2.9.22

Entrevista a Mari Paz Díaz Dominguez «mujer celebre de Andalucía»


—Me gustaría que te presentaras para nuestros amigos de El pincel de bambú

—[...]


[Ya desde la primera 'pregunta' —que el entrevistador tiene como forma usual de abrir los diálogos—, la entrevistada marca las diferencias. Mari Paz elude la petición porque sabe que la mejor presentación de cualquier persona es su obra y la forma de expresar sus pensamientos y sentimientos. Mari Paz trasmite exactamente eso, paz. Acordamos la cita en pleno centro de su pueblo. Paseamos por su plaza principal, llamada de las Monjas, y decidimos continuar por sus calles, junto a la torre gemela de la giralda sevillana. No podía ser de otra manera: el tiempo, tal como detenido, vuela, charlando y empapando al entrevistador con las lecciones de esta mujer]. 


—Echando un vistazo a la información sobre ti veo parte de tu producción literaria. "Historia de la prensa escrita de Huelva" "Cincuenta años en la prensa de Huelva" "De las gazetas a las páginas digitales (1810-2010)" y numerosos artículos, actas, congresos, jornadas, conferencias, presentaciones, colaboraciones, estudios sobre el desarrollo de la prensa. Un extenso historial por el cual te considero autorizada para responder. ¿Qué papel ha jugado hasta hoy la prensa en el mundo, en España, en Huelva en particular? 

—La prensa y los medios de comunicación en general —incluyendo radio y televisión— han jugado siempre un papel fundamental en la sociedad, siendo un elemento imprescindible como garante de la democracia. La libertad de expresión y el derecho a la información son dos elementos necesarios para el ciudadano de cualquier país. Prueba de ello es el hecho de que, en las sociedades totalitarias, los medios están controlados por el poder. Este es el principio de la manipulación social y, por tanto, del votante. Por este motivo, contar con una prensa, unos medios, libres en los que los profesionales puedan ejercer su labor profesional con independencia será beneficioso para todos, pues sólo en un sistema democrático podremos saber realmente lo que sucede a nuestro alrededor y en el resto del mundo sin condicionantes ni mensajes mediatizados por intereses ocultos. 


—¿Está muerta la prensa en papel o aún hay esperanza? 

—El debate sobre el futuro de la prensa escrita lleva muchos años siendo analizado por especialistas, profesionales de la comunicación e investigadores en general. Desde mi punto de vista, la prensa en papel continuará viva, pero tendrá que adaptarse a los nuevos roles sociales que se vayan configurando a partir de los avances tecnológicos. Ya hace casi un siglo se planteó este mismo debate entre la radio y la televisión. El descubrimiento de la pequeña pantalla se pensó que era la muerte de la radio. Y, sin embargo, las ondas han sabido adecuarse a un oyente que es bastante fiel. Algo similar pienso que puede suceder con la prensa. Es probable que en un futuro —que ya es casi presente— no existan los diarios tal y como los hemos conocido, pero continuarán siendo una vía muy valiosa para analizar y conocer en profundidad las noticias. Cada uno de los medios tiene su rol. Y todos se complementan. Puedo ver las noticias en televisión, conocer algún acontecimiento de última hora en la prensa digital y, luego, leer reportajes más amplios en mi periódico de siempre, por poner un ejemplo. Todo suma. 


—«Periodismo, Comunicación, Historia, Prensa, Mujer» son los encabezamientos de grandes temas que coronan tu curriculum. ¿Te va bien con ese orden de importancia o lo alterarías? 

—Pues, me considero una persona dinámica, a la que le gusta mucho aprender, de ahí que no sepa muy bien qué responder a este tipo clasificaciones. Prefiero pensar que no es necesario elegir entre esto y lo otro, pues todo forma parte de diferentes aprendizajes. Comencé a investigar cuando estudiaba Periodismo en la Universidad de Sevilla, centrándome entonces en temas de Moguer y escribiendo cada año en la revista moguereña Montemayor. Luego, cuando hice Historia en la Universidad de Huelva fue adquiriendo nuevas herramientas que me fueron ‘enganchando’ a esta actividad. Pero, el punto clave fue cuando realicé el doctorado, donde pude estudiar la trayectoria de la prensa onubense a lo largo de su historia. Un tema que, a su vez, me llevó a indagar sobre la mujer, porque me llamó mucho la atención que no hubiera ninguna firma femenina en la prensa hasta prácticamente el último tercio del siglo XX, siendo, en la actualidad, una profesión ocupada mayoritariamente por mujeres. En definitiva, la investigación es un campo inagotable, pues un trabajo te va llevando a otro, como me ha sucedido, por ejemplo, con las escritoras de Huelva y con las literatas relacionadas con Juan Ramón Jiménez. Una vez que empiezas, es difícil dejarla atrás. 


—En 2007 fuiste galardonada en Huelva con el Premio Historiador Díaz Hierro. ¿Fué un antes y un después en tu carrera?¿Cuál fue la obra premiada? 

—La obra galardonada fue Historia de la prensa escrita de Huelva. Su primera etapa (1810 – 1923), que formaba parte de mi tesina, es decir, la primera parte de mi tesis, un estudio mucho más amplio que abarca dos siglos de la historia de la prensa de Huelva. Para mí fue un gran honor recibir este premio de tanto prestigio, sobre todo por compartirlo con grandes investigadores onubenses. ¿Si fue un antes y un después? Bueno, a nivel personal, es cierto que a todos nos gusta que nos reconozcan nuestro trabajo, pero realmente no cambió mucho, dado que la investigación sobre la prensa de Huelva la hice porque me apetecía, en mis ratos libres y en el marco del Doctorado de Historia de la Universidad de Huelva. Un trabajo que me llevó varios años, dado que fue un estudio muy amplio y lo llevé a cabo fuera de mi horario laboral. Pero me ayudó muchísimo a crecer como persona, al tiempo que me dio la oportunidad de introducirme en el mundo de la investigación de la mano de la catedrática en Historia Contemporánea, María Antonia Peña, a la que siempre le estaré agradecida por todos los conocimientos que me aportó en esta etapa. 

Viéndolo con perspectiva, este premio quizás sí fue un antes y un después para dar a conocer mi labor como investigadora, que, hasta entonces, era prácticamente desconocida, salvo para mis más allegados. Todos me identificaban como periodista y, sobre todo, como presentadora de informativos y entrevistadora de la televisión, pues llevaba varios trabajando en Atlántico Televisión, una etapa que recuerdo de forma entrañable, por el cariño que siempre recibí de los espectadores. Por este motivo, el ‘Díaz Hierro' supuso que la gente descubriera esta otra faceta, paralela a mi labor periodística. 


—¿Un periodista se hace o nace? 

—El periodismo es una profesión muy vocacional. Todos los periodistas lo saben. Muchos llegan a serlo de forma casual y otros, lo tienen claro desde niños. Sea como sea, el mundo de la comunicación te atrapa, porque, a pesar de sus sinsabores, de que, normalmente, te quita mucho más de lo que te da, es una profesión apasionante. Yo soy una enamorada del periodismo y, aunque la vida me vaya llevando por otros ámbitos, considero que nunca dejaré de ser periodista. De una u otra forma, estoy segura de que siempre seguiré ligada a esta bonita profesión.


—Yo opino que valen más mil palabras que una imagen ¿y tú? 

—El poder de la imagen es indiscutible. Todos aceptamos lo que vemos, pero no siempre creemos lo que nos dicen. Un “te quiero” deja de tener valor si te enseñan una foto de esa persona besando a otra. Sin embargo, debemos tomar esta máxima con precaución. Vivimos en la sociedad de la imagen. Los niños y jóvenes tienen constantes estímulos en movimiento, cada vez más impactantes, a través de las pantallas a cualquier hora del día. Les cuesta, a veces, leer un párrafo de diez líneas. Demasiado aburrido para sus ojos. Pero, ninguna imagen podrá nunca hacernos sentir lo que consigue, por ejemplo, una poesía. ¿Acaso alguien es capaz de mostrar una imagen que pueda competir con el desgarrador mensaje de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda o en las Bodas de Sangre de Federico García Lorca? ¿Alguna foto puede describir mejor el asfixiante ambiente que vive la protagonista de Nada, de Carmen Laforet, en la Barcelona de la posguerra? Lo dudo. Podría poner muchos ejemplos. Y no olvidemos la facilidad que existe hoy en día para manipular esas imágenes. El Photoshop y los filtros están al alcance de todos y las redes sociales con su mundo idealizado e irreal son una clara prueba de ello.


—¿Dónde te encuentras más a gusto, frente a una cámara de TV como presentadora de noticias o ante una pila de periódicos amarillentos escrutando declaraciones de nuestros predecesores? 

—Son dos actividades completamente distintas e igualmente enriquecedoras. Disfruto mucho en cualquier ejercicio que implique comunicación, ya sea delante de la cámara, ante un micrófono, realizando un reportaje o enseñando. Creo que saber comunicar te acerca a la persona que tienes delante, al receptor, creándose un vínculo muy especial. Por este motivo, me gusta mucho ser periodista y comunicadora en general. Pero también debo decir que la investigación, en cierto modo, me ha salvado varias veces la vida. Se trata de un ejercicio solitario, de introspección, de estar con uno mismo, que nos mantiene activo y nos enriquece mucho, por lo que nos ayuda a superar los malos momentos. Cuando he vivido situaciones difíciles, he dedicado mi tiempo a leer, a estudiar, a investigar…, y, todo esto, me ha ayudado a comprender lo sucedido, a aceptar aquello que uno no quiere aceptar, a que el tiempo pase. 


—¿Han cambiado las formas y los fondos de los políticos al cabo de los tiempos? 

—La vida se ha hecho más complicada en las últimas décadas. Y el mundo de la comunicación y su relación con la política, también. Cada vez se cuidan más los tiempos, los detalles, las declaraciones de los representantes de los poderes políticos, al ser conscientes de la enorme repercusión que tienen sus acciones. Cualquier desliz se hacer viral ante millones de potenciales espectadores en cuestión de segundos a través de las redes sociales. Y esto ha provocado que, quizás, la relación entre los políticos y los periodistas se haya vuelto más organizada, más estudiada, que décadas atrás. Una foto inadecuada puede acabar con la carrera política de alguien que hacía unos días tenía un futuro brillante. Esto provoca que todo se cuide más. 


—¿Nacer en Moguer, ser paisana de Juan Ramón imprime caracter cultural? ¿No crees que está poco valorado, es poco conocido el Moguer juanramoniano?

—Muchas veces he comentado con amigos que algo debe haber en Moguer que hace florecer la cultura, dado que son muchos los paisanos que son excelentes representantes culturales en sus diferentes manifestaciones. No sé si se deberá a ese espíritu juanramoniano, pero está claro que se dan condicionantes que animan al desarrollo de propuestas literarias, pictóricas o de cualquier otro tipo. No olvidemos que el propio Juan Ramón se inspiró en Moguer para su obra más célebre, Platero y yo, donde supo describir como nadie su pueblo natal. En cuanto a si es conocido o no, quizás necesita una mayor difusión entre la ciudadanía a nivel general, porque sí es cierto que hay un colectivo interesado en la cultura que valora ese magnífico legado de Juan Ramón. 


—¿Cómo es Moguer? ¿Te atreverías a describirlo y darlo a conocer a través de la palabra? 

—Moguer ya lo describió de forma insuperable Juan Ramón: “como un pan de trigo, blanco por dentro, como el migajón…” o como “la luz con el tiempo dentro”. Yo diría que es el lugar al que todo moguereño siempre quiere volver. 


—Dejo para el final tu vena investigadora con relación a la mujer. Te voy a lanzar una pequeña provocación: opino que Juan Ramón hubiera sido el mismo grande de la Lírica sin Zenobia; es más, opino que Zenobia es famosa gracias solo a su matrimonio con el «andaluz universal». Díme. 

—Evidentemente, Juan Ramón era un genio y uno de los más grandes escritores que ha dado nuestro país, independientemente de los que le rodearon a lo largo de su vida. Lo que sí creo es que Zenobia le aportó la estabilidad, el sostén, necesario para que desarrollara su amplísima trayectoria literaria. Juan Ramón, con sus inseguridades y sus miedos, necesitaba una persona que le aportara ese equilibrio que le dio Zenobia. De hecho, tras la muerte de su esposa, se fue apagando poco a poco. Es cierto que es conocida por ser la compañera de Juan Ramón. Les ha ocurrido a otras muchas mujeres de escritores. Pero, afortunadamente, cada vez hay más estudios e investigaciones que nos están descubriendo a Zenobia Camprubí a secas, sin apelativos, como persona independiente. En esos trabajos se está revelando que fue una mujer extraordinaria en muchos aspectos. Quien la conoce, se enamora de ella.


—Sé que eres una apasionada, y entendida de la vida y obra de algunas escritoras onubenses; y de escritoras poco conocidas. Recomienda una en concreto para leer. ¿Cuál de ellas tuvo una vida apasionante, de verdadero interés, que merezca la pena? 

—A cualquier lector le sorprendería descubrir la vida de muchas de estas escritoras onubenses, porque realmente fue apasionante, incluso desde nuestro punto de vista de ciudadanos del siglo XXI. Todas ellas fueron valientes, inteligentes y tuvieron la capacidad de enfrentarse a un mundo que les relegaba al hogar como esposa y madre. Sin embargo, desafiaron los cánones impuestos para desarrollar su creatividad, de ahí que muchas se hicieran escritoras, dado que les permitía expresarse. Además, la literatura les abrió otros caminos. En este aspecto, una de las figuras femeninas de Huelva más icónicas, sin duda, es la de María Luisa Muñoz de Vargas, cuya vida y obra se está poniendo en valor en los últimos años por su destacada trayectoria como escritora, traductora y periodista. Pero, afortunadamente, no fue la única. Incluso, contamos con dramaturgas y autoras de novelas de suspense.


—¿Es el feminismo atemporal? Es decir, ¿vale el feminismo de ayer para toda ocasión y circunstancias de hoy? 

—Las mentalidades, evidentemente, han ido cambiando a lo largo de la historia. Y el feminismo también ha ido evolucionando. Lo que no cambiará nunca es su esencia de lucha por conseguir una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres. Y así lo define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), donde podemos leer que el feminismo es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. 


—¿A quién te gustaría investigar sobre su vida o su obra? ¿Qué retos tienes por delante? 

—Afortunadamente, continúo con muchas ganas de investigar y de llevar a cabo nuevos proyectos que espero que puedan ver la luz en el futuro. Son estudios de temas diversos que, por el momento, me gustaría no desvelar, hasta que no tengan un poco más de forma. Ojalá puedan contar con el apoyo necesario para que puedan ser desarrollados. 


—Si hace un siglo era normal firmar con pseudónimos, y tú lo sabes bien, por qué hoy tres escritores han de ocultarse tras el nombre de una mujer. ¿No estaremos retrocediendo y volviendo a las andadas o todo es cosa de la mercadotecnia? 

—Bueno, es cierto que se está haciendo la comparativa entre ‘Carmen Mola’, nombre utilizado por los tres autores ganadores del Premio Planeta 2021, y las escritoras de otro tiempo que se veían obligadas a ocultar su identidad detrás de un seudónimo por el simple hecho de que estaba mal visto que una mujer escribiera. Sin embargo, creo que son dos cuestiones completamente distintas. En el segundo caso, aquellas escritoras tenían miedo al rechazo, a tener consecuencias negativas en su vida por desarrollar su creatividad. En cuanto a Carmen Mola, todo parece ser fruto del marketing. El crear misterio ante una figura desconocida es una herramienta muy antigua con trasfondo comercial. El hecho de elegir a una mujer, además de jugar al despiste, quizás se deba al boom que está teniendo la literatura escrita por mujeres en los últimos tiempos. Sea como fuere, si sirve para que la gente lea, bienvenido sea, aunque está claro que se trata de dos fenómenos completamente diferentes. Uno tiene un matiz publicitario, otro de desigualdad social. 


—Y hablando de retroceder ¿qué te ha parecido esta entrevista a una periodista por un no-periodista? 

—Ha sido un placer, José Antonio. Aprobado con nota.

[Por primera vez Mari Paz ríe con ganas. Quiero creer que es sincera la «nota» a este entrevistador necesitado de alimento de su pequeño ego]


Termino pidiéndote: 

—Un paisaje 

—Un atardecer en cualquier playa de Huelva. 

—Una comida 

—La de mi madre. Los sabores de la infancia son para siempre. 

—Una bebida 

—Agua. 

—Un lugar para vivir 

—Moguer.

—Un momento 

—El nacimiento de mi hija. 

—Una afición

—El cine. 

—Una lectura 

—El libro que estoy leyendo ahora es El infinito en un junco, de Irene Vallejo. 

—Una peli

—Mi vida sin mí, de Isabel Coixet. 

—Un sueño no realizado aún 

—Volver a ser mamá. 

Pues gracias, Mari Paz. Siempre me ocurre con estas mis peculiares entrevistas, procuro que nadie se extienda, que sintetice. A veces me hacen caso, a veces no. Llevo en mi dispositivo (que bien podría ser un magnetofón de los años setenta para estar a la altura de esta «mujer célebre de Andalucía») un simple teléfono móvil donde guardo estas doctas respuestas de la periodista, de la investigadora... de la mujer, y he decidido no desperdiciar una sola palabra. Particularmente me ha servido de lección el conocer la opinión de Mari Paz sobre la prensa, sobre su necesaria presencia en la sociedad. Coincidimos en muchas cosas y he aprendido muchísimas otras. Ni una palabra de esta larga conversación puedo dejarla sin darles la utilidad de ser leidas por quien sienta curiosidad e interés. Mari Paz se despide: el tacto de su mano es cálida; su sonrisa, fresca y suave; su voz, sobre todo, clara en la forma pero sobre todo, ante todo, en el fondo, en el mensaje. Su mirada directa —como gran profesional del periodismo y del estudio— me deja un estupendo sabor de boca. Siento gran alegría de contar entre mis entrevistados con grandes personas y estupendos profesionales. A las pruebas me remito. 

Mari Paz vuelve la esquina de una calle blanca de Moguer y se aleja.                                    Un burrito «peludo y suave» trota regalando los ecos sobre el empedrado, y el sol recalienta aún más las encaladas paredes. A pocos metros, el «dios» duerme para siempre junto a su compañera. Su legado no morirá porque existen y existirán siempre mujeres como Mari Paz Díaz Dominguez y otras. Que tus sueños se cumplan. Gracias.