© El blog con cero lectores, pero aquí estoy en el espacio de mi libertad. No espero a nadie aunque cualquiera es bien recibido. Gracias a mi BLOC ABIERTO DE PAR EN PAR donde encontrarás desde 2009 temas variados.

13.12.09

ECLIPSE



Annular Solar Eclipse of 1764 April 01





Introduction

This map shows the path of the solar eclipse across Earth's surface. The northern and southern path limits are blue and the central line is red. The four-way toggle arrows (upper left corner) are for navigating around the map. The zoom bar (left edge) is used to change the magnification. The three buttons (top right) turn on either a map view, a satellite view or a hybrid map/satellite view.
Datos de mapa ©2009 Tele Atlas, Europa Technologies - Términos de uso
Mapa
Satélite
Híbrido
100 mi
200 km
Map centered on (latitude, longitude): (39.6395° N, 3.4717° W)
Cursor position (latitude, longitude): (43.7126° N, 8.3606° W)
Distance from last:

Era domingo, 1 de abril del año 1764, y Judith Martel recogió rápidamente a su hijo Jesús, de la calle, y casi a empujones lo conminó a meterse en casa. Se santiguó al tiempo que se despedía de las vecinas del Rincón de la Vaca Brava antes de que el Cantón quedase durante una hora completamente solitario. Si los augurios se cumplían —y en la Misa Mayor de la mañana el párroco había sido muy claro al respecto— el fin de los días estaba cerca desde que el sol se oscureciera, a pesar de ser las cuatro de la tarde y la primavera hiciera crecer los días a simple vista.
Dejó al niño en la cocina del fogón grande y no pudo evitar subir azarosa, nerviosa, las escaleras del desván. Hubo de encender uno de los candiles de la sala para no tropezarse por las empinadas escaleras.
Cuando lo tuvo a su alcance un leve sudor, de miedo y de emoción, le corría por la frente. Aquel arca jamás, que ella recordase, había sido abierto. Con un soplo quitó la película de polvo que lo cubría y desprendió el pestillo que se resistía. Cuando lo abrió, descubrió lo que su antepasado había guardado para siempre: el candelabro del sabbat, las filacterias y un pequeño rollo de la Torá que el rabino le había encomendado una vez cerrada la casa de oración de la calle de Abajo hacía muchos, muchos años, tantos como, ahora recordaba Judith, doscientos setenta y dos.
Extrajo con sumo cuidado aquellos objetos del culto prohibido, y no sabiendo qué hacer, por miedo al Santo Oficio y a las iras del preste de Santa María, pidió al Bianeventurado —Yavhé— los librara de todo mal en aquel momento de tinieblas y confusión. Tenía tanto miedo a ser descubierta en posesión de aquellos sagrados objetos, como al incierto futuro que les reservaba el fenómeno que estaba iniciándose en los cielos de Hervás[1], tal y como si de una señal divina se tratase.
Devolvió todo a su arca y la cerró, cuidando de no hacer ruido con el fin de no alertar a Jesús, que de aquel secreto no tenía la menor idea. 
Ni siquiera a Dimas —Dimas Bexar de los Santos—, su marido que a esas horas debía encontrarse en la viña, le comentaría nada.
Al bajar de nuevo a la humilde casa, Judith se percató de que la claridad primaveral  había vuelto a las calles del pueblo. Así pues, dio permiso a Jesús para salir de nuevo y continuar con sus juegos infantiles.
Las vecinas comentaban entre ellas el magnífico y terrible espectáculo y se santiguaban asustadas por el portento presenciado y en agradecimiento de que el Señor había aplazado, una vez más, los males anunciados. 


Hervás, en la provincia de Cáceres, es un pueblo donde habitaron judíos en perfecta armonía hasta 1.492, año de la Expulsión. Todos los nombres de personas y lugares aparecidos en este pequeño relato pertenecen a dicho lugar.

8.12.09

Himno Nacional del Estado de Israel


כל עוד בלבב פנימה
נפש יהודי הומיה,
ולפאתי מזרח קדימה,
עין לציון צופיה,
 Kol od baleivav p'nima
 Nefesh yehudi homiah
 Ulfa'atei mizraj kadima
 Á'in let zion tzofi'a
 
Mientras en lo profundo del corazón
palpite un alma judía,
y dirigiéndose hacia el Oriente
su ojo aviste a
Sión,
עוד לא אבדה תקוותנו,
התקווה בת שנות אלפים,
להיות עם חופשי בארצנו,
ארץ ציון וירושלים.
 Od lo avda tikvateinu
 Hatikva bat shnot alpaa'im
 Lihi'ot am jofshi beartzeinu
 Eretz Tzion v'Yerushala'im
no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza de dos mil años,
de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
la tierra de Sión y
Jerusalén.




Comentarios






¡Gracias por culturizarnos un poco mas! Como dice el comentarista anterior (Pachin Mestas), es un canto a la esperanza de un pueblo que quiere vivir en paz y no se lo permiten. Mucha gente no se da cuenta de que Israel es actualmente la puerta de Europa, la muralla por la que vivimos en paz en Europa, al igual que lo era Rumanía en la época de los turcos. Si cae Israel, luego vendrán a por nosotros. Cuando los radicales islámicos no necesiten lanzar cohetes contra los judíos, los lanzarán desde Argelia o Marruecos contra nosotros. ¿Y que haremos y que diremos cuando caigan los misiles "Qassam" sobre Cádiz, o Málaga, o Cartagena? Porque lo único que distrae a estos radicales islámicos de pensar en la reconquista de Al-Andalus, es por querer terminar, como dijo uno de estos locos, "lo que los nazis no supieron acabar".

Espero que la paz llegue pronto, por el bien de todos.

Un saludo, Jose Antonio.
13 Ene

Pachin Mestasescribió:
No conocía el himno de Israel, me gusta no habla de muerte si no de esperanza, para los judíos que están dispersos por el mudo.
Shalom mi querido amigo.

7.12.09

La escuela.


 Nando salió tarde de casa. La Escuela Pública cerraba las puertas diez minutos pasada la hora. Al llegar, asfixiado por la carrera y la reciente tosferina, miró por la ventana de su clase. El maestro pasaba el puntero por la pizarra, haciéndolo chirriar sobre la superficie encerada produciendo un surco sobre la línea escrita por él minutos antes: “Posesiones españolas: Ceuta, Melilla, Chafarinas, Ifni, Río Muni y Fernando Poo”. Sus ojos echaban fuego, y su boca  expelía minúsculas moléculas de saliva que parecían proyectiles, vociferando enardecido mientras rayaba y rayaba una y otra vez la palabra Ifni hasta hacerla casi invisible. Los primeros rayos de sol entraban por los cristales, por los mismos desde los que miraba Nando absorto y atemorizado. Repentinamente, el maestro alzó su brazo derecho, blandiendo el puntero y con gran violencia lo dejó caer golpeando, al tiempo que se levantaba una nubecilla de polvo, sobre un pupitre vacío: el de Nando. El puntero quedó dividido en dos, astillado. Nando miraba aterrorizado, al igual que sus compañeros que asistían mudos de miedo desde sus banquetas. 
 Nunca supo qué fue lo que cruzó la mente del maestro haciéndole desgañitarse de aquella manera, aunque los cristales amortiguasen el tono de voz del docente.
         Se separó de la ventana y marchó a casa. Mil veces la regañina de su madre, cien veces la bronca de su padre, a sufrir nuevamente la ira desatada de Don Ignacio. Ni un solo día más.
Al siguiente, Nando entró en la Academia de pago de Don Alejandro Ibarportto.
Comenzaría con aquel discreto, amable, bondadoso y liberal profesor represaliado el Preparatorio de Bachillerato, por el que su padre sentía cierta simpatía, aunque la fama de rojo le había acompañado desde que apareció por el pueblo quince años antes ―desde un campo de trabajo, donde habían recluido a cientos de prisioneros republicanos, de Miranda de Ebro, decían algunos en voz baja―.
Desde que Nando pisó aquella desvencijada academia se le abrieron las puertas del Saber que hasta entonces le habían estado cerradas a cal y canto, entreabriéndose tímidamente o cerrándose abruptamente al capricho, o a la necesidad, de tantos de aquellos maestros frustrados que a duras penas sobrevivían en medio de la España en blanco y negro. La ciencia matemática; la Historia de España, pero también la de Europa y el resto del mundo; la ciencia biológica con las teorías más avanzadas; la religión y las religiones; la química; pero sobre todo, y por encima de todo, la Literatura en todas sus vertientes como la Lectura, la Escritura, la Ortografía y la Sintaxis, así como la Métrica de la Poesía fue lo que Nando aprendió ―mas bien le enseñaron―, a partir de aquel mes de mayo del año 59 del siglo XX hasta hacerse, poco a poco, lo que actualmente es: un escritor de fama. 

Vienen los júngaros

—¡Que vienen los júngaros! ¡Los júngaros! ¡Que vienen! El Miguel recorría las calles advirtiendo de la noticia que de vez en cuando se exten...