Finaliza agosto y comienza una nueva etapa. Estamos sentados en un bar que posiblemente en tiempos fue una casa de hospedaje o de comidas. Por Moguer pasan escasos viandantes con mascarilla bajo el sol que recalientan estas bellas calles. Las mismas que añoraba cuando murió el hombre y nació el mito, la gloria.
Tengo enfrente a una de las personas que más conocen del matrimonio que descansa a escasos doscientos metros en el blanco cementerio moguereño. Documentalista y coeditora, estudiosa de su obra. Conocedora como pocos, de ellos. Además, es mi hija Rocío Bejarano, que me recibe, más tarde, en su mesa de trabajo del Centro de Estudios Juanramonianos rodeada de objetos, libros, enseres domésticos, vestuario, pero sobre todo el espíritu de Juan Ramón y Zenobia que ella, y otros empleados, procura preservar para la posteridad.
P–Cuenta a todos los que nos lean quién eres
R–Soy Rocío Bejarano y trabajo desde hace 16 años en la Casa Museo Zenobia-JRJ de Moguer, en su Centro de Estudios.
–¿Qué puedes decir de Juan Ramón?
–Es uno de los grandes pensadores del siglo XX, al nivel de los grandes filósofos, además de un inmenso poeta cuyos muchos de sus libros aún son desconocidos para el gran público.
–¿Es actual Juan Ramón?
–Su obra es inagotable, y muchos de sus textos tratan de temáticas que están de plena actualidad como la solidaridad, las injusticias, el amor a la naturaleza y los animales, apreciar los momentos, etc., además, claro, de sus poemas dedicados a su gran amor, Zenobia Camprubí.
–¿Nos cuentas alguna anécdota sobre Juan Ramón?
–En los primeros días de la Guerra Civil, la Junta para la Protección de Menores le confiaron al matrimonio la custodia de doce niños que llegaron a Madrid huyendo de la sinrazón de la guerra. Habían perdido a sus padres, o se encontraban en el frente. Lo contó Zenobia en una carta:
«Juan Ramón y yo hemos tomado un piso bajo en la calle Velázquez, hemos pedido a la Protección de Menores doce niños de cuatro a ocho años y nos hemos instalado con nuestra familia multiplicada en un día. Tenemos un hermoso jardín enfrente, en donde los niños juegan seis horas diarias y Juan Ramón los vigila la mayor parte del tiempo en el jardín. El jardinero los riega con la manguera por la mañana como si se tratara de doce plantasmás. A las doce tienen un apetito tan devorador, que, cuando seha terminado de servir el primer plato al que hace el número doce, el número uno ya clama para el segundo plato».
La manutención corrió a cargo del matrimonio, viéndose obligados a empeñar objetos de plata para sufragar los gastos. Al partir hacia el exilio, ella abrió una suscripción pública en el diario «La Prensa» de Nueva York, propiedad de su hermano, para recaudar fondos para ellos. Fueron evacuados primero a Alicante y después a un pueblo de Barcelona. Pudieron mantenerlos cuatro años más, gracias a las gestiones y empeño del matrimonio.
–¿Qué hubiera sido Juan Ramón sin Zenobia?
–Mientras Juan Ramón dedicaba todo su tiempo a escribir, Zenobia se ocupaba de los asuntos relacionados con los negocios y las cuestiones cotidianas de la vida diaria, con lo que facilitaba al poeta su tarea creadora eximiéndole de las cargas domésticas y económicas.
–Haznos un recorrido, muéstranos, la Casa Museo
–En la planta baja se encuentran la inmensa biblioteca personal del poeta y su esposa, y la colección de revistas, además de las primeras ediciones de Platero y yo así como el telegrama con la comunicación del premio Nobel. En la alta, los dormitorios, el salón y el despacho, con su máquina de escribir y diversos cuadros, entre los que destacan, además de los dibujados por el propio Juan Ramón, un dibujo de Salvador Dalí y un cuadro de Sorolla. Ya fuera, podemos disfrutar del patio y del corral donde estaba Platero, con lo cual podremos hacernos una foto con la escultura del burrillo.
–Recomiendanos una lectura sobre el poeta
–El libro "Eternidades", dedicado por primera vez «A mi mujer» que incluye su famoso lema: «Amor y Poesía cada día». Además, esconde algunos de los poemas más conocidos: «Inteligencia, dame el nombre exacto....»; «Vino, primero pura, vestida de inocencia...»; «No corras, ve despacio, que adonde tienes que ir es a ti solo!...»; «Yo no soy yo. Soy éste que va a mi lado sin yo verlo...»;
–¿Es Platero y yo un libro para niños?
–Decía Juan Ramón que Platero no es un libro escrito sino «’escojido’ para los niños». Aunque el argumento no es complejo, está lleno de crítica social y hay pasajes que pueden ser más complejos de entender. Por eso se recomienda la lectura a distintas edades. En cada relectura, se redescubrirán cosas nuevas y se entenderán mejor otras.
–¿A quiénes recomiendas vistar la casa?
–A todo el mundo que le apetezca pasar un buen rato en una casa preciosa, rodeado de arte, literatura y respirar entre los muros tal cual lo hizo nuestro poeta universal.
–¿Se debería enseñar a Juan Ramón en las escuelas?
–Es necesario no olvidarse de los escritores y ha de estar en los planes de estudios. Que nunca desaparezca. Además debería ser un orgullo, para mi lo es, que a través de sus textos se ha enseñado a leer español en muchas partes del mundo.
–¿Cuál es tu obra preferida de Juan Ramón?
–«Espacio y tiempo». Un poema en prosa que es una auténtica maravilla, y donde JRJ muestra su mayor profundidad pensadora.
–¿Se seguirá leyendo a Juan Ramón dentro cien años?
–Juan Ramón es inmortal. Seguro.
–Despídete con alguna frase del poeta
–«He soñado mi vida y he vivido mi sueño».
Dejo a Rocío entre papeles, el «océano de papeles» que tan bien definió al poeta y su inmenso legado (Rocío presume de descifrar la letra manuscrita de Juan Ramón como si fuera la suya propia). Desciendo las escaleras y el pozo en el patio interior aún exhala el murmullo del agua de la casa (hoy convertida en Museo) del Andaluz Universal. Digno de escuchar anécdotas de su vida, y digno de leerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario