© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.

19.2.12

De casi todo, cuarenta años. (1) Huelva

El 19 de febrero de 1972 (justo cuarenta años atrás) me pusieron por delante lo que todos, más o menos, se encuentran una vez en la vida: el dilema a resolver y que, años después, con el trascurrir del tiempo, caen en la cuenta de que han sido decisivos en su vida para siempre.
-Jose Antonio, has cumplido tus deberes para con la Patria. Ahí tienes tu licenciameinto y díme para dónde deseas el billete de regreso- el sargento se me quedó mirando, expectante -vamos, tu lugar de residencia.
En una fracción de segundo hube de tomar una decisión y resolver un dilema: permanecer en Madrid y acudir a una entrevista de trabajo para ese mismo día, también recomponer vínculos queridos... o trasladarme a otras latitudes con otras perspectivas, junto a la familia con la que ya había convivido en mis fines de semana de la Universidad Laboral de Sevilla.
-Huelva- fue la respuesta que provocó y precipitó todo lo que ahora, justo cuarenta años hace, soy.
El expreso nocturno de Andalucía me dejó en estas tierras donde mi segunda familia me abrió, una vez más, las puertas de una casa que hice como mía, con todo lo que había en su interior: alojamiento, compañía, comprensión, pero sobre todo  cariño.
Tía Chon, Pepe, Angelines y Julia, más un bebé llorón (hijo de Pepe y de la por entonces su recién fallecida esposa) me ofrecieron el calor de una hermosa familia que me proporcionó  todo. Gracias a mi primo conseguí mi primer trabajo, y otras cosas; y luego, cuando las circunstancias me lo permitieron, abandoné aquella mi segunda casa y formé la mía propia.
Trabajo, matrimonio, hijos, y ya nietos, pero sobre todo cariño, y al fin todo lo que cuarenta años (jubilación incluida) conllevan de muchas luces y de pocas sombras es el bagaje que orgulloso y satisfecho presento. 

Hoy, cuarenta años después en esta hermosa y acogedora tierra de Huelva. 

Y sin olvidarme de nada ni de nadie -mi memoria es prodigiosa y mi agradecimiento, eterno- quiero rendir un especial homenaje a la familia que me acogió como hijo (hoy, huérfano) y como hermano. 
Gracias de corazón a ellos

13.2.12

El río Tinto a su paso por Niebla

El Tinto, uno de los más enigmáticos ríos del mundo...
Nace en la sierra de Huelva y atraviesa la cuenca minera hasta desembocar junto a  la capital, uniéndose con el otro río hermano, el Odiel
Su color característico es producido por los sedimentos naturales de las entrañas de la tierra onubense: minerales que tiñen de restos cupríferos y dorados ¡de oro! sus corrientes y sus orillas...

Es en apariencia un río sin vida (no se aprecia presencia piscícola o vegetal) pero nada más lejos de la realidad...
En su cauce de gran acidez y riquezas lixiviadas viven microorganismos que lo convierten en un paraje tan parecido al  planeta Marte que los científicos de la NASA lo han convertido en un laboratorio donde simular parajes de otro mundos...
El río Tinto ha visto el discurrir de tartesios, romanos, árabes y del imperio británico que explotaron las minas sirviéndose de este milenario cauce para extraer las riquezas de la tierra.
Ojalá el futuro depare que el Tinto vuelva a vertebrar la vida de sus cada día más escasos pobladores ribereños

22.1.12

Más capitanes

Compañía Pullmantur 
con la que hemos viajado cuatro veces.
Capitanes que inspiran confianza.
Profesionales en sus puestos de mando.
Saben lo que tienen en sus manos y conscientes de su gran responsabilidad.

NUESTRO APLAUSO, 
NUESTRA TRANQUILIDAD
Es mi pequeña contribución a rendir homenaje a los profesionales que con su trabajo permiten que el resto disfrutemos de nuestras vacaciones. Eso sí, sin bajar la guardia y aprendiendo de los errores.
Lo primero, la seguridad!

21.1.12

El triste final del capitán Henry Wilson Pyle

En mis indagaciones sobre el cementerio inglés de Huelva, me llamó la atención uno de los inhumados en el recinto sagrado. Me refiero a Henry W. Pyle, que tuvo un triste final y seguramente no podría imaginar que reposaría para siempre en Huelva. Su familia conoce el lugar donde reposan los restos e incluso visitaron el trozo de tierra que acoge su cuerpo y donde dejaron una lápida. Me gustaría dirigirles mi saludo de afecto y que sepan que me siento orgulloso de haber rescatado su recuerdo. He aquí su historia:
Jose A. Bejarano 
Traducción:
In my research on the English cemetery in Huelva, I noticed one of those buried in the sanctuary. I mean, Henry W. Pyle, who had a sad ending and I could not imagine that would rest forever in Huelva. His family is the place where the remains and even visited the piece of land that houses his body and left a tombstone. I would like to address my greeting of love and to know that I am proud to have rescued his memory. Here is his story: 
Jose A. Bejarano
(Trabajo dedicado a la investigadora, y amiga, Consuelo Domínguez)
Según mi deducción, he aquí al joven protagonista Pyle


Las últimas paletadas de tierra reseca que resuenan sobre el ataúd cierran, siendo  jueves 24 de marzo de 1971, el triste capítulo para el joven capitán de un superpetrolero.
Sus restos reposan, ya para siempre, en una tierra que no era la suya.
La presencia del cónsul de Su Graciosa Majestad y la de algunos compatriotas son la única nota británica en aquel triste episodio final.
El capellán reza un último responso, y el Comandante de Marina de Huelva, así como algunos capitanes de otros cargueros fondeados en el puerto musitan una oración mientras la tierra cubre para siempre el ataúd del joven capitán Henry Wilson Pyle.
El principio de tan triste fin había comenzado la tarde del 8 de marzo, cuando el Ocean Bridge, un superpetrolero con pabellón del Reino Unido captó una señal de ayuda del British Comet que estaba inundándose de agua en las sentinas.
Sobre las seis de la tarde, abarloado al carguero y dispuesto a prestar ayuda, el espacio abierto de la mar cercana al Finisterre gallego, se llenó con el sonido sordo de una brutal explosión. Las tripulaciones del Ocean Bridge y del British Comet quedaron paralizadas preguntándose de dónde procedía la terrible deflagración. En cuestión de segundos las alarmas se dispararon y todos supieron que el accidente se había producido en la sala de máquinas del petrolero, cerca del vacío tanque 9. En minutos se cambiaron las tornas, y los salvadores se convirtieron en victimas debiendo ser socorridos urgentemente por el carguero.
En pocos minutos el Ocean Bridge fue abandonado por el enorme peligro que suponía y todos trasbordaron al British, en tanto se daban las señales preceptivas de alarma a todos los navíos cercanos y a los puertos españoles. Estaban a salvo todos, excepto el capitán que pocos momentos después se tuvo constancia de que se encontraba en la sala de máquinas de su barco en el momento de la deflagración. Estaba claro que se encontraba desaparecido en medio del amasijo de hierro y llamas del infierno en que se había convertido la sala de maquinas. Cuatro marineros hubieron de ser evacuados a Galicia a distintos hospitales, y el resto de la tripulación repatriados.
En pocas horas varios buques -holandeses, noruegos y polacos- rodeaban al Ocean Bridge en medio de la mar, mientras el Clemenceau, un portaaviones de la Marina de Guerra francesa, ofrecía sus servicios.
En una peligrosa maniobra para evitar la pérdida del Ocean, el remolcador alemán Pacific perdió a cuatro hombres, entre ellos el capitán Gunter Lhange.
Placa de recuerdo de sus hijos
Durante unos días el Ocean Bridge navegó a la deriva, tumba provisional de Henry Wilson Pyle, siendo seguido por varios buques y helicópteros vigilando sus movimientos.
Por fin, y después de temer que se fuera al fondo del mar, se consiguió amarrarlo a varios remolcadores, el Hermes, el Hudson, así como el Pacific y comenzó la peligrosa travesía del Atlántico bordeando la costa portuguesa para poner rumbo a Gibraltar, luego de desecharse la idea de llevarlo a Francia.
Fue una travesía lenta, pues a pesar de ir en lastre, resultaba peligroso haberlo dejado perder.
Al caer la tarde del 20 de marzo, sábado, los remolcadores hubieron de detenerse a trece millas y media de Punta Umbría (Huelva) dado que el buque siniestrado estaba escorado y peligraba su estabilidad.
En consecuencia, la popa escorada fue emergiendo y las aguas que inundaban las cuadernas y estructuras del barco dejaron al descubierto en uno de los compartimentos del puente, por fin, el cuerpo carbonizado y en avanzado estado de descomposición del desventurado capitán Pyle.
En tierra, los puntaumbrieños observaban la silueta del Ocean con la popa hundida, y no puedo aventurar el porqué -aunque supongo que las leyes marítimas internacionales obligan a ello en caso de muerte accidental, a desembarcar a los fallecidos en el puerto más próximo-, el caso es que durante las horas que estuvo fondeado, achicando agua a fin de poder continuar su travesía, se procedió a desembarcar el cadáver de Henry Wilson Pyle, que previa, supongo, autopsia fue enterrado en la zona del Cementerio de La Soledad destinada a dar sepultura a los súbditos británicos. 
Con las últimas paladas de tierra se cerraba un luctuoso suceso que acabó con la vida de al menos cinco marinos: el mar de nuevo se cobraba sus victimas.
El Ocean Bridge, botado en Japón  un año antes, fue reparado, y cambiado de nombre varias veces, para seguir sus rutas petroleras por países africanos y chinos hasta su desguace en 1986.
El capitán Henry Wilson Pyle, por el contrario, fue a descansar a una tierra lejana, que seguramente, así lo espero, le será por siempre leve. Dos lápidas recuerdan quién y desde cuándo reposa en tierra onubense.
El vicecónsul del Reino Unido en Sevilla, el comandante de Marina de Huelva y los capitanes de los mercantes atracados en Huelva por esos días, así como algunos ciudadanos británicos residentes en Huelva asistieron al sepelio de quien reposa en nuestra tierra para siempre.
Descanse en paz. Y responsabilidad de pueblos educados y civilizados es mantener con decoro y respeto el trozo de tierra, de nuestra tierra, que se le dio a un hombre de mar, así como la lápida que piadosamente sus allegados (hija y yerno) erigieron en ese lugar.
Mis fuentes han sido:
ABC.es
Hemeroteca Diario Odiel
British Merchant Navy (web)

                                                            The Red Duster Association
 "Does anyone remember Henry (Harry) Wilson Pyle who captained the Atlantic Bridge and Pacific Bridge and was master of the Ocean Bridge when he was killed in an explosion on board in 1971? Harry Pyle was my father-in-law. My wife and I recently visited his grave at HuelvaCheers, John Stubbs"


"The captain Harry Pyle could not be found amongst the rubble...
 Sadly Captain Harry Pyle was the only crew member killed in this sorry saga...
 I was 2/eng. on the Ocean Bridge when No. 9 tank exploded...
    Collins"

Traducción:
"¿Alguien recuerda a Henry (Harry) Wilson Pyle capitán del puente y del Ocean Bridge y del  Pacific Bridge y era el jefe del puente de mar cuando fue "asesinado" en una explosión a bordo en 1971? Harry Pyle era mi suegro. Mi esposa y yo hace poco visitamos su tumba en Huelva. Cheers, John Stubbs " 

"El capitán Harry Pyle no se pudo encontrar entre los escombros ... Lamentablemente el capitán Harry Pyle fue el único miembro de la tripulación muerto en este episodio,  lo siento ... Yo era el segundo en el puente, cuando explotó el tanque N º 9 ... Collins "
(Comentarios del yerno de Pyle 
y del 2º ingeniero del Ocean Bridge 
en la web de la British Merchant Navy)

Y para constancia de cuanto he escrito sobre el tema, a continuación, lo narrado en la prensa local. Más no se puede hacer, y al parecer la intención del gobierno británico es la de ceder este recinto a la ciudad de Huelva. El porqué no se sustancia dicho acontecimiento escapa a mi conocimiento.
http://www.huelvainformacion.es/article/huelva/552813/cementerio/britanico/entre/romanticismo/y/deterioroconstruido/como/demanda/los/ingleses/las/minas.html http://www.huelvainformacion.es/article/huelva/745667/pa/denuncia/abandono/cementerio/ingles/durante/once/anos.html

10.1.12

CREPÚSCULO...





Buscando como cada día, las horas inciertas del atardecer. Son momentos únicos, cuando observo, a solas, cómo el mundo gira inexorablemente, mientras, inútilmente, dañando, hay quien pretende hacerlo girar a su manera, además de torpemente, sin ningún mérito siquiera para intentarlo. En vano. 

El sol va declinando hasta desaparecer... a la espera de otro amanecer. ¿O no?

Vienen los júngaros

—¡Que vienen los júngaros! ¡Los júngaros! ¡Que vienen! El Miguel recorría las calles advirtiendo de la noticia que de vez en cuando se exten...