El subministro sonreía mirando desde su despacho. Por fin se iba a ganar el favor del Ministro1 presentando el encargo del jefe corregido y aumentado. Había diseñado una televisión a la medida del capricho del dictador. Por fin iba a tener a las masas pendientes de su propia pantalla. No era la única tele que había en la federación, pero las subteles seguían al servicio de la tele-madre. En realidad era ya la mentira repetida muchas veces en todas las subteles que se convertían en verdades de forma inmediata. Estaba por afinar y modular esta arma de intoxicación masiva y rondaba en su cabeza (la del subministro de la Verdad) dar un nuevo giro de tuerca que consistía no en decir mentiras repetidas —eso era ya pan comido—, no en inventar noticias, no, eso estaba trillado; sino en FABRICAR NOTICIAS a conveniencia de las masas. Iba a ser la releche. Y a su disposición (del subministro) tenía para tal fin lo más de lo más: la Inteligencia Artificial que fabricaría las noticias que el pueblo tendría que escuchar, tragar y digerir cuantas veces lo creyera conveniente el dominante Partido Único de la Federación Orwelliana (PÚFO).
El subministro de la Verdad sonreía al imaginar al Ministro1 darle paternalistas golpecitos en el hombro. Se derretía del gusto.
Sobre la mesa del subministro había una consigna en una placa:
UNA MENTIRA REPETIDA
SE CONVIERTE EN VERDAD
Agenda20-30
Afuera, el pueblo miraba la nueva Telepúfo proyectando «Las cuatro estaciones» mientras unas imágenes idílicas de jardines y palacios pasaban por la pantalla. El pueblo miraba arrobado...
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