«La casa di Cesare es parte de mi corazón, en este lugar mágico están los recuerdos más lindos que tengo de mi abuelo» ( Sara Delvecchio )
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No se puede describir con palabras. La primavera ha estallado en toda su gama de colores y el paisaje que se divisa es sencillamente abrumador. Estoy acompañado de una mujer de la que tengo el privilegio de conocer desde bien pequeña. La vida muchas veces tiene momentos que nos determinan por encima de espacios y tiempos. Estoy con una preciosa mujer a la que considero casi una hija, a la que conocimos muy lejos de este idílico lugar que ella ha convertido en un auténtico refugio. Le pido que ella misma nos explique la pequeña historia de la casa de su abuelo —a quien también conocimos— y que ahora ha convertido en un minúsculo complejo de apartamentos turísticos [en España serían "apartamentos rurales"]. Nos sentamos en una de las terrazas sobre el lago de Iseo y sus orillas limítrofes entre las provincias de Bérgamo y Brescia. Estamos entre algún andamio, botes y olor de pintura, cristales recién instalados y habitaciones aún vacías esperando amueblarlas, a la espera de los últimos detalles y tras la inauguración, los primeros clientes privilegiados.
—Cuéntanos, Sara, algo sobre este primoroso rincón. —Sara sonríe porque tenía ganas de contar algo que siempre ha llevado muy dentro de sí.
—Esta casa pertenecía a mi abuelo Cesare. Este lugar constituía su refugio cuando buscaba tranquilidad y silencio. Aquí lo encontraba, entre cumbres y vegetación.
—Pero Cesare vivía allá abajo, ¿no es cierto? —desde nuestra atalaya busco y señalo con el dedo la misma desembocadura del río Oglio en el lago del mismo nombre. Allí mismo conocí a toda la familia. Sara asiente y sonríe, no necesita mirar algo que conoce de sobra.
—Cuando yo era pequeña, a veces él me traía a San Vigilio. Subíamos en la Vespa mi abuelo Cesare y yo, y también Pepe (mi perrito) ¡eran otros tiempos! Te aseguro que éramos un espectáculo digno de ver.
Me imagino a la "piccola" Sara y a Cesare "il nonno" —un hombre sencillo y cercano, todo bondad, de quien siempre guardaré un buen recuerdo—. A Sara se le humedecen los ojos recordando su infancia subiendo a San Vigilio de copiloto hasta La Casa de Cesare, que hoy, a punto de inaugurarse —procurando no perder el latido del corazón de su abuelo— Sara me muestra.
—Cuenta algo de la vida de tu abuelo.
—Mi abuelo nació aquí, en San Vigilio. Al casarse, se mudó a Costa Volpino, pero esta casa, aquí mismo, era la que realmente le hacía sentirse pleno. La mayoría de los recuerdos que tengo de mi abuelo están ligados a este mágico lugar, son recuerdos apasionantes y llenos de amor.
Sara guarda silencio aunque unos obreros trastean dando los últimos retoques (Sara sonríe al recordar cómo los albañiles, tan poco dados a fijarse en el entorno, se quedaron extasiados cuando llegaron por primera vez para iniciar las obras y vieron el paisaje).
Sara me recuerda, y yo lo trasmito a través de este diálogo convertido en entrevista como bello augurio «Si decides quedarte en "La casa di Cesare", espero que este lugar pueda entrar en tu corazón como lo hizo para mí y para mi abuelo, y que los recuerdos de los días pasados aquí puedan acompañarte por el resto de tu vida». La primitiva casa fue construida por Cesare Delvecchio en los años 60; hoy, mayo de 2024, Sara se ha lanzado como emprendedora renovando y rehabilitando bajo la dirección técnica y facultativa de su marido el arquitecto David Moriggia.
Sara me muestra las zonas que se divisan del valle Camonica, y cómo la SS 42 bordea el lago Iseo desde Bérgamo, a escasos 40 km. que hace de este lugar un excelente punto de partida para alojarse y realizar todo lo que este bello pais, Italia, ofrece: sus ciudades y monumentos; pero también todas las actividades como senderismo y ciclismo aparte de los deportes de nieve en Montecampione o los cercanos Alpes.
No le pregunto a Sara por las características de sus instalaciones y precios pues ello es propio de sus sitios webs y Redes sociales. Este entrevistador ha querido poner el corazón que Sara dice compartir de la herencia de Cesare, el abuelo del alma.
Visitamos el pequeño pueblo y la pequeña iglesia. Algún perro ladra en la lejanía y los gallos cantan ya bien entrada la mañana. Descendemos hasta el valle y nos despedimos. Prometo a Sara que por mi parte, animaré a alojarse en este lugar privilegiado. La casa di Cesare... de su nieta. Enhorabuena y buena suerte con esta preciosa y exquisita instalación situada en los riscos donde vuela alto el águila.
San Vigilio, es una fracción de Rogno (Bérgamo). Ver sus redes sociales, Facebook, Instagram y plataformas de viajes.
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