Compañera, madre, enfermera, profesora. Una gran profesional —que es de lo que vamos a tratar—, que atesora suficientes méritos para ejercer su cometido atendiendo a enfermos y a familiares. Le añade, sin que nadie se lo pida —aunque estos dos últimos años se lo ha impedido la mascarilla— una luminosa sonrisa que suplanta en la actualidad con una limpia, amistosa, cariñosa y terapéutca mirada, a veces, muchas veces tan necesaria como la mejor de las medicinas.
Gloria Llanes, enfermera:
—Preséntate, o completa la presentación, a EL PINCEL DE BAMBÚ
-Esa con raíces tharsileñas [«gentilicio de Tharsis (Huelva)»] de las que se siente orgullosa, la que siempre quiso ser enfermera, a la que le gusta también enseñar, esa que se enamoró y disfruta cada día de un marido y dos hijos maravillosos, la que pone unos bastones a su forma de caminar para siempre tener el impulso necesario para seguir, esa a la que le gusta la cocina, a la que su familia le apasiona, la que a veces escribe, la que siempre lee, la inquieta, la soñadora… Esa soy yo.
—¿Cuál es tu trayectoria profesional?
-La mayor parte de mi vida profesional ha estado dedicada a las empresas privadas, sobre todo a Servicios de Prevención de Riesgos Laborales. En la actualidad trabajo en el Servicio Andaluz de Salud, en el Hospital Juan Ramón Jiménez, y soy profesora asociada de la Facultad de Enfermería en la Universidad de Huelva.
—¿Qué es, cómo definirías la enfermería y cuáles son las funciones de una enfermera?
-La madre de la enfermería, Florence Nightingale, la define como «un arte», así que enfermería es el arte de cuidar.
Funciones muchas, ya que la enfermería es una disciplina amplia con multitud de competencias pero se podrían resumir en cuatro básicas: Asistencia, Docencia, Investigación y Gestión.
—¿Por qué es o era una profesión eminentemente femenina?
-Porque históricamente la enfermería estuvo considerada como una extensión del rol natural de las mujeres. En la mayoría de las culturas de la antigüedad «el cuidado» de los niños, las parturientas y los enfermos en general, había sido responsabilidad de ellas, mientras que el tratamiento de la enfermedad o «curación», fueron asignados a hombres de la medicina o sacerdotes. El rol de cuidar se presentaba como secundario al rol de curar, sin tenerse en consideración la complementariedad de las dos tareas… pero ¿sería posible curar sin cuidar?... Hoy en día sigue siendo predominante el sexo femenino, hasta el punto de que el propio Consejo Internacional de Enfermería o la OMS instan a que se utilice el término «enfermera» para todo aquel profesional de la disciplina de la enfermería, sea hombre o mujer.
Recuerdo en mi época universitaria que una profesora hablando del género en esta disciplina, comentaba que los hombres escaseaban en la profesión pero que los pocos que había eran «realmente buenos». Tanto me impactó esa frase en ese momento, que me enamoré de uno de esos hombres sensibles y humanos. Después de más de 20 de años de trayectoria profesional, he captado (en la mayoría de los casos) ese «ser» especial en los hombres «enfermeras». Sirva esto para poner en evidencia que también ellos son buenas enfermeras.
—¿Cómo es el nivel de la enfermería en España?
-Sin pensarlo mucho diría que es bueno, pero vamos a ver qué dicen las evidencias:
Con relación a Europa, decir que en España la enfermería es un grado con 240 créditos europeos, igual que en Holanda, Hungría, Turquía, Portugal y algunas universidades de Alemania. En Italia, Suecia, Bélgica y República Checa la formación consta de 180 créditos. En todos los casos, del grado, 2.300 horas son prácticas.
He creido importante introducir los datos de las ratio enfermera-paciente ya que eso da también muchas pistas sobre el nivel, no que tenemos según la formación que recibimos, sino que podemos tener según las condiciones en las que trabajamos y he de decir que solo 4 países europeos tienen tasas menores que la de España. Si la media Europea se sitúa en unos 8,4 profesionales por cada 1.000 habitantes, en España estamos en 5,2.
También es importante hablar de retribuciones para hacernos una idea de cómo es el nivel de nuestra enfermería. Según la OCDE nos situamos en el doceavo puesto a nivel mundial, encabezando la lista Luxembrugo.
En definitiva, creo que está diseñada una formación pertinente. La enfermería que se imparte en España goza de unos criterios de calidad notables.
—¿Cuál es tu especialidad?
-Existen varias especialidades. Circunstancialmente fui Enfermera del Trabajo por eso he desarrollado parte de mi trayectoria profesional en Servicios de Prevención.
Las especialidades de enfermería están en pleno desarrollo actualmente. Cuando finalicé mis estudios solo se podía acceder a la Enfermería Obstétrico-Ginecológica (matrona). Hoy se están implantando muchas más opciones para conseguir la especialidad de tus sueños vía EIR (Enfermera Interina Residente)
—¿Cuál es tu lugar preferido para desarrollar plenamente la profesión dentro de un hospital?
-Sin lugar a dudas, la Unidad de Cuidados Intensivos.
La enfermera de UCI tiene que saber un poco de todo, tiene que tener habilidad para la multitud de técnicas que allí se realizan, tiene que saber atender urgencias vitales (salvar vidas), tienen que saber de encamados, de úlceras, de monitores, de cables, de alarmas. Pero también de cariño, de empatía, de acompañamiento, de familiares y en definitiva, de cuidados en la máxima expresión de la palabra.
Y en ese mismo saco del 'cuidado al paciente crítico' están por supuesto los intensivistas, a los que admiro infinitamente, los TCAE (técnicos en cuidados auxiliares de enfermería) que son nuestro apoyo incondicional, los celadores ya que sin ellos muchos de los cuidados no serían posible y el equipo de limpieza, que consigue un ambiente idóneo.
En definitiva la UCI es cuidado y es equipo
—¿Qué prefieres, un buen paciente o un familiar impaciente?
Yo al paciente siempre lo considero bueno y al familiar impaciente, lo demuestren o no. Creo que esa es una buena base para desarrollar la enfermería.
—¿Sanidad privada o pública?
-Sanidad pública siempre. Bien es cierto que nuestra sanidad pública tiene algunas «deficiencias» y que a veces se suplen con sanidad de tipo privada, pero concebir exclusivamente una sanidad privada creo que sería un gran error.
—Un servidor no salió a aplaudir durante la pandemia ¿me lo perdonas o me lo tienes en cuenta?
-Fue durísimo ese momento de la pandemia. Cuando casi todos permanecían en casa (incluidos mis hijos), yo tenía que irme a trabajar y de qué manera… sin horarios, con agotamiento, desbordada de trabajo, cada día una emoción nueva, cada días muchas muertes más, cada día se añadían miedos…
Jugaba a imaginar familias en casa y salía cada día a las 20 h al balcón a observarlas. Esas familias me aplaudían a “mi” pero no sabían que yo les aplaudía a ellas.
No necesitábamos aplausos —perdonado quedas—, hacíamos nuestro trabajo con orgullo, entusiasmo y vocación
—¿Cómo se ve la vida desde una UCI?
-Diferente. Aprendes a valorar mucho más la vida y también la muerte.
—¿Qué le dirías a un negacionista de la pandemia o de la vacunación?
-No he querido pronunciarme sobre este tema pero lo voy a hacer ahora «a medias».
Cada uno es libre de pensar y hacer lo que considere más oportuno respecto a sus creencias y valores, y todos debemos respetarlo.
Muchos piensan que las vacunas pueden provocar algún efecto secundario negativo pero no sé si se han parado a pensar en los efectos que pueden causar los fármacos, la ventilación mecánica invasiva, las canalizaciones de vías venosas, arteriales… que se llegan a utilizar cuando nos contagiamos y precisamos de cuidados intensivos. Cuando se llega a una situación extrema, quizás no importan tanto esos efectos pero ¿vale la pena el riesgo?
Si alguien no se quiere vacunar, que no lo haga, sin más. Aumentará la presión sanitaria y ahí estaremos para darlo todo por ellos.
—Un color:
-Como «protesta» al género en la enfermería, el azul
—Una comida:
-Cualquiera que me preparen con amor
—Una bebida:
-El vino en compañía
—Un deporte:
-Nordic Walking, Marcha nórdica
—Un pueblo para vivir:
-Para vivir, para amar y para soñar… siempre THARSIS.
Hasta aquí Gloria nos ha mostrado su lado profesional que lleva unido, como vocación, a su faceta humana. Profesionales que transitan las consultas, los quirófanos, los pasillos y habitaciones de los grandes y pequeños hospitales españoles. Enfermeras y enfermeros que también gestionan esas complejas instalaciones. Hoy «El pincel de bambú» se congratula de traer a una muy digna representante de los que dieron la cara por vocación, por profesión, porque es su labor en uno de los más oscuros periodos de la Humanidad: una gran epidemia asolando el mundo. Ahí están y ahí estarán siempre, en sus puestos. Gracias, Gloria, ENFERMERA
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