EN MEMORIA DE LOS MÁRTIRES DE LA INTOLERANCIA, PROFESEN LA RELIGIÓN QUE PROFESEN.
En la visita a la Sinagoga de El Cairo coincidimos con la hora de la oración, y allí comenzaron a congregarse algunos fieles que se dispusieron a escuchar al Rabino. Fue curioso porque era la primera vez que veía a judíos árabes.
Desde la puerta pude escuchar el tono monocorde del Rabino entonando el Escucha Israel, y sentí una gran emoción... cuando tomó el Rollo de la Torá.
Desde la puerta pude escuchar el tono monocorde del Rabino entonando el Escucha Israel, y sentí una gran emoción... cuando tomó el Rollo de la Torá.
Después fuimos a la Mezquita de Saladino. Cuando acabó la visita (donde por cierto compré un ejemplar de El Noble Corán) y estando disfrutando de una espectacular vista de El Cairo, comenzó a sonar por la gigantesca magafonía del alminar, la llamada a la oración. Desde la vista que divisaba senti latir el corazón de la ciudad y cómo tantos millones de personas, se disponíam a postrarse y dirigir al unísono su mirada en dirección a La Meca cantando y entonando la firme creencia de la existencia de Allah como único Dios y la convicción de ser Mahoma su profeta. A mi lado pude observar varias personas orando, una de las cinco veces que el Corán manda cumplir como uno de los pilares básicos de sus creencias.
En ese momento debí volverme loco, el caso es que mientras a mis espaldas sentí un claxonazo del bus que me reclamaba, no lo dudé: de un pequeño salto me alcé sobre la balaustrada de piedra que delimitaba la explanada de la Mezquita. Me subí sobre la piedra y dejando a mis espalda el sol que estaba declinando, dirigí mi mirada hacia el Este y calculé dónde estaba situada la ciudad tres veces santa, la misma para las dos religiones que había admirado durante aquel mágico día. Pero decidi que allí faltaba la tercera en concordia, y allí estaba yo. Miré hacia el horizonte, ya oscurecido, me erguí, orgulloso, y con toda la ostentación de que fui capaz, al mismo tiempo que con mi mayor humildad, hice la señal que hacía mucho, mucho tiempo, que me habían enseñado pero que casi había olvidado. Jerusalem asomaba tras el horizonte...
Con mi mano derecha, abierta, dirigí mis dedos a la frente En el nombre del Padre, la bajé al pecho, cerca del corazón del Hijo y desde mi hombro izquierdo y del Espiritu crucé al lado opuesto Santo, y besé mis dedos Amén.
Cuando acabé, una lágrima afloró a mis ojos, que no reprimí. Me sentí orgulloso y emocionado de la religión de mis padres, y a pesar de mis simpatías judías, me sentí como una especie de cruzado llevando la señal de la Cruz evocando, yo lo sabía, al mismo Dios que las otras dos religiones: el Dios de Abraham.
Cuando llegué al bus, noté cierta impaciencia en otros compañeros, pero yo, campeón de la puntualidad me alegré del pequeño retraso.
Sobre Egipto caía la noche y yo me sentí bien. Carmen me tomó de la mano, y me la besó.
Sobre Egipto caía la noche y yo me sentí bien. Carmen me tomó de la mano, y me la besó.
PD:
Esta entrada la incluí hace escasamente un año, a raiz de mi viaje a Egipto.
Hoy, por desgracia, una veintena de muertos víctimas de los fanáticos, en Alejandría, por lo que quiero incluir aquella entrada, sin cambiar un ápice, como homenaje a dichas víctimas.
Ojalá no ocurriera más, pero soy muy, muy pesimista...
Hoy, por desgracia, una veintena de muertos víctimas de los fanáticos, en Alejandría, por lo que quiero incluir aquella entrada, sin cambiar un ápice, como homenaje a dichas víctimas.
Ojalá no ocurriera más, pero soy muy, muy pesimista...
16 comentarios:
¡Wow, amigo,qué vivencia, me has emocionado!
Me gusta mucho como lo has contado, ¡me he sentido allí, con Carmen y contigo, haciendo la señal de nuestra santa Cruz!
Qué experiencia más bonita, creo que es lo que más merece la pena de viajar, tener esas vivencias.
He entendido perfectamente tu sentir "judío-cristiano", yo siento, muchas veces, que estamos todos más cerca de lo que creemos: judíos, mahometanos, cristianos, budistas...
Un beso y pasa un buen finde.
PSD: ¿Sabes que mi madre y mi hermana mayor también se llaman como tu mujer, Carmen?
;=)
Yo también me emocioné, Mar, y es que no hay nada como estar lejos o carecer de lo que amas para valorarlo aún más.
Estoy seguro de que, de haber estado tú en la excursión, también me hubieras seguido.
Fue hermoso, en verdad ver el color dorado de El Cairo al caer la tarde mientras Allah, Jehova, Dios: en suma el Hacedor de todas las cosas, se hace presente.
La oración, la mirada al cielo es necesaria en estos y en todos los tiempos.
Shalom, Salam, Paz, MAR...
que fácil, con tu narración, es pasear por los lugares que mencionas.
Rápidamente, estuve a tu lado en ese mirador junto a la mezquita.
Sigo insistiendo, publica.
Pues claro que tú te hubieras puesto a mi lado en la balaustrada sobre la ciudad, Pedro. Lo doy por hecho. Y te lo agradezco de corazón.
Y gracias también por tu insistencia. Voy a contar hasta tres trillones mientras me lo pienso...
Bejarano, me embriaga tu prosa. Lo digo muy en serio.
Un beso
Ah! coincido con Pedro, tú eres de los buenos. Bien documentado y con un estilo cuidado y cautivador. Publica
Jose Antonio es que yo entre muchas veces en casa de tus abuelos y ademas como mis abuelos habian muertos pues los llamaba abuelos.Me ha gustado tu narracion "La señal de la cruz" Besos para todos Mª Victoria
Amigo mio.
tienes el poder con tus escritos, de trasladarnos a tu lugar señalado. No se si sera por mis andares por esos lugares o mis lecturas sobre los mismos, ya que en Jerusalen aun no estuve, pero me resulta fácil viajar contigo y con tus sentimientos.
gracias por el tiempo que nos dedicas a los demás.
un abrazo.
Mariavictoria, me alegro de que te haya gustado la narración.
En esos lugares es cuando se siente lo que aquí casi no damos importancia.
Besos
Pedro, decirme que viajas con mis escritos es algo que sólo los grandes escritores pueden decir.
JERUSALEM es uno de mis destinos, pero no tengo prisa. Prefiero desear que tener, buscar que encontrar, viajar que llegar...
Gracias por acompañarme haciendo la señal de la Cruz en tierras extrañas.
Un abrazo
Si alguna vez, al regresar de uno de tus viajes, decides mostrarnos aventuras y vivencias, hazlo así, como ahora. Es mucho mejor que el mejor vídeo.
Te he acompañado sobre esa balaustrada de piedra y me he santiguado contigo, amigo.
Adelaida: La palabra, sin duda, es mejor que cualquier video.
Nunca he mostrado videos de mis viajes -porque nunca los he hecho- sino que trato de usar mi palabra para trasmitir mis sensaciones, mis emociones, a quien desee leerme.
Gracias por tu compañía, la he sentido, cuando hice la señal de la Cruz donde hoy lloran a tantos muertos por el simple hecho de mostrar sus creencias.
Descansen en paz.
Jose... Tienes el don de emocionar a la gente con tus palabras.
Tus relatos se viven leyendolos!!
No me extraña que lloraras, se emociona uno al leerlo.
Menudo recuerdo te tragistes de allí.
Un beso
Laura: Tengo el orgullo y el agradecimiento de tener amigos que me dicen esas cosas como la que tú me has dicho.
Es que sentí la necesidad de hacer la señal de la Cruz y vocearla a los cuatro vientos de El Cairo donde dos mil mezquitas llaman a la oración al unísono advirtiendo de la unicidad de Alá. Y entonces yo me dije:
-De eso nada: "En el nombre del Padre..."
y me sentí bien cuando concluí de manifestar mis creencias en medio de la megalopoli, donde veinte millones de personas invocan el nombre de su Dios.
Pues yo... también.
Es la primera vez que entro en tu bolg y no he podido resistirme a felicitarte por esta narracción de "la señal de la cruz" .En algunos blog merece la pena entrar y este es uno de ellos.
De todas forma lo conocia por Laura.Un saludo .Lourdes M
Lourdes, gracias por visitar mi blog, y por tu amable opinión sobre este sencillo bloc donde trato de volcar mis sentimientos, e intento -parece que a veces lo consigo- trasmitir emociones.
Te espero cuando lo desees.
Un abrazo
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