Se nota cuando entrevisto a un «técnico» que, al contrario que los artistas (escritores, fotógrafos, etc,), adoptan un aire doctoral y, tal vez por deformacion profesional, contestan amablemente dando toda una conferencia. Es el caso que nos ocupa. Pedro Emilio López es el caso, no hay más que leer esta entrevista a la que amablemente se ha prestado —confiesa no ser amigo de publicidades—, para darse cuenta de la sabiduría, de la experiencia, de la capacidad docente que atesora. No me da la impresión de que Pedro Emilio haga unas clases aburridas, sino más bien, para ganarse a su audiencia, echa pasión sobre la asignatura que imparte. Siempre me ocurre, con estas entrevistas, que me resisto a extractarlas, a acortarlas, ni siquiera a resumirlas para no perder ni una sola palabra. El pincel de bambú es un grupo abierto donde cabe sobre todo el entretenimiento, pero a su vez, la enseñanza de gente poco conocida aunque no menos interesante que los y las de siempre. El anonimato atesora grandes sorpresas.
Pedro Emilio López está completando el círculo de este colectivo que ha dado lo mejor de sí a este modesto grupo. No quiero perder demasiadas palabras de este profesor. Así pues, como ha ocurrido antes, ofrezco la entrevista completa pues no hay que desdeñar las enseñanzas que se nos ofrecn de forma apasionada, ya lo vereis, y desinteresada.
—Date a conocer a los amigos de El pincel de bambú.
-Me llamo Pedro Emilio López Calvelo, soy de Hervás. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Extremadura. Trabajo como docente en un IES de Cáceres donde espero la cercana jubilación.
Desde hace más de dos décadas dedico una parte de mi tiempo a la investigación histórica. Empecé buscando información sobre las condiciones de la enseñanza en el siglo XIX y me «atraparon» los archivos: ahora no concibo mis mañanas de verano sin estar metido en el Archivo Municipal (también en el Archivo Parroquial, del que se obtiene información muy interesante) o el Archivo Histórico Provincial buscando y encontrando los documentos “que se dejan encontrar” para intentar reconstruir parte de la historia de Hervás.
—¿Cuánto tienes de profesor y cuánto de historiador?
-Hasta ahora he tenido que compaginar las dos facetas: lamentablemente el tiempo que requiere la docencia ha hecho que haya dedicado menos tiempo del que hubiera deseado a la investigación histórica. Mi jubilación como docente está cercana y espero poderme dedicar a investigar y, si puedo, publicar el resultado de mis investigaciones.
—¿Para ser historiador es necesario ser licenciado o simplemente vale con ser curioso?
-No es imprescindible ser licenciado para tener interés por la Historia, lo que pasa es que tener formación universitaria te proporciona “instrumentos metodológicos” de cara a la investigación —a veces también contactos—, muy útiles para poder desarrollar un proceso de investigación metódico y en el que «no te pierdas» demasiado.
De todas formas existe mucha gente que, sin formación universitaria, tiene curiosidad suficiente y, en consecuencia, busca su propia formación histórica y desarrolla gualmente investigaciones de alto nivel.
—¿Qué parte de la Historia de España, en el tiempo y en el espacio, te interesa más? ¿por qué Hervás precisamente? ¿no puedes acceder, tal vez, a otros archivos?
-Como docente de Geografía e Historia me ha tocado impartir todas las materias de la especialidad… y algunas más allá de mi especialidad. He tendido a preferir las asignaturas vinculadas con la Geografía (Geografía física y Geografía urbana), pero también me ha tocado impartir asignaturas vinculadas con la Historia: en este sentido he preferido las relacionadas con la Prehistoria y la Historia Antigua, desde que era estudiante de bachillerato han sido mis preferidas. Con el correr del tiempo he ha ido decantando más por la Historia Contemporánea y, para la investigación el tipo de documento que se encuentra en los archivos lo favorece, así que mieinteresa el siglo XIX y, específicamente, en Hervás. Creo que la cantidad y la entidad de los procesos históricos y sociales que tuvieron lugar en mi pueblo durante el siglo XIX son imprescindibles para entender el Hervás actual. En los últimos años también estoy interesado por la historia hervasense del siglo XX, que está aportándome, una muy interesante documentación de archivos de distintos procesos históricos. ¿Por qué Hervás?: es fácil… soy hervasense y aún hoy espera mucha historia que “desempolvar” del Archivo Municipal del que, como he indicado, soy visitante asiduo desde hace veinticinco años. ¡Claro que puedo acceder a otros archivos!: puesto que resido en Cáceres he podido completar la búsqueda de documentos sobre Hervás en el Archivo Histórico Provincial, pero también he encontrado documentos interesantes en el Archivo de la Diputación Provincial, incluso algunos en el Archivo Diocesano, a pesar de que Hervás no ha pertenecido ni pertenece a la diócesis de Coria-Cáceres.
—¿Te gustaría ser el Historiador oficial de la Villa de Hervás?
-Es curioso, hasta hace poco tiempo ser Cronista oficial de Hervás —es el “título” oficial— no me interesaba demasiado, no entraba en mis planteamientos. Sin embargo, en los últimos tiempos he ido meditando más despacio el tema y, quizá por el hecho de pensar que voy a tener más tiempo para la investigación en un futuro próximo, sí que me gustaría ser Cronista oficial de Hervás; pero eso es algo que no depende de una decisión personal, el nombramiento debe proceder del Ayuntamiento y que yo sepa, de momento, en el Ayuntamiento de Hervás no se han planteado tener un Cronista oficial, investigador que sí tienen muchos pueblos de Extremadura y más pequeños que Hervás.
[Pues mensaje dejado a quienes corresponda y por mi parte lo nombro y renombro de forma oficiosa Cronista, Historiador o comoquiera que se denomine el cargo. Conoce Hervás —nuestro común lugar de nacimiento—, lo que está y lo que no está en los escritos, nunca mejor dicho.]
—¿En qué Archivo te gustaría curiosear?
-La respuesta es sencilla: alguno ajeno a Hervás o Cáceres. El que más ganas tengo de curiosear es, sin duda, el Archivo Diocesano de Plasencia en el que, estoy seguro, se encuentran documentos referidos a Hervás.
Por la vinculación de Hervás a Béjar hasta 1816, también me acercaré al Archivo de Béjar (con el que he tenido contactos e intercambio de documentación vía internet) y el Archivo Provincial de Salamanca. Y supongo, visitaré el Archivo Histórico de Simancas, aunque en la Página oficial de los ARchivos ERpañoles (PARES) se encuentra documentación online.
—¿Qué te gustaría encontrar en un viejo archivo, o dicho de otra manera, qué buscas?
-La investigación archivística es curiosa: entras buscando documentación sobre algún hecho concreto o sobre alguna época… y acabas encontrando otros documentos de otras épocas que empiezan a acaparar tu interés… y así acabas teniendo un montón de “frentes de investigación” abiertos casi hasta el infinito.
[Esto debe ser lo que se denomina, creo, retroalimentación. Pero mejor no repregunto y sigamos escuchando]
Ya digo, empecé buscando información sobre la enseñanza en el siglo XIX (tengo una documentación muy abundante) pero, a partir de ahí acaba interesándote casi todo el “papel” que cae en tus manos. Como mi investigación se limita a Hervás (es lo que me apetece investigar) me encantaría encontrar algún documento vinculado con el origen fundacional del pueblo, pero soy consciente de que esos documentos de la Edad Media no existen. ¿Y algún documento que nos pusiera al descubierto alguno de los túneles de leyenda entre la iglesia-castillo de Hervás y los Campillares, a las afueras del pueblo? ¿o algún documento que nos permitiera descubrir los tesoros escondidos por la “reina mora” o los judíos de Hervás antes de salir al exilio por la expulsión de 1492?. De ilusión archivística también se vive.
[Aquí, Pedro Emilio sonríe y deja por un momento su aire profesoral para viajar con el entrevistador a la niñez coincidiendo ambos en que no se es verdaderamente de Hervás si no se ha trasteado entre los murallones de la iglesia en busca de túneles secretos, aún no descubiertos.]
—¿Para ser un buen historiador se necesita distancia, desapasionamiento… o no es necesario?
-Puedo asegurar que tantos años enseñando Historia en los institutos lo he hecho con apasionamiento —a veces, pienso, que con demasiado—. Y acudo a los archivos con la misma emoción. No lo concibo de otra manera.
Pero entiendo que la pregunta tiene otro matiz: ¿con cuánto apasionamiento debemos acercarnos a un hecho histórico concreto para su análisis e interpretación?; por ejemplo: ¿debemos analizar los acontecimiento de la Guerra Civil con distancia o podemos implicarnos de forma afectiva en la investigación? La respuesta no es fácil; pienso que se debe guardar una “distancia media” que permita una cierta objetividad en el proceso histórico investigado… salvo que queramos ser parte interesada intencionadamente —por la razón que sea— en el hecho histórico; probablemente es difícil pedir distancia y total objetividad a un nieto de un represaliado durante la guerra civil o al descendiente de un judío alemán, por ejemplo.
—¿Qué te parece la novela histórica? ¿Existe mucho aficionado novelero y mucho aficionado historiador o... cómo lo ves?
-La posibilidad de hacer un repaso a acontecimientos históricos con toque de ficción me parece muy interesante; en general, me gusta leer novela histórica. Lo que pasa es que me parece que no es un género fácil: pienso que para hacer una buena novela histórica se necesita documentar con rigor y profundidad los hechos que se quieren narrar y no creo que todas las novelas históricas que hoy se publican tengan este rigor, ya que exige mucho tiempo de trabajo y conocimiento de las fuentes documentales que no todos los escritores de novela histórica están en condiciones de respetar.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que una novela histórica es una ficción, y que, como tal, no tiene por qué ser real, así que el escritor puede manipular o alterar los hechos que transcurren en ella… y eso debemos tenerlo en cuenta: los novelistas pueden hacer la historia más atractiva que los historiadores para el gran público, pero no siempre debemos aceptar lo que cuentan como verdad histórica.
Creo que todos o casi todos los que nos dedicamos a la investigación histórica nos hemos planteado alguna vez la posibilidad de novelar alguna de las circunstancias o momentos históricos que investigamos… pero nos puede ocurrir la otra circunstancia: que creamos que, puesto que tenemos la documentación necesaria, hagamos una buena novela histórica… y no todos los historiadores, por muy rigurosos que sean en sus investigaciones, tienen por qué ser buenos novelistas.
[En román paladino, hay que ser buen novelista y buen historiador —mensaje recibido— pero me abstengo de opinar que no me pagan por ello. Sigamos]
—¿Por qué no se puede hacer una Historia de España definitiva?
-Difícil de contestar: los hechos históricos, por lo general, cualquiera que sea su contexto espacial o temporal, son multicausales y, en general, pueden provocar una cantidad variable de consecuencias. Hacer una historia rigurosa significa conocer y tener acceso a fuentes documentales muy variadas y no todos los hechos históricos –por la distancia temporal o por las circunstancias- permiten conocer todas las particularidades que los rodearon… y luego, claro, están las visiones personales e ideologías de los historiadores: una historia de España definitiva… ¿definitiva, para quién?
[Respuesta inteligente a pregunta inteligente. O viceversa]
—Dime, Pedro Emilio ¿necesitamos historiadores británicos o norteamericanos para que nos expliquen de una vez por todas qué se hizo o se dejó de hacer en el pasado en España para pasar página ya?
-Uff, otra pregunta compleja. Abundan, efectivamente, historiadores extranjeros que han hecho buenas aportaciones en forma de libros o artículos sobre nuestra historia. Es probable que sean capaces de ver nuestro pasado y nuestro presente con más desapasionamiento y más distancia, con menos implicación de parte interesada y eso, para un lector hispanohablante, quizá sea un valor añadido y una garantía —aunque no tiene por qué— de imparcialidad que, quizá, sea más difícil de encontrar en historiadores nacionales. Sobre algunos temas han ido abriendo caminos y superando ciertos estereotipos. En cualquier caso, pienso que siempre es bueno tener la mirada de “otro” sobre los aspectos históricos que nos son cercanos y de los que, de una u otra manera, formamos parte.
—¿Dónde se te puede seguir y leer?
-Tengo algún libro publicado sobre el origen y los nombres de las calles de Hervás (ya tiene unos años). He colaborado frecuentemente en la Revista de Ferias y Fiestas de Hervás, que se publica todos los veranos, siempre con aportaciones geográficas o históricas. Últimamente me han publicado varios artículos en Revistas culturales (como la Revista de Estudios Bejaranos en la que llevo dos años seguidos publicando colaboraciones) o los Coloquios Históricos de Extremadura que se celebran en Trujillo.
Me gustaría tener, en un futuro cercano, la posibilidad de publicar más artículos y, quizá, algún libro con mis investigaciones.
Pero donde más continuidad como divulgador de historia tengo es en el blog histórico que “alimento” desde hace casi siete años: se llama http://trasuntosdehervas.blogspot.com/ con más de cien entradas contando asuntos variados de la historia, la geografía o el arte en nuestro pueblo.
—¿Qué más cosas te gustan? ¿Viajar? ¿Qué países te gustan más? Cuéntanos alguna anécdota divertiva y apurada en alguno de tus viajes.
-Me gusta mucho la fotografía y me encanta viajar. También me gusta la lectura, cuando me dejan mis ocupaciones y la investigación me pongo con novela negra, novela histórica, poesía, etc.
He viajado por España y por el extranjero. En general, me gustan aquellos lugares que ofrecen contrastes culturales: países del sureste asiático (Vietnam o Camboya) y por países de cultura musulmana (Uzbekistán, Turquía o Túnez, por citar algunos). Pero también disfruté mucho, en pareja, de poder vivir durante un mes completo en Florencia fuera de temporada turística.
Quizá una de las circunstancias más apuradas en un viaje nos ocurrió recorriendo Argentina y el sur de Chile. Haciendo un trekking de varios días en el Parque Nacional de las Torres del Paine, en Chile, nos sorprendió una huelga general por la subida de los combustibles: estuvimos encerrados durante varios días en el Parque sin poder abandonarlo (refugiados en un albergue); cuando abrieron las carreteras y nos desalojaron en autobuses a todos los que estábamos en la misma circunstancia, dos o tres días después de lo que teníamos previsto, nos llevaron a una ciudad cercana –Puerto Natales— en la que estuvimos de nuevo encerrados varios días sin poder abandonarla. La salida, buscando poder regresar a Argentina a través de El Calafate, en plena noche y “casi huyendo” hoy la recordamos con simpatía, casi con gracia, pero en directo fue una experiencia bastante tensa.
Otra circunstancia desagradable que recuerdo me ocurrió en uno de mis primeros viajes internacionales, siendo bastante joven. Íbamos un grupo de cinco personas y fuimos subiendo, separados, al campanile de la catedral de Florencia –otra vez Florencia… la ciudad más bonita del mundo; lo siento, tengo el síndrome de Sthendal—; pues bien, al llegar a lo alto una chica de mi grupo estaba hablando con un señor español que, de pronto, se dio cuenta de que no tenía la cartera encima: nos acusó a los dos, dando voces, de habérsela robado. Intervino la guardia-policía del campanile… el asunto se resolvió cuando la mujer de este hombre llegó, más tarde, a lo alto del campanario: ella llevaba la cartera que, supuestamente, le habíamos robado a su histérico marido.
Momentos agradables hay muchísimos en los viajes: visitando ciudades con sus monumentos, sus mercados, subiendo a lugares elevados, hablando con población local… muchísimos como digo. Y anécdotas viajeras surgen con frecuencia: también he viajado mucho con alumnos (intercambios escolares, Erasmus…); con ellos surgen anécdotas muy frecuentes, muchas divertidas y gratificantes, aunque también asumes mucha responsabilidad.
[Vaya rato agradable con Pedro Emilio, aunque haya olvidado preguntarle sobre sus aficiones culinarias y tal. En fin, un libro de texto, un legajo medieval y un folleto de viajes ABIERTOS es el bagaje de este profe que pronto se jubilará y dedicará su tiempo en desentrañar nuestra hermosa lengua española de tiempos pretéritos, en investigarlos y si le queda tiempo, que le quedará, seguirá viajando. Cuando los archivos locales se le queden pequeños, tiene a su disposición los grandes y de más categoría. Ha conseguido impresionarme con lo del Archivo de Simancas donde, creo, descansa gran parte de nuestra Historia, la de España.
Profesor López Calvelo, Cronista, Historiador oficioso de Hervás... gracias, Pedro Emilio.]