Salió al balcón de la Casa Rosada y Evita sintió en su piel nacarada el bálsamo del clamor del pueblo que se mataba, que estaba dispuesto al sacrificio por aquella mujer pequeña, delicada cual flor de la primavera austral. Allí Eva, Evita, abrazaba con aquellos brazos ya tocados con el dedo de la Muerte, pero incorruptos por siempre. Los descamisados bramaban en la gran alameda de la Plaza de Mayo a su Evita para siempre. A su lado Juan Domingo miraba embelesado por la esposa de la Pampa desde el rio de la Plata hasta la Patagonia. (De mi hemeroteca mental, personal, imaginada, mitificada, apócrifa)
© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Vienen los júngaros
—¡Que vienen los júngaros! ¡Los júngaros! ¡Que vienen! El Miguel recorría las calles advirtiendo de la noticia que de vez en cuando se exten...
-
Victor Mártil Neila, mi querido tío, cumple noventa y tres años 1922... Vive en Hervás. Hoy cumple noventa y un años. Y es mi t...
-
Pues sí: un destino de miles de turistas de todo el mundo (sobre todo hijos del país del Sol Naciente) y nosotros que lo tenemos a escasos...
-
Ayer fué impuesto el Perejil de plata a Doña. Carmen Hernández Pinzón, sobrina, y representante de los herederos, de Juan Ramón Jiménez, P...
No hay comentarios:
Publicar un comentario