A: Amós López Bejarano
Callejón de San Ginés, 3 (Corrala)
Madrid
DE: Francisco Bejarano Gil
2º Tabor de Melilla Expedicionario
Desde las trincheras del Parque del Oeste
Frente de Madrid, 13 Diciembre 1936
Querido primo Amós: espero que al recibo de la presente te encuentres bien, yo, qué quieres que te diga, ando así, así, pero dadas las circunstancias, dando gracias a Dios.
Escribo esta carta porque no pierdo la esperanza de ponerme en contacto contigo, y recordar, al menos mientras escribo, las estupendas navidades que pasamos juntos en nuestros años de niñez en Madrid.
Esta es una carta escrita al vacío dado que no estoy seguro de nada, no te puedo ser muy claro porque sé, por la propaganda que hasta aquí nos llega, que Madrid está lleno de espías y que la censura no las deja llegar tal y como se escriben. Pero me arriesgaré.
Esto que estoy haciendo, según nuestro amigo Conrado (¿te acuerdas de él?), es una autentica locura. Desde aquí, junto al Parque del Oeste puedo ver nítidamente los descampados de cuando tú y yo nos acercábamos hasta La Latina a casa de Ángel a por el aguinaldo tal y como es costumbre en estos días que se avecinan. Esta es la primera Nochebuena que la vamos a pasar separados y es para mí un doble sinsentido este fregado en el que unos y otros nos han metido.
Se dice que han llegado hasta Madrid miles de voluntarios extranjeros de todas las partes del mundo para ayudar a la República. Se dice que se está preparando desde la capital una gran ofensiva del Frente Popular con el objeto de paralizar nuestro avance con el que impedirnos liberar Madrid del comunismo y del caos en que os tienen sumido. Amós, yo confío en que tus ideales no hayan cambiado en nada y que estés empeñado, como yo, en expulsar de España a todos los que han querido cuartearla y venderla al comunismo internacional.
¿Recuerdas, Amós, cuando, hace un año, estuvimos en la Cava Baja la misma tarde de Nochebuena y entramos en la tasca de Caminero, y bebimos vino de San Martín de Valdeiglesias, y comimos chistorra de Salamanca, y algunos mazapanes del Zocodover que le escamoteamos a tu madre? ¿Recuerdas que salimos a la calle y entre los vapores de la borrachera nos pusimos a cantar coplas y villancicos de Extremadura? ¿Recuerdas cómo nos conjuramos y prometimos afiliarnos los dos y pasear con nuestros bonitos uniformes azules por el callejón de San Ginés mientras entre canción y canción íbamos contándonos historias de amores entre tú e Isabel, y Celia y yo?
¿Y recuerdas, primo, cómo nos detuvo en Pontones aquel carabinero malcarado que nos abroncó por celebrar una fiesta “fascista y burguesa” ¡a nosotros llamarnos burgueses aquel hijo de Satanás… a nosotros, que nuestros padres se levantaban a diario a las cuatro de la mañana para irse al Manzanares a pescar una cuantas carpas para venderlas en San Miguel a media mañana, y luego dedicarse a ayudar al padre en la carpintería de la Ribera Curtidores!. ¡A nosotros nos fue a llamar fascistas, sin saber ese ganapán que al igual que él posiblemente estamos en contra de las muchas cosas que han ido pudriendo la convivencia hasta llevarnos a la actual situación! ¿O es que, seguramente al igual que muchos de ellos, no estamos en contra de los banqueros, los terratenientes y los “militronches” y capitostes? ¿Y de los especuladores, de los empresarios que explotan miserablemente, y también de tantos curas y obispazos de pacotilla que no saben quién fue Cristo?
Al menos eso es lo que nos movió -¿recuerdas?- a escuchar con atención las palabras nuevas que a nuestros oídos sonaban a música celestial. Una nueva era se nos prometía de la mano de un joven como nosotros…
Perdóname, primo, que con esta carta trate, al menos, de hacerme la ilusión de revivir aquellos días ya pasados, aquellas Navidades que los dos celebrábamos, de recordar las bebidas, y las comidas, y las horas de camaradería con la ilusión de revivir unas fiestas que desde nuestra más tierna niñez hemos pasado juntos entre los fríos de las calles de Madrid y el amor de las fogatas de los descampados de los Carabancheles y las estufas de picón en las corralas de nuestros padres.
Pero las cosas, por desgracia, ya no son como eran. En un año, sólo en un año, nuestra Patria se ha partido en dos. No voy a entrar en la temeridad de culpar a unos o a otros, o al Lucero del Alba, pero para mí está clarísimo que la situación es producto de la incapacidad de nuestros políticos, y de la cantidad de veneno que poco a poco se ha ido apoderando del pueblo hasta la muerte. Pobre España, primo…
Como hace casi un año que no nos vemos, te escribo con la esperanza de que aún continúes dentro de nuestro querido Madrid. No sé si esta carta te llegará, espero que no caiga en manos indebidas, pero te diré que me encuentro en el interior de un parapeto. Desde aquí, cuando levanta la jodida niebla, puedo ver Pintor Rosales, y a la derecha los paredones y muros del Palacio, y los jardines Sabatini, donde tantas tardes hemos zascandileado.
Aunque no estoy muy seguro de lo que voy a decirte, creo que, desde que estamos cercando Madrid, al poco del Alzamiento, el ánimo entre las tropas está decayendo pues desde que nos arengaron con que tomaríamos café en Gran Vía con el general Mola el 25 de agosto -¡já!, hace ya tres meses largos de ello-, mucho me temo que esto se alargue por que el último macutazo que corre de parapeto en parapeto es que nos mandan a atacar Carabanchel Bajo y las Charcas de Morata, con estratagemas de distracción, y que tenemos que avanzar hasta el puente Segovia pero sin cruzarlo; así que figúrate tú el cabreo monumental entre la tropa, que estemos hasta los ojos de barro y de arrastranos por el fango de estos arrabales, para que te dejen con la miel de Madrid en los labios. En fin, ellos, el general Varela, el que manda todo este tinglado, o el Lucero del Alba, sabrán qué es lo que hacen. Pero el teniente coronel Barrón, te lo digo yo de buena tinta, está que se sube por las paredes.
Mientras tanto, aquí estamos viendo cómo cada día, según Radio Macuto, se pasan patriotas a nuestro bando puesto que no aguantan más en Madrid.
Me imagino que tú estarás, a la fuerza, enrolado en alguna unidad del ejército republicano. Procura cuidarte y pedir a Dios, como hago yo cada día, que esto acabe pronto y podamos pasar las Navidades del próximo año en casa de tus padres. No me gustaría por nada del mundo encontrarme, en las trincheras de enfrente, con mi querido primo cubriéndole las espaldas a Miaja, a Durruti (de quien hablan y no paran) o a algún comisario político de Moscú, porque entonces, con todo el dolor de mi corazón no tendría más remedio que disparar.
Antes de marchar al pueblo, quiero llegarme hasta una casa en Madrid a dar el pésame por el horrible crimen que hace poco han cometido. Nuestro líder, nuestro guía, ya no está con nosotros. No es menester que te diga el nombre para no comprometerte, pero tú debes estar mejor informado que yo, y con pocas palabras...
Sabes, ayer escuché que el pasado viernes 27 se pasaron a nuestras filas un capitán de la Mehal-la de Larache con su mujer y su hijita. Que pudieron pasarse porque se disfrazaron de aldeanos. La verdad es que cuentan y no acaban de las tropas de África, y me estoy pensando si pedir destino para entrar en “calor” porque esta inactividad, viendo a los demás pegar tiros y nosotros de “mirandas” es que no me va nada, pero que nada, en absoluto. También se rumorea algo de la deserción de un piloto de un Junkers, el muy traidor que se ha pasado a vuestras líneas, pero esto sí que es macutazo y con estas cosas debemos tener cuidado, por la Quinta Columna lo digo.
Te cuento que para quitarme la modorra me han propuesto de cabo, que aunque no sea una bicoca en estos tiempos que corren, no voy a decir que no. A ver si es verdad que pronto entramos en acción y acabo por olvidar la puñetera tos que desde hace unos días no me deja vivir. Y es que, ya lo podrás comprobar, hace un frío del demonio.
Bueno, primo Amós, te estoy escribiendo a trancas y barrancas, pues esta misiva la empecé el 1 de diciembre, y hoy ya estamos a 9 así que me voy a despedir deseándote que si antes no nos vemos y no podemos pasar unas Navidades como todas las que hemos pasado juntos, al menos nos podamos encontrar o tomarnos unos chatos de vino en cá Saturnino el de Cava Baja, si puede ser antes del 30 de enero, que cumplo 24 años, y me gustaría celebrarlo contigo antes de reunirme en Hervás, con Celia, con quien me pienso casar en cuanto termine esto. Allí fue donde me pilló el Alzamiento y formalicé mi alistamiento como voluntario. Y allí me voy a alistar voluntariamente en “otro asunto”.
Gracias, Amós, espero que hayas sentado cabeza en estos meses y hayas sabido elegir, si has tenido ocasión, lo que más te convenga. Te abrazo y deseo para mis tíos, que tampoco sé nada de ellos, lo mejor, y desde este lado de las trincheras del Parque del Oeste pido a Dios por ti, por tu familia, por Madrid y por nuestra España.
A lo lejos vemos movimientos de carros de combate rusos (dicen) que vienen servidos por lo peor de Europa, aunque me imagino que no todos los macutazos pueden ser verdad al cabo de la calle.
Feliz Navidad, si ello fuere posible, y ¡Arriba España!
Paco
Post data: Hago entrega de esta carta a M.F.D. (del Batallón de Transmisiones de las Mehal-las) que parte para una incursión en Madrid por sorpresa. Con instrucción de destruirla en caso de peligro o para depositarla en el primer buzón que encuentre.
2º Tabor de Melilla Expedicionario
Desde las trincheras del Parque del Oeste
Frente de Madrid, 13 Diciembre 1936
Querido primo Amós: espero que al recibo de la presente te encuentres bien, yo, qué quieres que te diga, ando así, así, pero dadas las circunstancias, dando gracias a Dios.
Escribo esta carta porque no pierdo la esperanza de ponerme en contacto contigo, y recordar, al menos mientras escribo, las estupendas navidades que pasamos juntos en nuestros años de niñez en Madrid.
Esta es una carta escrita al vacío dado que no estoy seguro de nada, no te puedo ser muy claro porque sé, por la propaganda que hasta aquí nos llega, que Madrid está lleno de espías y que la censura no las deja llegar tal y como se escriben. Pero me arriesgaré.
Esto que estoy haciendo, según nuestro amigo Conrado (¿te acuerdas de él?), es una autentica locura. Desde aquí, junto al Parque del Oeste puedo ver nítidamente los descampados de cuando tú y yo nos acercábamos hasta La Latina a casa de Ángel a por el aguinaldo tal y como es costumbre en estos días que se avecinan. Esta es la primera Nochebuena que la vamos a pasar separados y es para mí un doble sinsentido este fregado en el que unos y otros nos han metido.
Se dice que han llegado hasta Madrid miles de voluntarios extranjeros de todas las partes del mundo para ayudar a la República. Se dice que se está preparando desde la capital una gran ofensiva del Frente Popular con el objeto de paralizar nuestro avance con el que impedirnos liberar Madrid del comunismo y del caos en que os tienen sumido. Amós, yo confío en que tus ideales no hayan cambiado en nada y que estés empeñado, como yo, en expulsar de España a todos los que han querido cuartearla y venderla al comunismo internacional.
¿Recuerdas, Amós, cuando, hace un año, estuvimos en la Cava Baja la misma tarde de Nochebuena y entramos en la tasca de Caminero, y bebimos vino de San Martín de Valdeiglesias, y comimos chistorra de Salamanca, y algunos mazapanes del Zocodover que le escamoteamos a tu madre? ¿Recuerdas que salimos a la calle y entre los vapores de la borrachera nos pusimos a cantar coplas y villancicos de Extremadura? ¿Recuerdas cómo nos conjuramos y prometimos afiliarnos los dos y pasear con nuestros bonitos uniformes azules por el callejón de San Ginés mientras entre canción y canción íbamos contándonos historias de amores entre tú e Isabel, y Celia y yo?
¿Y recuerdas, primo, cómo nos detuvo en Pontones aquel carabinero malcarado que nos abroncó por celebrar una fiesta “fascista y burguesa” ¡a nosotros llamarnos burgueses aquel hijo de Satanás… a nosotros, que nuestros padres se levantaban a diario a las cuatro de la mañana para irse al Manzanares a pescar una cuantas carpas para venderlas en San Miguel a media mañana, y luego dedicarse a ayudar al padre en la carpintería de la Ribera Curtidores!. ¡A nosotros nos fue a llamar fascistas, sin saber ese ganapán que al igual que él posiblemente estamos en contra de las muchas cosas que han ido pudriendo la convivencia hasta llevarnos a la actual situación! ¿O es que, seguramente al igual que muchos de ellos, no estamos en contra de los banqueros, los terratenientes y los “militronches” y capitostes? ¿Y de los especuladores, de los empresarios que explotan miserablemente, y también de tantos curas y obispazos de pacotilla que no saben quién fue Cristo?
Al menos eso es lo que nos movió -¿recuerdas?- a escuchar con atención las palabras nuevas que a nuestros oídos sonaban a música celestial. Una nueva era se nos prometía de la mano de un joven como nosotros…
Perdóname, primo, que con esta carta trate, al menos, de hacerme la ilusión de revivir aquellos días ya pasados, aquellas Navidades que los dos celebrábamos, de recordar las bebidas, y las comidas, y las horas de camaradería con la ilusión de revivir unas fiestas que desde nuestra más tierna niñez hemos pasado juntos entre los fríos de las calles de Madrid y el amor de las fogatas de los descampados de los Carabancheles y las estufas de picón en las corralas de nuestros padres.
Pero las cosas, por desgracia, ya no son como eran. En un año, sólo en un año, nuestra Patria se ha partido en dos. No voy a entrar en la temeridad de culpar a unos o a otros, o al Lucero del Alba, pero para mí está clarísimo que la situación es producto de la incapacidad de nuestros políticos, y de la cantidad de veneno que poco a poco se ha ido apoderando del pueblo hasta la muerte. Pobre España, primo…
Como hace casi un año que no nos vemos, te escribo con la esperanza de que aún continúes dentro de nuestro querido Madrid. No sé si esta carta te llegará, espero que no caiga en manos indebidas, pero te diré que me encuentro en el interior de un parapeto. Desde aquí, cuando levanta la jodida niebla, puedo ver Pintor Rosales, y a la derecha los paredones y muros del Palacio, y los jardines Sabatini, donde tantas tardes hemos zascandileado.
Aunque no estoy muy seguro de lo que voy a decirte, creo que, desde que estamos cercando Madrid, al poco del Alzamiento, el ánimo entre las tropas está decayendo pues desde que nos arengaron con que tomaríamos café en Gran Vía con el general Mola el 25 de agosto -¡já!, hace ya tres meses largos de ello-, mucho me temo que esto se alargue por que el último macutazo que corre de parapeto en parapeto es que nos mandan a atacar Carabanchel Bajo y las Charcas de Morata, con estratagemas de distracción, y que tenemos que avanzar hasta el puente Segovia pero sin cruzarlo; así que figúrate tú el cabreo monumental entre la tropa, que estemos hasta los ojos de barro y de arrastranos por el fango de estos arrabales, para que te dejen con la miel de Madrid en los labios. En fin, ellos, el general Varela, el que manda todo este tinglado, o el Lucero del Alba, sabrán qué es lo que hacen. Pero el teniente coronel Barrón, te lo digo yo de buena tinta, está que se sube por las paredes.
Mientras tanto, aquí estamos viendo cómo cada día, según Radio Macuto, se pasan patriotas a nuestro bando puesto que no aguantan más en Madrid.
Me imagino que tú estarás, a la fuerza, enrolado en alguna unidad del ejército republicano. Procura cuidarte y pedir a Dios, como hago yo cada día, que esto acabe pronto y podamos pasar las Navidades del próximo año en casa de tus padres. No me gustaría por nada del mundo encontrarme, en las trincheras de enfrente, con mi querido primo cubriéndole las espaldas a Miaja, a Durruti (de quien hablan y no paran) o a algún comisario político de Moscú, porque entonces, con todo el dolor de mi corazón no tendría más remedio que disparar.
Antes de marchar al pueblo, quiero llegarme hasta una casa en Madrid a dar el pésame por el horrible crimen que hace poco han cometido. Nuestro líder, nuestro guía, ya no está con nosotros. No es menester que te diga el nombre para no comprometerte, pero tú debes estar mejor informado que yo, y con pocas palabras...
Sabes, ayer escuché que el pasado viernes 27 se pasaron a nuestras filas un capitán de la Mehal-la de Larache con su mujer y su hijita. Que pudieron pasarse porque se disfrazaron de aldeanos. La verdad es que cuentan y no acaban de las tropas de África, y me estoy pensando si pedir destino para entrar en “calor” porque esta inactividad, viendo a los demás pegar tiros y nosotros de “mirandas” es que no me va nada, pero que nada, en absoluto. También se rumorea algo de la deserción de un piloto de un Junkers, el muy traidor que se ha pasado a vuestras líneas, pero esto sí que es macutazo y con estas cosas debemos tener cuidado, por la Quinta Columna lo digo.
Te cuento que para quitarme la modorra me han propuesto de cabo, que aunque no sea una bicoca en estos tiempos que corren, no voy a decir que no. A ver si es verdad que pronto entramos en acción y acabo por olvidar la puñetera tos que desde hace unos días no me deja vivir. Y es que, ya lo podrás comprobar, hace un frío del demonio.
Bueno, primo Amós, te estoy escribiendo a trancas y barrancas, pues esta misiva la empecé el 1 de diciembre, y hoy ya estamos a 9 así que me voy a despedir deseándote que si antes no nos vemos y no podemos pasar unas Navidades como todas las que hemos pasado juntos, al menos nos podamos encontrar o tomarnos unos chatos de vino en cá Saturnino el de Cava Baja, si puede ser antes del 30 de enero, que cumplo 24 años, y me gustaría celebrarlo contigo antes de reunirme en Hervás, con Celia, con quien me pienso casar en cuanto termine esto. Allí fue donde me pilló el Alzamiento y formalicé mi alistamiento como voluntario. Y allí me voy a alistar voluntariamente en “otro asunto”.
Gracias, Amós, espero que hayas sentado cabeza en estos meses y hayas sabido elegir, si has tenido ocasión, lo que más te convenga. Te abrazo y deseo para mis tíos, que tampoco sé nada de ellos, lo mejor, y desde este lado de las trincheras del Parque del Oeste pido a Dios por ti, por tu familia, por Madrid y por nuestra España.
A lo lejos vemos movimientos de carros de combate rusos (dicen) que vienen servidos por lo peor de Europa, aunque me imagino que no todos los macutazos pueden ser verdad al cabo de la calle.
Feliz Navidad, si ello fuere posible, y ¡Arriba España!
Paco
Post data: Hago entrega de esta carta a M.F.D. (del Batallón de Transmisiones de las Mehal-las) que parte para una incursión en Madrid por sorpresa. Con instrucción de destruirla en caso de peligro o para depositarla en el primer buzón que encuentre.
-------------------------------------------------------------------------------------
A: Francisco Bejarano
C/Collado, 11
Hervás (Cáceres)
DE: Amós López Bejarano
París a 10 de marzo 1938
Apreciado Paco:
Estás loco de atar. No podía ser otro más que tú. Tú y tus chiquilladas de siempre. A nadie, en ninguno de los frentes de España, se le podía ocurrir escribir una carta como la que recibí a mediados de enero de 1937. A nadie con dos dedos de frente se le podía ocurrir, en pleno conflicto como el que estamos inmersos aún, escribir desde el asedio de Madrid a un familiar (yo), relacionándolo nada menos que con Primo de Rivera.
Pudiste organizar la intemerata con tu dichosa manía de escribir todo, todo, lo que te sale de tu cabeza loca.
C/Collado, 11
Hervás (Cáceres)
DE: Amós López Bejarano
París a 10 de marzo 1938
Apreciado Paco:
Estás loco de atar. No podía ser otro más que tú. Tú y tus chiquilladas de siempre. A nadie, en ninguno de los frentes de España, se le podía ocurrir escribir una carta como la que recibí a mediados de enero de 1937. A nadie con dos dedos de frente se le podía ocurrir, en pleno conflicto como el que estamos inmersos aún, escribir desde el asedio de Madrid a un familiar (yo), relacionándolo nada menos que con Primo de Rivera.
Pudiste organizar la intemerata con tu dichosa manía de escribir todo, todo, lo que te sale de tu cabeza loca.
¿Pero cómo se te ocurrió escribirme contando, con pelos y señales, los inminentes movimientos de la unidad en la que te encontrabas adscrito? ¿No se te ocurrió pensar que pusiste en un grave compromiso al compañero a quien encomendaste la dichosa carta, y que si lo llegan a cazar, le forman un Consejo de Guerra sumarísimo, los tuyos por alta traición o los míos por espía?
En fin, Paco, mi querido primo, después de todo no puedo por menos que estarte muy agradecido porque es público y notorio que tu ingenuidad es innata en ti. Te agradezco enormemente tu carta y te advierto que yo no tengo tan claro que esta llegue tal y como milagrosamente llegó a mis manos la tuya. Yo no puedo ser tan explícito como lo fuiste tú conmigo. Sólo puedo decirte, y espero que lo sepas entender, que me he visto obligado -sí, obligado-, a adaptarme a las circunstancias, a tragar con muchas cosas que en principio no era capaz de digerir (nunca olvidaré nuestros encuentros clandestinos con P.R.) pero yo, al contrario que tú, me he encontrado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Es, al menos, lo que yo opinaba en aquellos tristes momentos en que desde las calles de Madrid, de nuestro Madrid, se veía venir la catástrofe.
Una buena mañana nos despertamos con la noticia de que habíamos entrado en una espiral infernal, en que ya nada ni nadie podía dar marcha atrás. La semana previa a la asonada militar todo se tiñó, repentinamente, de sangre y cada uno de nosotros sacó lo peor de sí. Las noticias de vuestro lado, como podrás suponer, fueron mucho peores. Y nos vimos obligados a presentarnos en las oficinas de leva que inmediatamente los partidos, sindicatos y el propio gobierno abrieron para el alistamiento.
Madrid se convirtió, de pronto, en una ratonera de la que me fue imposible escapar.
Mi amigo Luciano, que trabajaba en la embajada francesa, me proporcionó un salvoconducto para, a través del país dirigirme hasta la frontera pirenaica, y desplazarme por Francia. Pero no logré pasar el primer control en la carretera de Barcelona, antes de llegar a Alcalá de Henares. Luego llegó el fregado de Guadalajara y…
Lo intenté por la carretera de Valencia, pero el resultado fue el mismo, aunque logré avanzar hasta el límite de la provincia de Cuenca, pero cuando no era un control de CNT, era del POUM o de cualquier pandilla de pelagatos con ínfulas de Guardianes de la Revolución con pistolas al cinto.
No lo volví a intentar. Me dije lo del refrán, si no puedes con el enemigo… y desde entonces, últimos de julio del 36, pertenecí al Sindicato de Escritores y Periodistas Antifascistas de gacetillero, trabajando para El Sol, redactando noticias que si yo te contara… pero había que vivir, así que mejor no te digo lo alejado de la realidad en que tuve que reconvertir algunas noticias, sobre todo en cuanto a lo que a noticias del frente se trataba.
Gracias, Paco, por tus deseos de felicidad para las Navidades que me vi obligado a pasar en Madrid. No acierto a referirte con exactitud el ambiente que se vivió durante esos días. Todo fue como si por decreto se hubiera proscrito la festividad del Nacimiento para convertirla en una fiesta cuasipagana en lo que se mezcló la reivindicación proletaria, militar y cívica con algunos retazos de festividad inexcusablemente religiosa. Dios no fue invitado, pero hizo notar su presencia a nuestro pesar. Algunas veces fue de locos, figúrate que la Nochevieja se celebró en Sol al toque de ¡¡doce cañonazos de una pieza de artillería!! Por lo demás, pues ya imaginarás: hambre y cartillas de racionamiento, y para cenar en Nochebuena decentemente, mi madre tuvo que vender una alhaja que yo le traje de mi viaje al Amazonas.
Por tu carta vi dónde te encontrabas encuadrado, y como tenía noticias fidedignas -en todo momento tuve acceso a la información de dónde se encontraba tu unidad, dado que estuve en contacto con un alto jefe del ejercito (M. Matallana)- de todos los movimientos del “enemigo”, te digo que te sentí muy cerca, pero no precisamente en el frente de la Ciudad Universitaria, que tuvisteis que dejar por imposible, sino triscando, a buen seguro, por los cerros y vegas del rio Jarama donde, como comprobarías, se armó la de Dios es Cristo y si por ventura te las hubiste de entender con las Brigadas Internacionales, al menos deseo que salvaras la vida, que no lo sé.
Por avatares del destino y de la guerra, conseguí un empleo en el Departamento de propaganda de la Presidencia de la República, y acabé saliendo de naja en uno de los últimos convoyes del gobierno. Desde Madrid a Valencia, y un viaje por mar, para desembarcar en Marsella. Ahora me encuentro en París, sin ánimos de regresar a España.
Una buena mañana nos despertamos con la noticia de que habíamos entrado en una espiral infernal, en que ya nada ni nadie podía dar marcha atrás. La semana previa a la asonada militar todo se tiñó, repentinamente, de sangre y cada uno de nosotros sacó lo peor de sí. Las noticias de vuestro lado, como podrás suponer, fueron mucho peores. Y nos vimos obligados a presentarnos en las oficinas de leva que inmediatamente los partidos, sindicatos y el propio gobierno abrieron para el alistamiento.
Madrid se convirtió, de pronto, en una ratonera de la que me fue imposible escapar.
Mi amigo Luciano, que trabajaba en la embajada francesa, me proporcionó un salvoconducto para, a través del país dirigirme hasta la frontera pirenaica, y desplazarme por Francia. Pero no logré pasar el primer control en la carretera de Barcelona, antes de llegar a Alcalá de Henares. Luego llegó el fregado de Guadalajara y…
Lo intenté por la carretera de Valencia, pero el resultado fue el mismo, aunque logré avanzar hasta el límite de la provincia de Cuenca, pero cuando no era un control de CNT, era del POUM o de cualquier pandilla de pelagatos con ínfulas de Guardianes de la Revolución con pistolas al cinto.
No lo volví a intentar. Me dije lo del refrán, si no puedes con el enemigo… y desde entonces, últimos de julio del 36, pertenecí al Sindicato de Escritores y Periodistas Antifascistas de gacetillero, trabajando para El Sol, redactando noticias que si yo te contara… pero había que vivir, así que mejor no te digo lo alejado de la realidad en que tuve que reconvertir algunas noticias, sobre todo en cuanto a lo que a noticias del frente se trataba.
Gracias, Paco, por tus deseos de felicidad para las Navidades que me vi obligado a pasar en Madrid. No acierto a referirte con exactitud el ambiente que se vivió durante esos días. Todo fue como si por decreto se hubiera proscrito la festividad del Nacimiento para convertirla en una fiesta cuasipagana en lo que se mezcló la reivindicación proletaria, militar y cívica con algunos retazos de festividad inexcusablemente religiosa. Dios no fue invitado, pero hizo notar su presencia a nuestro pesar. Algunas veces fue de locos, figúrate que la Nochevieja se celebró en Sol al toque de ¡¡doce cañonazos de una pieza de artillería!! Por lo demás, pues ya imaginarás: hambre y cartillas de racionamiento, y para cenar en Nochebuena decentemente, mi madre tuvo que vender una alhaja que yo le traje de mi viaje al Amazonas.
Por tu carta vi dónde te encontrabas encuadrado, y como tenía noticias fidedignas -en todo momento tuve acceso a la información de dónde se encontraba tu unidad, dado que estuve en contacto con un alto jefe del ejercito (M. Matallana)- de todos los movimientos del “enemigo”, te digo que te sentí muy cerca, pero no precisamente en el frente de la Ciudad Universitaria, que tuvisteis que dejar por imposible, sino triscando, a buen seguro, por los cerros y vegas del rio Jarama donde, como comprobarías, se armó la de Dios es Cristo y si por ventura te las hubiste de entender con las Brigadas Internacionales, al menos deseo que salvaras la vida, que no lo sé.
Por avatares del destino y de la guerra, conseguí un empleo en el Departamento de propaganda de la Presidencia de la República, y acabé saliendo de naja en uno de los últimos convoyes del gobierno. Desde Madrid a Valencia, y un viaje por mar, para desembarcar en Marsella. Ahora me encuentro en París, sin ánimos de regresar a España.
Imagino que continúas en el frente con alguna estrella de oficial que bien sé que mereces.
Ojalá el destino vuelva a hacer que nos encontremos de nuevo, en un mundo mejor, y lo digo porque no tengo grandes esperanzas de que España vuelva a ser la misma. Mi madre, de la que nada sé (espero que si entráis en Madrid, mires de echarla una mano), el caso es que en el fondo estoy deseando que rompáis el cerco y te acerques a verla. Aunque para mí sería la condena a no poder volver a abrazarla jamás. Mi padre falleció.
Estoy colaborando con algunas organizaciones de lucha contra el fascismo, pues Europa está en peligro. Estoy tentado de viajar a la tierra de los soviets y me han ofrecido, ya sabes de mis conocimientos de geografía, dar conferencias sobre mi especialidad y ayudar así a contener la ola nefasta que se avecina.
Ya te contaré algún día.
Salud, Paco, espero que si has salido de la cruel guerra que asola España, hayas conseguido unirte a la hermosa Celia y formes la familia con la que siempre has soñado.
Hasta la vista, primo, amigo. Hasta siempre.
Amós
Pd: te envío esta carta a Hervás. Adónde si no.
Fotos, cortesía de:
http://frentedebatalla-gerion.blogspot.com
http://www.fuenterrebollo.com
7 comentarios:
Dado que mis propios hijos me han preguntado sobre estas cartas, sus causas, los escenarios, las circunstancias, el contexto en suma, advierto de antemano que dudo el haber actuado correctamente usando los nombres reales. Pido perdón a los dos "destinatarios", y estoy seguro de que sabrían perdonarme en caso de que pudiesen leer estas pretendidas y apócrifas cartas.
¡Ay, mi peligrosa manía de búsqueda de la credibilidad!
Por otra parte, esta misma mañana he escuchado a Andrés Trapiello presentando su novela "Ayer no más" -a quien conocí impartiendo una conferencia sobre el papel de los escritores (Juan Ramón entre ellos) durante la guerra civil española- y me ha parecido un tipo muy centrado a la hora de juzgar los hechos históricos que se desarrollaron durante aquellos terribles años.
Parte de la idea de que nadie ha contado la verdad, sino cada uno la suya. Y me parece a mi que le da una gran importancia a los lazos familiares de los que hicieron la guerra y sus descendientes.
J o s e A n t o n i o dijo...
Marta
gracias por la lectura de estas cartas. Son apócrifas, es decir que bien pudieran haber sido escritas entonces, y con el mismo fondo... pero no, aunque no eres la primera en preguntar.
Referente a Paradero desconocido, supongo que te refieres al libro de Kressmann Taylor.
Te agradezco tu intención de enviarlo pero hace tiempo que una amiga de internet, a la que nunca llegué a conocer en persona -se desvaneció en la Red- tuvo la amabilidad de enviármelo. Es curioso que las dos hayáis coincidido en el mismo título para el mismo lector. Muchas gracias por tu amabilidad y por haber leído esta correspondencia bélica y "creible"
Un beso, Marta
Sigo pensando que esas cartas son reales, de mi abuelo Paco al misterioso y aventurero tío Amós... El estilo es fiel al que usaba el abuelo Paco, y muy bueno el poner de color de fuente el azul y el rojo... No se nos va un detalle!!
Rocío
Yo también creo que son cartas reales.
Y los colores... así fue la cosa aunque tuve la suerte de no vivir.
Ojalá no vuelvan esos días.
Amós desapareció para siempre y nunca se volvió a saber nada de él.
El abuelo Paco siempre le tenía en su mente. Yo creo que le tenía envidia.
¡¡¡No se nos va un detalle!!!
Jose Antonio mi padre estuvo investigando el paradero de Amos pero cuando parecia que podia saber algo la persona con la que habia contactado murio,si encontró en la biblioteca nacional escritos de Amos por el Amazona.FELIZ NAVIDAD PARA TODA LA FAMILIA BESO Mª VICTORIA
20 septiembre 2021
Casi me parto la caja de la risa. Resulta que hay quien piensa que estas dos cartas son verdaderas. Incluso casi han puesto la mano en el fuego aseverando que estas son dos cartas reales. Y no, no son reales. No existen. Los dos destinatarios las escribieron en la mente del escritor —en este caso, un servidor—. No existen aunque quise dar tales visos de credibilidad que no dudé en usar —me creí y me creo con todo el derecho— los nombres de dos personas, mi padre y su primo por desgracia desaparecido. Usé todos mis recursos, literarios y de documentación, para luego hacer lo más fácil para mi, meterme en la piel de los dos, usando toda mi imaginación y recrear una circunstancia tan normal como el intercambio de cartas. No hubo tal para tranquilidad de quienes ponen toda su seguridad y empeño en afirmar que estas cartas no tienen más remedio que ser reales. Como escritor siento tener que decir la verdad aunque en el fondo sé que algo estaré haciendo bien en esto de la lestras cuando muchos creen firmemente todo lo escrito por mi. Ya digo, si fueran reales las cartas no tendría el menor inconveniente en digitalizarlas y colgarlas tal cual. Gracias
Yo tengo las revistas Estampa donde vienen los reportajes narrados por Amós y escritos por Vicente Sanchez Ocaña, con dibujos eso sí de ALB.
Publicar un comentario