© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.
2.9.12
4.8.12
Noruega. Fiordos con Roberto
Bergen |
Geiranger |
13.7.12
Juegos de Olimpia
Estadio |
(traducción García Gual)
En verano de 2010 visité las ruinas del estadio olímpico... pero no la Peineta de Madrid 2086, ni el nido de Pekin (que también conozco), ni era el estadio de Los Ángeles de donde salía un tipo volando o el estadio de Montjuich donde, en el 92, un arquero se pasó de antorcha y casi quema a un acomodador. No, el estadio que emocionado visité fue realmente el primero, el que de verdad vio más alto, más lejos, más fuerte a los atletas que desde todos los puntos de Hellas se dirigían a competir, sin importarles el crono, o el metro o el peso, sino quien lo lanzaba más lejos, o saltaba más alto, o corría en menos tiempo.
La meta no era cuándo o cuánto o dónde, sino ser más y mejor que el otro.
Visité y pisé la tierra de sus pistas, sintiendo, en medio del silencio de sus gradas desgastadas, la magnitud de los terremotos y la intransigencia del destructor Teodosio II que no consiguieron la total devastación.
Sobre aquellas milenarias piedras y sillares, y columnas, y altares, y templos a Zeus y a Hera (desde cuyo templo, allí mismo, Prometeo robó el fuego sagrado para entregárnoslo a los mortales), y en los zócalos de su Gimnasio, las ondas sobrevuelan -pude percibirlo claramente- cargadas de oraciones, de respiraciones entrecortadas por el esfuerzo, de gritos de admiración y de decepción, y las ovaciones y loas del pueblo heleno expectante. Mientras, sobre lo más alto del podio, el cuerpo desnudo, sudoroso, moldeado, brillante de oleos, victorioso, sonriente, coronado por una rama de olivo, el del Atleta y dios.
Estamos a punto de acabar la Olimpiada, y comenzar los Juegos
Bienvenidos a Londres y que venzan los mejores
Estadio olímpico de Atenas |
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Post dedicado a nuestros compañeros de viaje y amigos J.M. Guixols y esposa |
2.7.12
Fototeca muy salada
Marea baja y muelle minero abandonado |
A veces me dan ganas de trasladarme a vivir a este barco abandonado |
Campos de girasol. Soledad. Secano. Sed. Caminos polvorientos |
Mi (buena) sombra |
Palmeras que se mecen al viento mientras los pescadores esperan sentados |
El sol y el viento obran el milagro: la sal |
Miles de toneladas para múltiples usos |
Isla de Saltés... taifa y reino mil años atrás |
28.6.12
Fútbol, y GOLAZO, de altura
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La foto es descargada de la red, pero se parece asombrosamente a la realidad que narro |
Nunca más volví a jugar al fútbol, pero no porque me lesionara, no, sino por un gol que metí.
Aquello era un campo de fútbol de tierra, y no como ahora que casi se forma un conflicto internacional porque no se riega el campo antes, o el césped está un centímetro más alto o más bajo. Era un partido de los muchos que jugábamos por auténtica afición y sin otro ánimo que el pasar el rato. Eso sí, once contra once y un partido con todas sus reglas.
No habían pasado DOS segundos desde que el delantero sacara desde el punto central, y me llegó el balón (que no esperaba pues yo me encontraba situado a sus espaldas) cuando, sin siquiera pararlo, le arreé un puntapié y durante escasamente TRES segundos el mundo se detuvo. Se detuvo porque era el balón que yo había chutado desde detrás del círculo central el que, en un semicírculo perfectamente definido -que durante una fracción de segundo eclipsó al astro rey que inclemente caía sobre el campo- pasó perfecto, solemne, con el portero clavado, mirando incapaz, mientras el resto de los jugadores contenía el aliento cuando limpiamente aquel humilde balón "de reglamento" se estrelló contra la "red". Cincuenta metros de órbita maravillosa que me valió el casi morir asfixiado de los abrazos de mis compañeros... y de los contrincantes.
Pero no había ni televisión local (¿¿¿PERO CÓMO PODÍAMOS VIVIR SIN TELEVISIÓN LOCAL???), ni padres vitoreando los aciertos de sus niños y aullando los errores de los contrarios. Ni siquiera público. Allí no había ningún dispositivo televisivo (la tele la veían entonces cuatro ricos de Madrid) que hubiera dejado constancia de aquel auténtico golazo, que a ningún "crack" de hotel de cinco estrellas y jaguar ni a nadie he visto jamás como el que yo metí. Cierto como lo cuento.
Colgué las "botas"... claro.
20.6.12
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