© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.

24.1.22

Entrevista Pedro J. Martin

 Me da a mi que es un escritor hecho a si mismo. A ver, lectura para matar la rutina o el aburrimiento laboral —hay trabajos que lo permiten, incluso que resulta saludable—, pararse a meditar y de pronto decir «y yo no ¿por qué?» y dicho y hecho a recuperar lo leido, lo vivido, lo imaginado, lo aprendido, lo autodocumentado y ya tenemos a este lector convertido en un escritor. Y parece que apuntó, apunta y sigue apuntando muy, muy buenas maneras.

Para colmo no se conforma con escribir, sino que completa el círculo de la Literatura también editando. Yo opino que no hay quien dé más. Y él, imagino, lo corroborará en esta modesta entrevista que no ahonda en el personaje ni en sus obras sino que procura y pretende poco más que dar a conocer a quienes tienen algo que decir, ya que salvo excepciones este entrevistador osa preguntar sin leer a los entrevistados/as pero él —entrevistador, curioso— es así. 

Eso sí, esta entrevista —me presenté en su domicilio de manera informal a la hora más intempestiva como es la de la comida guardando las medidas sanitarias pertinentes— fue precedida de una tapa cocinada por Pedro J. Martín, una exquisita caldereta de pescado con patatas a la que claro, me invitó. Desde que la retiró del fuego hasta que la sirvió en su punto, nos dio tiempo, más que a entrevistarlo, a charlar con él de forma distendida. Él ayuda a ello.



—Siempre comienzo invitando a presentarse. Ya sé que tienes hasta web pero descríbete aquí y ahora. 

-Pues soy Pedro J. Martín. Una persona que tiempo atrás encontró en la literatura su tabla de salvación, un bálsamo que lo ayudaba por entonces a resistir contra la tediosa soledad impuesta por un trabajo que lo mantenía alejado de su tierra por largas temporadas. Después vino la escritura, sin presentarse ni ser llamada, y desde entonces (año 2013) aquí seguimos caminando de su mano.

—Te veo cocinando y a un servidor le viene a la mente una editorial. Lugar donde se prepara un plato principal que entra y se adorna, se quita cualquier desperfecto, y finalmente se pone en bandeja listo para degustar: esto es, un taco de folios escritos, entra a la editorial y sale un libro precioso ¿Vale «cocina» como metáfora de editorial o es una chorrada de este servidor? 

-Pues no me había dado nunca por comparar la cocina con la edición o creación de un libro, pero visto del modo que lo planteas sí que se cuecen demasiadas similitudes entre la buena mesa y la literatura. De todos modos, tanto en la cocina como en el mundo editorial, tan solo soy un aprendiz, alguien que disfruta con lo que hace y que intenta mejorar y aprender cada día con trabajo, dedicación y mucho esfuerzo.

[En la cocina este entrevistador puede dar fe de que Pedro parece, es, un muy aceptable cocinero]

—¿Qué te gusta más, escribir o editar? 

-Te mentiría si te dijera que editar me gusta más que escribir. Y me considero una persona demasiado sincera para mentirte. Amo escribir y sueño cada día de mi vida con vivir de ello, lo que pasa es que cuando uno lleva unos cuantos libros escritos y publicados, al mismo tiempo que vas cumpliendo años, te das cuenta de que esto es como el fútbol, al final sabes que a la cima solo llegan unos pocos, y uno, pues se conforma con seguir escribiendo para una minoría, familiares, amigos y poco más. Lo de editar es para mí una experiencia nueva que estoy descubriendo y que me está resultando un tanto agridulce. Me explico. Por un lado, está la enorme satisfacción que uno siente al poder ayudar a los autores, esos escritores que experimentan la gran alegría de ver su novela publicada, la presentación de su libro, los primeros lectores de sus obras, las reseñas positivas que aparecen en redes, los escaparates de las librerías donde hay un hueco para su novela. Esa es una sensación muy gratificante y hermosa para mí. Por otro lado, te das cuenta de lo solo que estás en un proyecto de esta envergadura, sobre todo porque meses después de haber empezado este proyecto y de haber publicado varios libros ves que siguen sin llegar las ansiadas ayudas, tanto públicas como privadas, del mismo modo que ves que las distribuidoras, por ejemplo, no te lo ponen nada fácil. Y en esas seguimos.

—Muy centrada en Huelva tu obra literaria, ¿te da miedo asomarte al exterior? 
-Para nada. Esta novela está ambientada en Huelva porque así lo requería el guion. En El llanto del druida, la novela anterior a esta y que es la primera parte de esta trilogía, la trama transcurre por completo en un sitio que apenas visité de pasada como es Taramundi, en Asturias. Disfruto mucho con los retos.

—No me digas la última que es demasiado 'policorrecto' ¿Cuál es tu obra favorita, querida, mimada, el libro de tus ojos y manos? 

― Pues no tengo un libro de cabecera. Pero si me tuviese que quedar con alguno sería con Los pilares de la tierra, porque es el libro que me hizo subirme al tren de la literatura, o Ensayo sobre la ceguera, básicamente porque en él descubrí a mi autor preferido.


—«Todas la muertes de la calle Rábida» es tu última, véndenosla si te atreves. 

-Pues sinceramente, creo que Todas las muertes de la calle Rábida es una novela muy amena y ágil de leer, sin florituras literarias, que te atrapa desde la primera página y, donde el final, al igual que pasa en mi anterior novela, te sorprenderá para bien. Si te gusta el género negro, del estilo de Allan Poe, creo que esta novela te gustará. Además, está el diseño de la cubierta, obra del también onubense Domingo Carrasco, y que para mi gusto es una auténtica obra de arte.

[Pues pregonada y publicitada queda]


—Este entrevistador ha descubierto que hemos sido contrincantes «cúpricos». Hablando en plata, este entrevistador se dejó las pestañas documentándose en un par de obras presentadas con el sueño de ser finalista entre veinte obras, eso sí, se lo pasó como un enano (perdón) escribiéndolas. No lo consiguió y díjose nunca más concursos a pesar de que ganó uno —alejado de cobres— con lo primero que escribió, algo así como la casualidad y el toque de flauta. ¿Los concursos son como loterías o tienen su porqué? 

-Seamos claros. Los concursos tienen su función dentro del mundo literario. Lógicamente no se pueden meter a todos en el saco, pero ya muchas editoriales los emplean para captar autores y obras de reconocido prestigio, y para muestra un planeta… perdón, un botón quería decir.

—«Este es un libro atípico, incatalogable, un ramillete de historias contadas a la manera de cada uno de sus autores. La visión de dos mentes antagónicas.» Se trata de Dualidad. ¿Qué opinas de tres señores muy señoreados tras una dama que les mola? ¿No es un pelín fraudulento ese abuso de seudónimos? Y ya de paso, vende Dualidad que a mi me mola más.

[Nos reímos con el divertimento ya que nos mola a ambos mientras comenzamos el sabroso y oloroso «condumio» cocinado por Pedro]

-Esto va un poco en relación con la pregunta anterior. Tan solo hay que mirar quiénes han sido los vencedores de ese reconocido premio literario en los últimos años. Personalmente, y siguiendo con mi sinceridad, empecé a leer un libro de Mola al cubo y no fui capaz de terminarlo. Eso no quiere decir nada, a lo mejor es que yo soy un pésimo lector, pero lo que creo es que habría que leer con más criterio, sin fijarnos tanto en lo que nos meten por los ojos, simplemente tener la personalidad para coger un libro, ojearlo sin fijarnos en el autor/a y decidir por nosotros mismo si es bueno o no. Lo de los pseudónimos es una cosa un tanto absurda, trucos de márquetin que mi escasa inteligencia no alcanza a entender.

Y en cuanto a Dualidad, pues este es un libro que apenas fue leído, pero al que yo le tengo un especial cariño, ya que está escrito a cuatro manos junto a mi compañera de vida. En él hay relatos, reflexiones de vida, poemas y escritos dedicados a personas que queremos y que ya no están entre nosotros. Además puedes encontrar unas ilustraciones maravillosas creadas por mi amigo y artista Domingo Carrasco.

—Dinos algo sobre tu editorial y si no hay que estar algo loco para meterse en esas aventuras. ¿A qué huele, a tinta, a papel, a imprenta de toda la vida?

-Pues sí que es una locura, pero qué sería de la vida sin esa esencia a enajenación literaria que uno siente. Cosecha Negra Ediciones huele a sangre y a crimen, ya que es una editorial enfocada solo al género negro, huele a editorial de las de toda la vida, nada de coedición ni engaños de esos, huele a oportunidad para aquellos que creen que sus manuscritos nunca serán publicados, a hacer las cosas bien o, al menos, a morir en el intento, huele a cambio, a hacer ver que hay otro modo posible de edición, y huele a ambición por querer llegar lejos con este sello literario. Pero vamos, que a lo que más huele es a locura.

[Ríe Pedro con una pizca, me parece, de ajuste de cuentas que para eso es escritor de intriga]


—A mi no me importa comprar un libro rodeado de patatas fritas o de yogures en un hipermercado. Las librerías ¿corren peligro o puede ocurrir como a los cines? 

-Las librerías, como casi todo, tienen que asumir los cambios y adaptarse a los tiempos que corren. Está claro que ahora se vende más por internet, de ahí que puede que las que peor lo pasen sean las que no quieran o no puedan seguir esa corriente. De todos modos, siempre quedaremos románticos, de esos a los que nos gusta acudir a una librería y saborear un libro entre sus manos.

—Acabando ya, ¿qué te ha parecido la entrevista?

-Pues no es que me hayan entrevistado demasiado en mi vida pero me han gustado mucho tus preguntas, sobre todo porque me han hecho hablar claro y decir lo que pienso. Lo he pasado bien.

[A cambio del piropo tan grato, el entrevistador se hace lenguas de la buenísima ración de pescado con patatas]

—Confiesa un amor y un odio. 

-Un amor: Los libros, viajar, la buena mesa, soñar despierto, mi compañera de vida, mis hijos, el recuerdo de mi padre… Imposible nombrar uno solo.

Un odio: Más que un odio una frustración. No poder vivir de lo que realmente me gusta hacer… por ahora.

—¿Actualmente, qué estás tramando, urdiendo, como escritor de género negro? 

-Tramo demasiadas cosas para tan solo 24 horas que tiene el día. En los próximos tres meses editaré seis novelas, mientras voy promocionando otras tantas y mientras saco un jornal digno en otro trabajo que nada tiene que ver con todo esto pero que me paga las facturas y los libros que se van imprimiendo. Y entre tanto voy preparando la tercera parte de mi trilogía de género negro, que espero llegue para el próximo año.

—Por último, si este entrevistador escribe alguna vez algo, ¿lo leerías y lo publicarías... o hay que tener un nombre en el mundillo literario. 

-Diego Martín y Olivia Rozas son dos autores a los que le voy a publicar sus primeras obras literarias. José Francisco Alonso editó conmigo su ópera prima «Pisto a la bilbaína», que por cierto está siendo un éxito. Creo que con eso contesto tu pregunta. No miro nombres, miro la calidad literaria. Siempre que sea del género que edito por qué no iba a publicarla.

[Ahí lo lleva el entrevistador, el microzasca digo]


—Acabo. Di un color que no sea el gris o el de la esperanza como indica el título de una de tus novelas

 -Amarillo de siempre. Y el número trece. Así me va.

[Ríe Pedro J. Martín, supongo que asombrado de la ingeniosa pregunta de los colores]

—Una comida que no sea caldereta de pescado 

-Potaje lebaniego, pote asturiano, un buen puchero. Tampoco sabría decirte una solo.

—Una bebida que no sea ni blanco ni tinto 

-No me gusta el vino y no suelo beber alcohol. Coca-cola.

[Y para mostrar sus aficiones, que son las mías, regamos con Cocacola la comida]

—Un autor que no seas tú  

-Nunca me elegiría. Me considero demasiado autocrítico. José Saramago.

—Gracias mil 

-Gracias a ti por tu entrevista.

Lo dicho, no he leido sus libros aunque me aconseja «El color gris de la esperanza» novela histórica ambientada en la Huelva de 1755; pero sí he probado su caldereta de buen pescado donde pude adivinar la lubina, el rape, algo de anchova y dorada de la costa de Huelva, tan cercana. Que se note, ¡y vaya si se notó! Salgo a media tarde cayendo el sol sobre la mar. Yo creo que le queda mucho y bueno por decir a Pedro J. Martín, editor y escritor.

Repito, gracias mil y buena suerte. Y buen provecho.


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