicia se ofrece con gusto a esta entrevista con que El pincel de bambú le abre los brazos. Alicia todo dulzura, todo sonrisa, contenta contesta, lo sé, con su proverbial amabilidad.
—Aunque eres miembro de este grupo desde hace diez años, date a conocer, por favor
—Me llamo Alicia Clerencia Adanero, nací en Zaragoza y me trasladé a Huelva con nueve años, sintiéndola también pronto como mi patria a partes iguales. En cuanto a mi modo de ver la vida, puedo decir que esta no deja de sorprenderme cada día. Soy emotiva y curiosa. Para mí todo es un aprendizaje, una lucha, una forma de crecer. Intento hacer que todo lo que emprendo, por pequeño que sea, se convierta en algo apasionante para mí. No me van las medias tintas, la insinceridad o la gente interesada. Respeto todo y a todos e intento salvaguardar, al mismo tiempo, el respeto por mí misma, algo que no siempre es tarea fácil. Soy amante de la naturaleza y los animales, y una apasionada de la fotografía. El amor a mi familia es la base de mi fuerza, mi gran amor mis hijos y mi renacer, mis nietos. Vitalista y optimista (con mis bajones), intento sacarle el lado positivo a todo y no arrepentirme de nada. Le echo a la vida una buena dosis de humor y procuro practicar la risoterapia. Autodidacta, como la mayoría de aficionados a la fotografía, heredé esta pasión de mi padre con quien en muchas ocasiones entraba en el cuarto oscuro de revelado.
—¿Podrías definir la fotografía?¿Qué significa para ti?
—La fotografía para mí es un modo de expresión. Un viaje al interior de uno mismo, te ayuda a conocerte; y hacia el mundo exterior, ya que permite proyectar, comunicar lo que se ve, y en definitiva lo que se siente al resto del mundo. Un constante aprendizaje, un constante crecimiento, un enganche apasionante... y quien lo prueba repite.
—¿Dónde te mueves más a gusto, al aire libre de paisaje, en el medio urbano de calle y plaza o en un estudio con modelos y bodegones?
—Al principio me movía más a gusto al aire libre fotografiando paisajes: pronto aquello se me quedaba corto. Empezó entonces a interesarme la fotografía urbana, quería captar el ritmo de la ciudad, algo para mí vivo y en constante cambio, y cuya sal (parafraseando a Sebastiao Salgado) son las personas. Es un tipo de fotografía que te permite interactuar con la gente, la cual nos sorprende agradablemente la mayoría de las ocasiones, dejándose fotografiar de buena gana. Pienso que la gente se siente más agusto y es más espontánea en el medio urbano. Aunque en un estudio de fotografía se consiguen también unos resultados geniales, pero es otra historia. No podría encuadrar mi estilo en un solo género, ya que adoro las fotografías de detalles; sin dejar atrás mis fachadas antiguas con mi colección de puertas, la mayoría nos cuentan alguna historia de muchos años vividos y tiempos mejores. Mis pequeñas incursiones en fotografía macro, la minimalista, la de arquitectura y, cómo no, el retrato, siendo un reto para mi conseguir captar en una imagen a la persona tal y como es en su interior.
—Yo opino que no siempre, mejor dicho casi nunca, una imagen vale más que mil palabras. ¿Y tú qué opinas?
—Opino que todo es manipulable, la palabras y las imágenes también. Por poner un ejemplo, en una manifestación puede hacerse una fotografía con un encuadre cerrado que muestre un núcleo importante de gente y parecer que han acudido cientos de personas, sin embargo si abrimos ese encuadre podríamos ver muchos huecos entremedias y mostrarnos una realidad bien distinta. Con las palabras ocurre lo mismo, hay mil formas y maneras de contar la misma historia.
—¿Qué fotógrafo es tu inspiración, tu modelo a seguir? ¿a quién admiras?
—Admiro a muchos fotógrafos, no todos tienen por qué ser famosos. Pueden encantarme fotografías de cualquier compañero aficionado y también las de grandes maestros, a veces casi a partes iguales. Pero si me pides un nombre de alguien muy conocido, puedo decirte que admiro a algunos clásicos como Ansel Adams, Robert Kapa, Dorotea Lange o Vivian Maier; también al anteriormente nombrado Sebastiao Salgado y cómo no la española Isabel Muñoz.
—¿Mejor fotógrafa y fotógrafo del mundo en tu opinión?
—Me haces una pregunta que no puedo contestar, hay muchos y tan buenos que no podría decir uno solo.
—¿Se notaría el género del autor sólo mirando una fotografía? ¿Existen diferencias?
—Antes pensaba que sí, que había cierto tipo de fotografías que estaba bastante claro que las había hecho una mujer. El tiempo y la experiencia me han enseñado que esto no es así.
—¿Color o B/N?
—He ahí la cuestión... A principios del siglo XX los expertos en imagen de la época, los hermanos Lumiére y Kodak, se afanaban en encontrar modos de colorear las imágenes. Hoy en día parece haber un gusto por la vuelta a lo clásico, a lo retro o vintage; en esta tendencia entraría también, a mi modo de ver ese gusto por la fotografía en blanco y negro, que por otra parte le va mucho mejor a cierto de tipo de fotografías, ya que se centra mucho más en el concepto que la imagen desea transmitir al no existir otro tipo de, vamos a llamarlo distracciones, como el color. A cierto tipo de contraluces y algunos retratos les va como anillo al dedo el blanco y negro, sin embargo hay otras fotografías que sería un sacrilegio revelarlas así. Hoy en día, un revelado en blanco y negro digital es mucho más difícil que en color; es complicado sacarle todos los matices de grises y que haya un contraste adecuado entre luces y sombras, no basta ni mucho menos con darle al botón de «pasar a blanco y negro».
—¿Fotografía editada o tal cual?
—Con este tema hay casi una guerra entre fotógrafos, pero la auténtica realidad es que actualmente parte de la fotografía digital es la edición, o para ser exactos habría que conocer varios términos que, aunque en principio puedan parecer sinónimos, no lo son. Hay que partir de la base de que los fotógrafos disparamos en un formato que se llama RAW (crudo en castellano), que sería algo parecido a un equivalente al negativo en fotografía analógica, después la fotografía hay que revelarla. Ahora en vez de líquidos y cubetas tenemos programas informáticos. Después del revelado se pueden hacer muchas otras cosas, edición, fotomontaje, manipulación... que como digo no significan lo mismo y que, por otra parte, también eran prácticas comunes en muchos cuartos oscuros de revelado analógico. En mi opinión «fotografía» es todo, el resultado final ha de transmitir algo, si no lo consigue da igual lo que hagas con la fotografía. Hay auténticas obras de arte con montajes de fotografía, algunas son muy obvias, otras pasan desapercibidas. Si son buenas nadie se atreverá a criticarlas, como mucho a calificarlas de arte digital. Actualmente estamos llegando a extremos insospechados en este sentido con la IA (Inteligencia Artificial), existen programas a los que les puedes dar las instrucciones de lo que deseas y lo hacen todo solos, supuestamente utilizan imágenes de enormes bases de datos existentes. Hay auténticas maravillas en este sentido, pero para mí esto ya no es fotografía.
—¿Echas de menos la fotografía en papel? (más tarde hablamos de tu exposición)
—Antes de que la fotografía digital fuese reemplazando a la analógica, la mayoría de aficionados ya nos estábamos quedando cortos con el espacio físico en nuestras casas para el almacenamiento de fotografías. De hecho hubo un tiempo en que yo me pasé a las diapositivas por lo mismo. Al final cualquier espacio se queda corto, hasta los discos duros externos ya que ahora que la fotografía se ha 'democratizado' y abaratada gracias a la era digital y disparamos miles de fotografías. Sería por tanto impensable tener impreso en papel todo aquello que fotografiamos, pero ya los expertos se han dado cuenta de que estos soportes digitales no son eternos, también se estropean. Se deterioran tanto tarjetas, como DVDs y discos duros; es por lo que ahora se almacenan copias de seguridad en la nube. Pero hay una tendencia muy recomendable que es imprimir todas aquellas imágenes que consideremos irreemplazables. Aunque el papel se deteriora también, siempre permanece. Y otra práctica recomendable es imprimir y hacer álbumes de fotografías con las que tengamos especial capricho, ya sea de un viaje o por cualquier otro motivo, quedan preciosos y siempre los tendremos a mano.
—¿A quién (personaje) o qué (paisaje) te gustaría captar con tu objetivo que en principio te parece casi imposible?
—Sueño con ir a Islandia
—¿A quién no fotografiarías por nada del mundo?
—A alguien que no quisiera ser fotografiado, o a alguien que no me transmitiese buenas vibraciones.
—Háblanos de tu Exposición. ¿Es la primera en que eres la protagonista?
—Si, es la primera. Y la estoy tomando con nervios e ilusión a partes iguales.
—Haznos un pequeño resumen de lo que se podrá ver, dónde y cuándo.
—“Un viaje alucinante” pretende ser una muestra de cómo veo el mundo a través de mi cámara, o lo que es lo mismo, de mi mirada. Un recorrido por varios años de fotografía, la mayoría capturadas en la provincia de Huelva, pero también en el resto de España e incluso Portugal. Se trata de un total de 19 fotografías, la mayoría de ellas de paisaje, todas en color.
—Dinos tu obra favorita de esta exposición.
—Hay dos fotografías que me gustan especialmente, una está hecha en la «Saca de las yeguas» en Almonte, una experiencia inolvidable y que me ha traído muchas satisfacciones. La otra la hice en Oporto, un viaje inolvidable para mí, con muy buenos amigos.
—Danos un par de buenas razones para (venir a) verla, incluso a los que nos leen desde muy lejos.
—En la era de un mundo digital es una necesidad seguir usando medios físicos, disfrutar de nuestras imágenes en vivo y en directo, en formato grande. Intercambiar opiniones en persona, máxime cuando es en un entorno tan cultural como es una sala de exposiciones. No podemos dejar que la fotografía siga siendo considerada un arte menor. Por supuesto he reservado para esta ocasión fotografías inéditas. Además voy a intentar completarla con una proyección de más fotografías en la presentación de la inauguración.
—Para terminar, dinos un lugar para vivir:
—Huelva.
—Un lugar para fotografiar.
—Huelva, y también el resto del mundo.
—Un lugar para amar.
—Cualquier lugar es perfecto con la persona adecuada.
—Un lugar para morir.
—Creo que, como casi nadie, no voy a poder elegir, simplemente dejaré este mundo imaginándome que vago por el espacio tiempo.
»Pero como el entrevistador es un enredador de cuidado, traigo a traición, una estrofa con sabor y olor a «Mediterráneo» que Alicia nos trajo a este mismo grupo el 23 de mayo 2014. No debe presumir de no poder elegir el lugar —ojalá tarde años y más años— pero si hemos de deducir, su lugar —en ello coincidimos— es cerca de los mares, de estos cercanos, lejos de nuestros respectivos terruños interiores:
«Ay...
Si un día para mi mal
viene a buscarme la parca.
Empujad al mar mi barca
con un levante otoñal
y dejad que el temporal
desguace sus alas blancas.
Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...»
—Un libro
—Voy a esforzarme mucho y a decir sólo uno: «Juan Salvador Gaviota»
—Una peli
—Me considero cinéfila de pro y al igual que me cuesta definirme por un fotógrafo ilustre, también me cuesta escoger una sola película, ya que además me gustan muchos géneros. Puedo decirte que soy fan de la saga Star Wars, la de los años 80. Adoro una buena película de ciencia ficción y del espacio; la última que vi y me encantó fue “Dune”. También supuso para mi un antes y un después en la historia del cine de ciencia ficción “Interestelar” la cual además tiene un valor didáctico-científico.
—Una comida
—Me lo pones cada vez más difícil al pedirme sólo “uno” de cada cosa. Disfruto a partes iguales de un huevo frito con patatas, unas chuletas de ternasco, una buena paella, un cocido maragato, unas torrijas, sushi, o una buena ensalada.
—Una bebida
—Agua, y cerveza
—Un sueño cumplido y otro por cumplir
—Sueño cumplido: Inaugurar mi propia exposición fotográfica.
Por cumplir: viajar a Islandia
—Un calificativo para esta entrevista.
—¡Difícil! Más difícil de lo que pensaba.
—Una despedida
—¡Nos vemos en la exposición!
Esta es Alicia Clerencia, amante de la vida, del Arte, de su tierra, de sus hijos y nietos, pero sobre todo, como Juan Salvador Gaviota, amante de la Libertad y de levantarse, alzar el vuelouna y otra vez. Ahora la conozco un poco mejor aunque siempre lo he sabido: Alicia es una delicia, y no es ningún juego de palabras facilón. Sabe de todo lo que está relacionado con la vista y bien que lo demuestra. Ahora también lo va a mostrar siendo, por fin, ella la protagonista, la estrella, la artista. Alicia Clerencia, del Ebro al Odiel.
¡Y cómo lo sabes, Alicia! allí estaré para, entre muchos de tus amigos y compañeros expertos del bello arte que practicas, estaré, ya digo, entre bastidores para ser testigo de tu seguro éxito. El pincel de bambú será testigo y tendrá cumplida cuenta de ello. Gracias, Alicia y buena suerte.