En mis indagaciones sobre el cementerio inglés de Huelva, me llamó la atención uno de los inhumados en el recinto sagrado. Me refiero a Henry W. Pyle, que tuvo un triste final y seguramente no podría imaginar que reposaría para siempre en Huelva. Su familia conoce el lugar donde reposan los restos e incluso visitaron el trozo de tierra que acoge su cuerpo y donde dejaron una lápida. Me gustaría dirigirles mi saludo de afecto y que sepan que me siento orgulloso de haber rescatado su recuerdo. He aquí su historia:
Jose A. Bejarano
Traducción:
In my research on the English cemetery in Huelva, I noticed one of those buried in the sanctuary. I mean, Henry W. Pyle, who had a sad ending and I could not imagine that would rest forever in Huelva. His family is the place where the remains and even visited the piece of land that houses his body and left a tombstone. I would like to address my greeting of love and to know that I am proud to have rescued his memory. Here is his story:
Jose A. Bejarano
(Trabajo dedicado a la investigadora, y amiga, Consuelo Domínguez)
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Según mi deducción, he aquí al joven protagonista Pyle
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Las últimas paletadas de tierra reseca que resuenan sobre el ataúd cierran, siendo jueves 24 de marzo de 1971, el triste capítulo para el joven capitán de un superpetrolero.
Sus restos reposan, ya para siempre, en una tierra que no era la suya.
La presencia del cónsul de Su Graciosa Majestad y la de algunos compatriotas son la única nota británica en aquel triste episodio final.
El capellán reza un último responso, y el Comandante de Marina de Huelva, así como algunos capitanes de otros cargueros fondeados en el puerto musitan una oración mientras la tierra cubre para siempre el ataúd del joven capitán Henry Wilson Pyle.
El principio de tan triste fin había comenzado la tarde del 8 de marzo, cuando el Ocean Bridge, un superpetrolero con pabellón del Reino Unido captó una señal de ayuda del British Comet que estaba inundándose de agua en las sentinas.
Sobre las seis de la tarde, abarloado al carguero y dispuesto a prestar ayuda, el espacio abierto de la mar cercana al Finisterre gallego, se llenó con el sonido sordo de una brutal explosión. Las tripulaciones del Ocean Bridge y del British Comet quedaron paralizadas preguntándose de dónde procedía la terrible deflagración. En cuestión de segundos las alarmas se dispararon y todos supieron que el accidente se había producido en la sala de máquinas del petrolero, cerca del vacío tanque 9. En minutos se cambiaron las tornas, y los salvadores se convirtieron en victimas debiendo ser socorridos urgentemente por el carguero.
En pocos minutos el Ocean Bridge fue abandonado por el enorme peligro que suponía y todos trasbordaron al British, en tanto se daban las señales preceptivas de alarma a todos los navíos cercanos y a los puertos españoles. Estaban a salvo todos, excepto el capitán que pocos momentos después se tuvo constancia de que se encontraba en la sala de máquinas de su barco en el momento de la deflagración. Estaba claro que se encontraba desaparecido en medio del amasijo de hierro y llamas del infierno en que se había convertido la sala de maquinas. Cuatro marineros hubieron de ser evacuados a Galicia a distintos hospitales, y el resto de la tripulación repatriados.
En pocas horas varios buques -holandeses, noruegos y polacos- rodeaban al Ocean Bridge en medio de la mar, mientras el Clemenceau, un portaaviones de la Marina de Guerra francesa, ofrecía sus servicios.
En una peligrosa maniobra para evitar la pérdida del Ocean, el remolcador alemán Pacific perdió a cuatro hombres, entre ellos el capitán Gunter Lhange.
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Placa de recuerdo de sus hijos |
Durante unos días el Ocean Bridge navegó a la deriva, tumba provisional de Henry Wilson Pyle, siendo seguido por varios buques y helicópteros vigilando sus movimientos.
Por fin, y después de temer que se fuera al fondo del mar, se consiguió amarrarlo a varios remolcadores, el Hermes, el Hudson, así como el Pacific y comenzó la peligrosa travesía del Atlántico bordeando la costa portuguesa para poner rumbo a Gibraltar, luego de desecharse la idea de llevarlo a Francia.
Fue una travesía lenta, pues a pesar de ir en lastre, resultaba peligroso haberlo dejado perder.
Al caer la tarde del 20 de marzo, sábado, los remolcadores hubieron de detenerse a trece millas y media de Punta Umbría (Huelva) dado que el buque siniestrado estaba escorado y peligraba su estabilidad.
En consecuencia, la popa escorada fue emergiendo y las aguas que inundaban las cuadernas y estructuras del barco dejaron al descubierto en uno de los compartimentos del puente, por fin, el cuerpo carbonizado y en avanzado estado de descomposición del desventurado capitán Pyle.
En tierra, los puntaumbrieños observaban la silueta del Ocean con la popa hundida, y no puedo aventurar el porqué -aunque supongo que las leyes marítimas internacionales obligan a ello en caso de muerte accidental, a desembarcar a los fallecidos en el puerto más próximo-, el caso es que durante las horas que estuvo fondeado, achicando agua a fin de poder continuar su travesía, se procedió a desembarcar el cadáver de Henry Wilson Pyle, que previa, supongo, autopsia fue enterrado en la zona del Cementerio de La Soledad destinada a dar sepultura a los súbditos británicos.
Con las últimas paladas de tierra se cerraba un luctuoso suceso que acabó con la vida de al menos cinco marinos: el mar de nuevo se cobraba sus victimas.
El Ocean Bridge, botado en Japón un año antes, fue reparado, y cambiado de nombre varias veces, para seguir sus rutas petroleras por países africanos y chinos hasta su desguace en 1986.
El capitán Henry Wilson Pyle, por el contrario, fue a descansar a una tierra lejana, que seguramente, así lo espero, le será por siempre leve. Dos lápidas recuerdan quién y desde cuándo reposa en tierra onubense.
El vicecónsul del Reino Unido en Sevilla, el comandante de Marina de Huelva y los capitanes de los mercantes atracados en Huelva por esos días, así como algunos ciudadanos británicos residentes en Huelva asistieron al sepelio de quien reposa en nuestra tierra para siempre.
Descanse en paz. Y responsabilidad de pueblos educados y civilizados es mantener con decoro y respeto el trozo de tierra, de nuestra tierra, que se le dio a un hombre de mar, así como la lápida que piadosamente sus allegados (hija y yerno) erigieron en ese lugar.
British Merchant Navy (web)
The Red Duster Association
"Does anyone remember Henry (Harry) Wilson Pyle who captained the Atlantic Bridge and Pacific Bridge and was master of the Ocean Bridge when he was killed in an explosion on board in 1971? Harry Pyle was my father-in-law. My wife and I recently visited his grave at Huelva. Cheers, John Stubbs"
"The captain Harry Pyle could not be found amongst the rubble...
Sadly Captain Harry Pyle was the only crew member killed in this sorry saga...
I was 2/eng. on the Ocean Bridge when No. 9 tank exploded...